Una carpinter¨ªa para la historia
Un astillero de Bueu es el ¨²nico en Galicia reconocido como bien cultural
Cuando a los 14 a?os Manuel Purro termin¨® el colegio, sab¨ªa que su destino era ser aprendiz en la carpinter¨ªa de ribeira de su padre, en el municipio pontevedr¨¦s de Bueu, en la pen¨ªnsula del Morrazo. "Fui un privilegiado por poder ir a la escuela p¨²blica. Cuando termin¨¦, ayudaba por las ma?anas en la carpinter¨ªa y por la tarde iba a una academia de bachillerato donde aprend¨ª ¨¢lgebra", cuenta Purro, quien, a sus 73 a?os, recuerda que en sus comienzos acompa?aba a los operarios a transportar la madera en carros de bueyes desde las fincas en las que compraban los ¨¢rboles. Tal era el tama?o de los troncos que se necesitaban tres hombres para talarlos con una sierra portuguesa y era en ese mismo emplazamiento donde se cortaban los tablones para la construcci¨®n de los barcos.
Del centenar de talleres que hubo en Pontevedra solo queda en pie el de Purro
Los contratos de construcci¨®n de las naos se cerraban con un apret¨®n de manos
Su astillero, del que tom¨® las riendas con 32 a?os, es conocida en Bueu como la carpinter¨ªa de Purro y la ¨²nica de la costa que sobrevive en la actualidad. Ces¨® su actividad en 2003 y, despu¨¦s de 10 a?os de lucha con el Gobierno de Galicia, la Asociaci¨®n de Amigos de las Embarcaciones Tradicionales Os Galos ha conseguido que sea declarada como Bien de Inter¨¦s Cultural por la Direcci¨®n Xeral de Patrimonio de la Conseller¨ªa de Cultura.
Durante el siglo pasado, en la r¨ªa de Pontevedra llegaron a funcionar un centenar de carpinter¨ªas dedicadas a la fabricaci¨®n y mantenimiento de embarcaciones. La desaparici¨®n de estos astilleros se produjo por el abandono de las pr¨¢cticas artesanales al surgir nuevas t¨¦cnicas industriales de construcci¨®n con poli¨¦ster -fibra de vidrio- que abarataban la mano de obra. A esto hay que sumarle la Ley de Demarcaci¨®n de Costas, que prohib¨ªa edificar a menos de 100 metros del nivel m¨¢ximo de pleamar. Algo impensable para un negocio que necesita levantarse en las playas para facilitar la botadura de los nav¨ªos.
Pero Purro se neg¨® a abandonar un oficio que formaba parte de su vida y que le obligar¨ªa a despedir a sus empleados. "Me gustaba mi trabajo porque lo considero una obra de arte. Mi mayor satisfacci¨®n era ver los barcos terminados y botarlos al mar", explica.
Purro comprendi¨® que su negocio familiar estaba abocado a desaparecer al conocer que ninguno de sus hijos seguir¨ªa con una tradici¨®n que comenz¨® cuando la abuela del carpintero, al finalizar la Guerra Civil, compr¨® el taller para que el padre de Purro tuviera una empresa propia. Un modesto astillero ligado ¨ªntimamente a la historia mar¨ªtima de los habitantes de Bueudonde trabajaron y se formaron muchos profesionales y donde se construyeron infinidad de embarcaciones.
En un a?o fabricaban hasta cuatro naos, y el 30% del trabajo lo ocupaba la reparaci¨®n y mantenimiento de peque?os barcos. "La nave m¨¢s grande que hicimos med¨ªa 25 metros de eslora y tardamos 10 meses en construirla", afirma. Ocho hombres trabajaron en su realizaci¨®n, por la que cobraron dos millones de pesetas en 1974. Un valor que triplic¨® el presupuesto inicial debido a la crisis del petr¨®leo de esa d¨¦cada, que encareci¨® el transporte y los materiales. La retribuci¨®n de los barcos se ejecutaba en cinco plazos y el contrato se cerraba con un apret¨®n de manos, sin necesidad de intermediarios legales.
La carpinter¨ªa de Purro responde a una gran sencillez constructiva, caracter¨ªstica b¨¢sica de la arquitectura popular de la Galicia marinera, levantada sobre soportes de madera y piedra con cubiertas de teja. El mismo armador la ampliaba, a medida que aumentaban los encargos, de manera improvisada y desestructurada con la madera sobrante de las embarcaciones. Este oficio realizado al aire libre se enfrentaba con frecuencia a los caprichos meteorol¨®gicos. A menudo las marejadas y temporales enterraban el astillero y con ¨¦l los barcos cuyos motores quedaban inservibles. Y en ocasiones el viento soplaba con tanta fuerza que arrojaba los barcos en construcci¨®n a la r¨ªa.
La Asociaci¨®n Os Galos considera que no debe quedar en el olvido un negocio que contribuy¨® al desarrollo de su comunidad marinera. Por ello no descans¨® hasta lograr que este mes de agosto la Xunta autorizase su recuperaci¨®n y rehabilitaci¨®n y lo convirtiese en el ¨²nico astillero de ribera en Galicia protegido por Patrimonio e incluido en su Inventario General.
La asociaci¨®n no se encuentra sola en esta traves¨ªa. El museo mar¨ªtimo y naval Mass¨®, en la misma localidad, colabora para convertir la carpinter¨ªa de Purro en un espacio donde se puedan exponer en su contexto original las colecciones de barcos tradicionales y herramientas. As¨ª la vieja atarazana vivir¨¢ eternamente en un entorno donde el progreso no implica la destrucci¨®n de las arraigadas tradiciones del litoral gallego.
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