?Es la asfixia del bienestar?
La reforma de la Constituci¨®n y la anunciada ley de estabilidad presupuestaria del PSOE y el PP, ?asfixian el gasto social y el Estado del bienestar? ?O los blindan?
El paquete pone topes al d¨¦ficit (y a la deuda, que dejamos para otro d¨ªa). Copia bastante la reforma constitucional alemana de 2009 (l¨ªmite de un 0,36% sobre el PIB para la federaci¨®n y del cero a los l?nder), al fijar un techo del 0,40%, repartido entre un 0,26% para la Administraci¨®n central y un 0,14% para las auton¨®micas.
Es un mal reparto porque el gasto auton¨®mico, en su mayor¨ªa sanitario y educativo, es menos el¨¢stico que el central, es m¨¢s arduo recortarlo: anular el pedido de un tanque es m¨¢s obvio que echar a mil maestros. Requiere pues, al menos, igual trato. Ese retoque tambi¨¦n ser¨ªa bueno para evitar el rev¨¦s de que en su primera reforma sustantiva la Constituci¨®n pierda los apoyos -como el de CiU- que concit¨® en 1978.
El tope del d¨¦ficit del 0,40% ser¨¢ desorbitado si se quiere la convergencia real Norte-Sur de Europa
Mal repartido o no, ?es demasiado exigente ese tope del 0,40%? Es muy, muy exigente. Fij¨¦monos solo en la cuota del Estado, el 0,26%, y comparemos con el presupuesto de este 2011: el d¨¦ficit esperado (ingresos menos gastos) se prev¨¦ en 24.388 millones de euros, el 2,3% del PIB; de forma que un 0,26% significa que el d¨¦ficit posible deber¨ªa reducirse por nueve: 2.756 millones, una minucia, un margen de maniobra rid¨ªculo. Pero es menos duro, porque el tope acordado no es de d¨¦ficit corriente (puros ingresos menos gastos), sino de d¨¦ficit estructural; que es el corriente ajustado a los cambios de coyuntura. Si es expansiva se le restan ingresos (pues entonces se generan m¨¢s); si es recesiva, no se le imputan los gastos a?adidos (m¨¢s paro). Lo que da m¨¢s respiro en la propuesta son las cl¨¢usulas de escapatoria: en caso de cat¨¢strofes, recesi¨®n o emergencia, los topes podr¨¢n desbordarse. Est¨¢n bien esbozadas.
A?os excepcionales aparte, esos l¨ªmites ?permiten una pol¨ªtica keynesiana de est¨ªmulo a la demanda? Keynes no era un fan¨¢tico del d¨¦ficit. Cre¨ªa en "presupuestos equilibrados, no a?o a a?o, sino a lo largo del ciclo econ¨®mico", como resalta su albacea Robert Sidelsky (El regreso de Keynes, Cr¨ªtica, Barcelona, 2009). Eso s¨ª, postulaba movilizar la demanda mediante el gasto, pero no cualquier gasto, sino sobre todo el de inversi¨®n. Ese era, dec¨ªa, "mi remedio favorito". "Las obras p¨²blicas, incluso cuando tienen una utilidad dudosa, pueden estar justificadas m¨¢s y m¨¢s veces en ¨¦pocas de grave desempleo", sentenci¨® en La teor¨ªa general (Edicions 62, Barcelona, 1987).
La inversi¨®n estatal en infraestructuras para 2011 ser¨¢ de 14.639 millones: si se aplicase ya (y no en 2020) la austeridad prevista y si los otros gastos no pudieran tocarse, la inversi¨®n ser¨ªa cero. Y para 2020 Espa?a no dispondr¨¢ de los 5.000 millones que recibir¨¢ este a?o de los fondos estructurales y de cohesi¨®n de la UE. El l¨ªmite del 0,40% resultar¨¢ desorbitado.
Quiz¨¢ no. Quiz¨¢ todos los pa¨ªses sure?os deban copiar a la brava el tope de Alemania. Pero entonces no podr¨¢n superar el desfase de capital p¨²blico, de inversi¨®n. No habr¨¢ convergencia real en Europa. A no ser que los presupuestos estatales restrictivos se compensen con un aut¨¦ntico presupuesto de la UE, expansivo. Mayor que el actual 1% del PIB. Y a¨²n m¨¢s redistributivo.
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