Casados por el euro
La crisis de la deuda ha reforzado la alianza entre Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, una pareja pol¨ªtica improbable, unida en la misi¨®n de meter en cintura a los pa¨ªses del euro. Un matrimonio de conveniencia en el que la canciller alemana lleva la voz cantante, y el presidente franc¨¦s es el perfecto consorte
Una semana despu¨¦s de que la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, propusieran a los pa¨ªses del euro blindar el techo de d¨¦ficit en sus respectivas constituciones, como ha hecho ya la propia Alemania, el presidente espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, anunci¨® que reformar¨¢ la Carta Magna en un tiempo r¨¦cord. Y es que los deseos de Merkel, la mujer m¨¢s poderosa del mundo, seg¨²n la revista Forbes, casi siempre compartidos por Francia, son ¨®rdenes. La eurozona ha estado en vilo hasta que la canciller se decidi¨® a dar luz verde al segundo rescate de Grecia, y se dispone a aceptar sin rechistar el "Gobierno econ¨®mico" para capear la crisis, decidido en el mismo encuentro del martes pasado por los dos mandatarios que controlan la UE.
La canciller alemana inspira m¨¢s confianza a los franceses que su propio presidente, seg¨²n una reciente encuesta
De cara a las elecciones de 2012, Sarkozy conf¨ªa en que la ca¨ªda del coronel Gadafi logre reflotar su popularidad
Nunca como ahora, en plena crisis de la deuda soberana, con la moneda ¨²nica acosada por los especuladores, ha quedado tan clara la irrelevancia de la burocracia bruselense, ni tan minimizada la voz de los otros 15 Estados que integran la zona euro, por no hablar de la desdibujada Europa de los 27. Merkel y Sarkozy, metamorfoseados en una especie de criatura pol¨ªtica com¨²n, lo analizan todo, lo debaten todo y, normalmente, logran ponerse de acuerdo arrastrando despu¨¦s a los dem¨¢s. Son la pareja de moda. Sus comparecencias p¨²blicas se han convertido en la constante del verano. Ellos se lo guisan y se lo comen, como dec¨ªa con amargura hace unos d¨ªas el consejero de Comercio de la Comisi¨®n Europea Karel de Gucht al hilo de las decisiones tomadas por el d¨²o el 16 de agosto en Par¨ªs.
Supuestamente, ese encuentro pretend¨ªa calmar a los mercados. Merkel y Sarkozy salieron de su entrevista pr¨¢cticamente de la mano, y anunciaron cosas m¨¢s o menos acordadas hace tiempo: la puesta en marcha de un Gobierno econ¨®mico europeo para manejar la crisis; la tasa Tobin para las transacciones financieras, que muchos medios han bautizado "como la serpiente del verano", e insistieron en la mencionada reforma de las Constituciones. Tambi¨¦n a?adieron, como prueba de sinton¨ªa absoluta, que elaborar¨¢n conjuntamente los presupuestos de sus respectivos pa¨ªses y armonizar¨¢n el impuesto de sociedades. Tanta unanimidad no evit¨® que siguiera subiendo la prima de riesgo de las deudas italiana y espa?ola.
El eje franco-alem¨¢n, impulsor de la propia UE, siempre ha sido clave en Europa. ?C¨®mo discutir el liderazgo de las dos econom¨ªas m¨¢s grandes de Europa? Nunca antes, sin embargo, la sinton¨ªa entre los representantes de ambas potencias hab¨ªa sido tan ostensible y tan publicitada. Se les ha visto juntos en cinco ocasiones en los ¨²ltimos 10 meses. Encuentros que a veces han irritado a sus socios europeos. Por ejemplo, en la cumbre que mantuvieron en octubre de 2010, en Deauville, en la costa de Breta?a, se pusieron de acuerdo para imponer a la UE una reforma del Tratado de Lisboa que permita, entre otras cosas, imponer sanciones (Merkel optaba por privarles del derecho de voto) a los pa¨ªses que no cumplan con la disciplina presupuestaria que exige la UE. La cosa no gust¨® demasiado.
