Buenos d¨ªas, Malasa?a
El barrio nocturno por excelencia tambi¨¦n existe de d¨ªa. Galer¨ªas de vanguardia, magdalenas de dise?o y librer¨ªas vinoteca canalizan la tradici¨®n alternativa de la zona
Una tarde de verano Giuseppe Zamora paraba a los paseantes de la calle de La Palma con una propuesta inusual. "?Un retrato? Gratis. ?Un retrato?". La galer¨ªa La Pieza estaba remodelando su fachada, "intervini¨¦ndola", como ellos dicen. Una impresora port¨¢til, un poco de cinta adhesiva y media hora despu¨¦s el artista revest¨ªa la pared con un azulejo moderno: un mosaico de caras j¨®venes y alegres en blanco y negro: el nuevo rostro de Malasa?a.
Lejos de sus d¨ªas de rebeld¨ªa, el barrio madrile?o -que se llam¨® Hospicio en el XIX, por el asilo barroco de Pedro de Ribera (hoy Museo de Historia), y barrio de Maravillas en el XVIII, por las flores que abundaban en sus balcones- lucha por renovar la reputaci¨®n alternativa que se gan¨® durante la movida. Y entre boutiques y tiendas de magdalenas, que parecen sacadas de Am¨¦lie, tambi¨¦n surgen propuestas menos comerciales.
Negocio, ocio y cultura se mezclan con frecuencia en Malasa?a. "Para el arte contempor¨¢neo es b¨¢sico que los j¨®venes se acerquen", explica Anto Lloveras de la galer¨ªa La Pieza (La Palma, 15; www.lapiezalapieza.blogspot.com), ubicada en la antigua Central Vegetariana, un icono de la zona. "Hacemos arte sin mediaci¨®n institucional, gestionada por los propios artistas", dice. "No inauguramos exposiciones, somos una instalaci¨®n mutante". Como el barrio.
Parte de ese cambio se debe a la gentrificaci¨®n, ese proceso que convierte un barrio degradado en el sitio de moda, encareci¨¦ndolo. Algunos lo ven como especulaci¨®n, otros como un positivo lavado de cara. Lo cierto es que el perfil comercial de Malasa?a ha cambiado. Las panader¨ªas se convierten en consultor¨ªas tecnol¨®gicas, las mercer¨ªas en tiendas de complementos escandinavos... Y en caf¨¦s, librer¨ªas y galer¨ªas de arte, el barrio noct¨¢mbulo y rockanrollero por excelencia ya no pasa el d¨ªa durmiendo la resaca.
Desayunar compras
Por acuerdo com¨²n, Malasa?a nace en la plaza del Dos de Mayo, cerca de donde la bordadora Manuela Malasa?a muri¨® durante la revuelta napole¨®nica de 1808. La guapa se?orita Malasa?a ten¨ªa 17 a?os cuando, camino de su taller, la agredieron unos soldados franceses, seg¨²n la leyenda. Como llevaba unas tijeras encima, tuvieron la excusa perfecta para ejecutarla por apoyar la sublevaci¨®n.
Las tijeras se emplean con fines puramente sartoriales en Sin Clon ni Son (Dos de Mayo, 10; www.sinclonnison.com), que celebra la tradici¨®n costurera del barrio en una antigua mercer¨ªa en la que ahora se venden trajes de verano hechos a medida y los sombreros de jipijapa que se estilan en todas las terrazas. Estas se llenan a partir de las diez de la ma?ana desde que los vecinos y la polic¨ªa pusieron fin al botell¨®n masivo hace siete a?os.
El botell¨®n ma?anero es m¨¢s sano: un batido en Frutal (San Andr¨¦s, 12; http://frutal.info) camino a la plaza que se llama Juan Pujol, pero que todo el mundo conoce como "la del Madro?o" por un m¨ªtico bar de chupitos baratos que all¨ª hubo. Ahora los c¨®cteles, con nombres como Gran V¨ªa (sand¨ªa, pomelo y pi?a), son una opci¨®n infinitamente m¨¢s saludable. Tras la barra, Sergio, con largas rastas, provee fruta, amor y paz a tres euros el vaso.
La Farmacia Juanse, en la misma calle, ostenta los mismos azulejos que cuando abri¨® en 1892. En uno, una madre suministra l¨¢udano, un jarabe calmante con opio, a un cr¨ªo que seguramente no ten¨ªa juguetes tan finos como los que Mar¨ªa Blanco, experiodista, ofrece en Igl¨¹ck (Velarde, 12): triciclos tallados a mano en Holanda, ropa "Mi primer vintage" tra¨ªda de Alemania o ranitas de beb¨¦ con los colores del Atleti, el Bar?a o el Madrid tricotados en Toledo.