Angela Merkel y Nicolas Sarkozy forman una pareja pol¨ªtica tan improbable como inseparable. Juntos analizan, ante un vaso de zumo de naranja o una copa de vino tinto, en solitario o rodeados de sus respectivos y amplios equipos, qu¨¦ es lo que les conviene a sus dos pa¨ªses y a la UE, siempre bajo el prisma de sus intereses. Si algunos socios reclaman la creaci¨®n de eurobonos, es decir, bonos con un solo apellido europeo, Merkel y Sarkozy dirimen sus diferencias antes de presentarse al mundo con una idea com¨²n: de momento, nada de eurobonos, sin armonizar antes las pol¨ªticas presupuestaria, fiscal y hasta las Constituciones de cada pa¨ªs. Los eurobonos llegar¨¢n m¨¢s adelante si no queda m¨¢s remedio.
Pero m¨¢s all¨¢ de la necesidad de defender sus intereses comunes y al euro, ?hay sinton¨ªa real entre Merkel y Sarkozy? A juzgar por sus biograf¨ªas y por su actitud ante la c¨¢mara, se dir¨ªa que no demasiada. La crisis del euro, sin embargo, les ha obligado a aunar esfuerzos y enterrar las diferencias. Un factor que ha facilitado el acercamiento es la falta de vanidad de Merkel. Es la que manda en el d¨²o, pero lo hace con discreci¨®n y sin alardes.
Sarkozy, extravertido y teatral, suele ser el que primero se lanza a sus brazos, y el que aprisiona la mano de la canciller, siempre algo huidiza e inc¨®moda ante las desbordantes demostraciones de afecto del franc¨¦s. Merkel, de 57 a?os, hija de un pastor protestante, es una luterana creyente que jur¨® su cargo invocando la ayuda de Dios. Sarkozy, de 56 a?os, hijo de un inmigrante h¨²ngaro que abandon¨® a la familia y, seg¨²n confesi¨®n propia, no se preocup¨® lo m¨¢s m¨ªnimo de ¨¦l, fue educado por su madre, una cat¨®lica francesa con sangre jud¨ªa en las venas. Pese al doloroso distanciamiento, el presidente franc¨¦s parece haber heredado algo de la vocaci¨®n donjuanesca del padre. Ya va por el tercer matrimonio.
Merkel, casada dos veces, es todo lo opuesto. Vivi¨® entregada a la ciencia, tras doctorarse en F¨ªsicas e ingresar en la Academia de las Ciencias de Berl¨ªn oriental, donde, parad¨®jicamente, se dedic¨® a la qu¨ªmica. Sarkozy estudi¨® Derecho y en cuanto pudo se lanz¨® a la pol¨ªtica, obsesionado por llegar a lo m¨¢s alto. A los 22 a?os era concejal de su barrio, Neuilly-sur-Seine. A los 27 a?os, alcalde.
Merkel, que no tiene hijos, empez¨® tarde su carrera pol¨ªtica, tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Con la unificaci¨®n alemana pas¨® a formar parte de la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), de Helmut Kohl, que la hizo ministra de la Mujer y la Juventud, y m¨¢s tarde, de Medio Ambiente. En 2000 lleg¨® a la presidencia del partido y para cuando Sarkozy, que fue dos veces ministro del Interior durante la presidencia de Jacques Chirac, alcanzaba finalmente el El¨ªseo, en 2007, ella llevaba dos a?os como canciller de Alemania. Pero hay un punto com¨²n en la biograf¨ªa pol¨ªtica de ambos. Merkel fue la primera en pedir p¨²blicamente la dimisi¨®n de Kohl tras el esc¨¢ndalo de donaciones ocultas que golpe¨® a la CDU a finales de los a?os noventa. Sarkozy, protegido de Chirac durante a?os, no tuvo inconveniente en apoyar la candidatura de ?douard Balladur a la presidencia de la Rep¨²blica, en 1995, dejando tirado a su mentor. Chirac, que se alz¨® con el triunfo, tard¨® en perdonarle, pero lo hizo. En 2002 le entreg¨® la cartera de Interior.