Porque en Malasa?a tambi¨¦n hay ni?os. "Esto es como vivir en un pueblo peque?o, donde todos se conocen", dice Yuli Perp¨¦n, cuya despensa de especias y t¨¦s, Spicy Yuli (Valverde, 42; www.spicyyuli.com), parece un centro social donde se intercambian recetas, fotos de viajes y donde Yuli da consejos: "El t¨¦ rojo no se toma con leche, el ajo y el yoga no combinan". Sal del Himalaya, cilantro molido, mezclas customizadas de t¨¦ o un cl¨¢sico, Earl Grey Azul con flores (2,50 euros, 50 gramos). Pese a los 500 bares que contabiliza la asociaci¨®n vecinal, el barrio llamado Refugio en el XVI, ya no lo es solo para los juerguistas.
Comer libros
Llegada la hora de comer El Cambalache (Esp¨ªritu Santo, 28) sirve aut¨¦nticas empanadas con masa importada del R¨ªo de la Plata. Surten a los vecinos de pan caliente y especialidades argentinas como pizza rellena o alfajores. El traspaso del local les cost¨® 60.000 euros (cifra m¨ªnima para abrir seg¨²n varios comerciantes sondeados). Y eso que ya conoc¨ªan la zona, porque la nuera del due?o fabrica desde hace cinco a?os zapatos a medida en Ioli (Esp¨ªritu Santo, 1; www.intelector.com/ioli/). Una tienda que atiende toda la familia. Susanna, madre de la zapatera, explica que los dise?os "se dialogan, desde los modelos m¨¢s b¨¢sicos hasta los m¨¢s estramb¨®ticos, con tres materiales y tacones de 15 cent¨ªmetros". El cuero, siempre espa?ol. Tan bueno como la carne, seg¨²n Susanna, aunque aqu¨ª "no la saben cortar tan bien como en Argentina".
En Malasa?a hay una colonia de comida r¨¢pida que parece el sue?o delirante de un promotor de fiestas Erasmus. En los men¨²s: focaccia, crepes, sushi, hamburguesas, cupcakes (magdalenas de toda la vida)... Pero tambi¨¦n hay comida informal de la buena en Ay mi Madre (La Palma, 41; www.aymimadre.es), con men¨² casero de 7,50 euros, o en La Cocina de mi Vecina (Corredera Alta, 15), que ofrece ?oquis frescos, pollo al curry o pisto manchego para modernos que no pueden ni almorzar sin wifi.
Entre lo m¨¢s castizo est¨¢ Casa Fidel (Escorial, 6), en el centro de cuyo comedor hay una desnuda columna de madera que se destap¨® adrede durante la restauraci¨®n del local. La comida transmite esa misma idea de tradici¨®n sin lujos. "No puedes ir de Adri¨¤ si no sabes", dice Javier Blasco, el due?o. "Yo eleg¨ª a mi socio y chef cuando prob¨¦ sus huevos fritos". En las estanter¨ªas, botellas de vino a medias, con los nombres de los clientes habituales escritos en la etiqueta.
En Tipos Infames (San Joaqu¨ªn, 3; www.tiposinfames.com) se bebe vino, pero lo que se come son libros. "La idea maridaba bien", dice Francisco Llorca, uno de los tres socios. Sobre la ubicaci¨®n, no duda: "Ten¨ªa que ser aqu¨ª. Perdimos la juventud en Malasa?a", dice.
"El espacio llevaba mogoll¨®n de tiempo sin alquilarse porque era un estudio de arquitectura y hab¨ªa una plataforma en medio para presentaciones megal¨®manas", explican los socios que transformaron el local conectando el s¨®tano con la sala principal a trav¨¦s de una claraboya. Nuevos usos, pr¨¢cticos y logrados, para viejos espacios: justo lo que le est¨¢ pasando al barrio.
En la misma calle hay otro inmueble recientemente restaurado: los pisos sobre la antigua lecher¨ªa La Vaquer¨ªa (San Joaqu¨ªn, 17), con sus frescos modernistas. En esta corrala hubo vacas hasta los a?os cincuenta, ahora los pisos remodelados de 35 metros arrancan en 286.000 euros.
No para todo hace falta mucho dinero en Malasa?a. Libros por un Mundo Mejor (Esp¨ªritu Santo, 13) vende vol¨²menes de segunda mano, papeler¨ªa japonesa o bisuter¨ªa de los artesanos del mercadillo de la plaza del Dos de Mayo. Los beneficios subvencionan bibliotecas en Brasil.
En Corrach¨¢n y Delgado (Corredera Baja, 8) tambi¨¦n venden art¨ªculos de papeler¨ªa fina, pero las verdaderas joyas est¨¢n en la antigua trastienda (y son caras): por ejemplo, un Balenciaga con hilo de oro de los a?os sesenta, 1.800 euros. Vamos, un vestido de pel¨ªcula, de hecho, Paco Delgado, dise?ador de vestuario de Almod¨®var o Medianoche en Par¨ªs, de Woody Allen, regenta el local.