Con su afici¨®n al jogging, sus zapatos de tac¨®n sobreelevado y su perenne bronceado, Sarkozy parece m¨¢s preocupado por su aspecto que su aliada alemana. Merkel no sigue dietas y se refugia en una especie de uniforme, pantalones combinados con chaquetas de colores vivos, para sus m¨²ltiples apariciones p¨²blicas. El pelo rubio corto y el maquillaje escaso dan idea de una personalidad pr¨¢ctica y discreta.
Lo que no significa que no disfrute del estrellato pol¨ªtico. De hecho, reconoce que se lo pasa muy bien gobernando, aunque no renuncia a su vida privada. En declaraciones al diario alem¨¢n Bild, en 2006, confesaba que le segu¨ªa preparando el desayuno a su marido, el qu¨ªmico Joachim Sauer. Reelegida en 2009, las muchas preocupaciones de su doble liderazgo al frente de la Rep¨²blica Federal y de la UE no le impiden hacer la compra personalmente siempre que puede, y espera su turno en el supermercado como una ciudadana m¨¢s. Crecida en el ambiente opresivo de la Alemania Oriental, Merkel (que lleva el apellido de su primer marido, Ulrich Merkel, del que se divorci¨®) tiene la extraordinaria capacidad de disimulo que caracteriza a los que han tenido que sobrevivir en una atm¨®sfera hostil.
Si la canciller parece a veces inc¨®moda en su piel, Sarkozy est¨¢ encantado con su persona. Es desenvuelto y populista, aunque tiene arranques de polic¨ªa de pel¨ªcula. Se deja ver en los toros y no renuncia a fotografiarse con el ganador de turno de alguna etapa del Tour. Veranea en la lujosa mansi¨®n de la Costa Azul propiedad de la familia de su tercera esposa, la exsupermodelo y cantante Carla Bruni, que va a hacerle padre por cuarta vez. Merkel y su marido, por el contrario, pasan sus vacaciones en alg¨²n lugar del Tirol, y la ¨²nica cita mundana a la que acuden en verano es la del Festival de Bayreuth, dedicado a las ¨®peras de Richard Wagner.
Si para Nicolas Sarkozy, bajo de popularidad, cada apret¨®n de manos y cada fotograf¨ªa junto a Merkel es un aval que exhibir ante la oposici¨®n socialista e incluso ante las agencias de rating, para la canciller alemana, cada cumbre con Francia es una forma de evitar lo que de otro modo ser¨ªa visto como un protagonismo excesivo e inquietante de Alemania en Europa.
En v¨ªsperas de las elecciones presidenciales de 2012, Sarkozy conf¨ªa en que la ca¨ªda del coronel Gadafi -la guerra de Libia ha sido una obsesi¨®n del presidente- logre reflotar su popularidad. Y necesita cortejar pol¨ªticamente a la canciller, cuya compa?¨ªa consideraba tan poco divertida hace unos a?os. En el libro El alba, la tarde o la noche, que Yasmine Reza dedic¨® a Nicolas Sarkozy tras seguirle varios meses en v¨ªsperas de su elecci¨®n al palacio del El¨ªseo, la escritora cita esta frase escuchada al futuro presidente franc¨¦s: "A Berl¨ªn quiero ir con [Alain] Jupp¨¦. Bonita idea, ?no? Voy a pasar un d¨ªa infernal con Jupp¨¦ y Merkel". Pero desde entonces ha llovido mucho y ni Sarkozy ni Merkel son los mismos. Ella gan¨® un segundo mandato al frente de la Rep¨²blica Federal, ¨¦l se ha visto salpicado por sucesivos esc¨¢ndalos relacionados con la financiaci¨®n de su campa?a electoral, y golpes de efecto, como la expulsi¨®n de los gitanos rumanos el verano pasado, no le han granjeado m¨¢s que cr¨ªticas entre sus socios europeos.
La crisis sacude tambi¨¦n a la sociedad francesa obligada a apretarse el cintur¨®n. Y aunque la popularidad de Sarkozy est¨¦ bajo m¨ªnimos, seg¨²n una encuesta reciente publicada por Le Parisien, su gran aliada europea, la canciller Merkel, es la que m¨¢s confianza inspira a los franceses. Raz¨®n de m¨¢s para que el presidente busque su compa?¨ªa a toda costa.
Criticada por su escaso carisma y su imagen aburrida, Angela Merkel, nacida Angela Dorothea Kasner, ha dado muestras de gran personalidad y car¨¢cter. Aguant¨® durante a?os ser la chica en el Partido Cristiano Dem¨®crata (CDU) alem¨¢n, profundamente machista y jerarquizado, y se llev¨® finalmente el gato al agua en los comicios de 2005. Su elecci¨®n, por un resultado muy justo, dio paso a la gran coalici¨®n con los socialdem¨®cratas, una f¨®rmula dif¨ªcil que ha contribuido a sacar a Alemania de la crisis mucho antes que a la mayor¨ªa de sus socios de la Uni¨®n Europea.
Dicen de ella que es pragm¨¢tica e indescifrable como una esfinge, aunque tiene sentido del humor. El diario brit¨¢nico The Daily Telegraph recordaba con motivo de su reelecci¨®n una an¨¦cdota ilustrativa de ese pragmatismo. Tras ganar las elecciones en 2009, se dispuso a formar Gobierno, esta vez con una coalici¨®n de su agrado, que incorporaba adem¨¢s de al Partido Cristiano de Baviera, liderado por Edmund Stoiber, al liberal del actual ministro de Exteriores, Guido Westerwelle. El acuerdo se prepar¨® en una reuni¨®n en el domicilio berlin¨¦s de este ¨²ltimo. Un piso decorado con cuadros del artista Norbert Bisky, composiciones que mezclan pornograf¨ªa, iconograf¨ªa cat¨®lica y visiones apocal¨ªpticas. Stoiber qued¨® horrorizado de estas obras y al salir le dijo a Merkel que no volver¨ªa al piso de Westerwelle. "?Por qu¨¦?", le interrog¨® ella, "la conversaci¨®n ha sido estupenda".
"?No te has fijado en los cuadros?", pregunt¨® el l¨ªder b¨¢varo.
"Pero ?hab¨ªa cuadros?", respondi¨® Merkel. La an¨¦cdota puede ser ilustrativa de la capacidad de concentraci¨®n de la canciller, que le atribuyen todos los que la conocen, o de la habilidad de no ver lo inconveniente, tambi¨¦n extremadamente ¨²til en las negociaciones pol¨ªticas.
Pero Merkel no reh¨²ye tampoco la defensa de sus ideales. En septiembre de 2010 le entreg¨® personalmente un premio a la libertad de expresi¨®n al dibujante dan¨¦s Kurt Westengaard, autor de la pol¨¦mica caricatura de Mahoma que provoc¨® graves protestas en varios pa¨ªses ¨¢rabes, en 2006, y le vali¨® amenazas de muerte, que estuvieron a punto de materializarse. La prensa alemana consider¨® la presencia de Merkel en ese acto como el gesto m¨¢s arriesgado de la canciller ese a?o.
Amigos incondicionales de Estados Unidos, Merkel y Sarkozy tienen el ingl¨¦s como idioma com¨²n. Aunque, dada la sinton¨ªa entre ambos y la confianza que los franceses depositan en la jefa del Gobierno federal, quiz¨¢ haya llegado la hora de que Nicolas Sarkozy aprenda alem¨¢n.
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