Merendar ideas
La calle m¨¢s comprometida de la zona agrupa y coordina su oferta cultural bajo el nombre Palma Central. Usain Bolt podr¨ªa hacer el recorrido de sus asociados en menos de 10 segundos: la galer¨ªa La Pieza (La Palma, 15), la librer¨ªa Arrebato (La Palma, 21), el teatro Nudo (La Palma, 18) o el espacio Menosuno (La Palma, 28)... "El barrio ha sufrido un cambio vertiginoso, pero es necesario, hay que influir en ¨¦l, no hay sitio para la nostalgia", dice Anto Lloveras, uno de los impulsores del proyecto.
En Menosuno (www.menosuno.com) lo mismo hay una instalaci¨®n art¨ªstica sobre personas transg¨¦nero que un concierto de ukelele y mandolina. En Arrebato (www.arrebatolibros.com) -un valor seguro con casi 20 a?os de recorrido- se puede encontrar un ejemplar de la revista Mad de los a?os setenta o un fanzine de ¨²ltima generaci¨®n. Hay grandes cl¨¢sicos de segunda mano y ediciones de peque?¨ªsimas editoriales, como los libros que hacen con basura los "cartoneros" que recogen cart¨®n al peso en Argentina o Bolivia y ahora tambi¨¦n en Espa?a.
Nudo Teatro era un antiguo taller de motos cuando un grupo de artistas se hizo con ¨¦l hace cuatro a?os. Bajo el lema "espacio de encuentro", la sala acoge espect¨¢culos de danza, teatro y artes gr¨¢ficas, y funciona como una cooperativa en la que se comparten gastos y beneficios. "Malasa?a sigue siendo el mejor lugar en Madrid para hacer teatro social y comprometido", opina Doriam Sojo, su programador.
La entrada de La Pieza "es un escaparate durante el d¨ªa donde se ve a los artistas trabajando como en los antiguos talleres", explica Lloveras. Por la tarde, los artistas salen a la calle y hacen part¨ªcipe al barrio de su obra. "La propia acci¨®n art¨ªstica pol¨ªtica", dice el galerista. Su idea es que la calle ser¨¢ alternativa o no ser¨¢.
Cenar futuro
Leitizia Bonon, due?a de Bufalino (Puebla, 9; www.bufalino.es), lleva 11 a?os sirviendo cenas en su agradable comedor de sillones naranjas y luz de ne¨®n; sin embargo, echa de menos los bares de mala muerte que caracterizaban la bajada hacia la Gran V¨ªa, las tanganas y "las putas que paseaban por aqu¨ª en libertad", dice con ¨¢nimo de provocar. Muy cerca de su restaurante pululaban durante la movida los barones de la noche alrededor del m¨ªtico Agapo de la calle de la Madera. No fueron los primeros canallas del barrio..., dec¨ªan las malas lenguas del XVII que Felipe IV malgast¨® su juventud en los prost¨ªbulos y tabernas de estas calles.
Al mismo siglo XVII se remontan los tecn¨®filos de la La Sociedad de las Indias Electr¨®nicas (Barco, 37; http://lasindias.coop) para explicar su nombre. "La tecnolog¨ªa es el oro de Am¨¦rica actual", explica uno de los socios de esta consultor¨ªa que desarrolla redes sociales para empresas de la talla del Banco Santander. "A Cervantes no le dejaron ir a las Indias por tener sangre impura", dicen. "Nosotros no somos inform¨¢ticos, pero no por ello nos queremos quedar fuera de la tecnolog¨ªa... Si no la controlas, te controla".
En MadFix (Tesoro, 21; www.madfix.es), la tecnolog¨ªa va a pedales, literalmente. Esta tienda de bicicletas custom permite elegir pieza a pieza el artefacto final: una bici retro moderna de pi?¨®n fijo para lucirse en el barrio. El local resume el matrimonio de la tradici¨®n artesanal del barrio con el cambio de modelo urbano hacia lo sostenible. Sin olvidar el punto fashionista. En un barrio con muy pocos coches, la bici molona resulta ser la forma perfecta para desplazarse entre la galer¨ªa y el caf¨¦.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Turismo de Madrid (www.esmadrid.com).
? Somos Malasa?a (www.somosmalasana.com), un peri¨®dico local con mucha informaci¨®n.
Visitas
? Carpetania Madrid (www.carpetaniamadrid.com; 657 84 76 85) ofrece rutas guiadas por el barrio que van de Felipe II al botell¨®n por 10 euros con consumici¨®n.
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