La puntilla
"Muy amenazada debe estar la familia de Zapatero para que el presidente se vea obligado a tomar las decisiones que toma". Me lo dijo una se?ora de cierta edad. Y la an¨¦cdota me parece un buen reflejo del desconcierto con que mucha gente -especialmente las personas que cuando lleg¨® le vieron como una esperanza- sigue la agon¨ªa del presidente. La propuesta de reforma de la Constituci¨®n es un gesto t¨ªpico del estilo Zapatero, que se basa en la convicci¨®n de que la pol¨ªtica es impacto comunicacional. Antes de mayo de 2010, esta idea del ejercicio del poder ven¨ªa acompa?ada de la ilusi¨®n de que, lanzado un mensaje, todo lo dem¨¢s se daba por a?adidura y siempre para bien, por la creencia en una presunta tendencia natural a que las cosas caigan del buen lado. En mayo de 2010, el presidente descubri¨® que el happy end no existe. Y el m¨¦todo del impacto comunicacional adquiri¨® dimensi¨®n dram¨¢tica, como respuesta al p¨¢nico.
La propuesta de reforma de la Constituci¨®n responde a este estilo. Vamos a provocar un gran ruido en la escena p¨²blica, los mercados se calmar¨¢n y los ciudadanos se resignar¨¢n porque comprenden que la situaci¨®n es l¨ªmite. A estas alturas, Zapatero ya deber¨ªa saber lo ef¨ªmeros que son los efectos de los impactos comunicacionales. Entre otras cosas, porque generalmente son medidas m¨¢s espectaculares que efectivas. Estamos hablando de una reforma de la Constituci¨®n para fijar un l¨ªmite al d¨¦ficit p¨²blico -no al gasto, como algunos parecen confundir-, cuyas cifras se establecer¨¢n por ley org¨¢nica y podr¨¢n ser modificadas posteriormente. El objetivo de la norma no se alcanzar¨¢ hasta 2020. Y no hay previsto ning¨²n instrumento que permita obligar o sancionar al que no la cumpla.
Es dudoso que una modificaci¨®n tan vaporosa pueda contentar a alguien y es complicado defenderla a la vista de los destrozos que ha provocado: aumentar la desaz¨®n de la ciudadan¨ªa; arruinar las ya escasas expectativas electorales del PSOE; evidenciar el esp¨ªritu gregario de sus diputados -ahora le llaman responsabilidad-, y abrir una nueva fase conflictiva en el Estado de las autonom¨ªas. Es dif¨ªcil entender la urgencia de una reforma que deja todas las concreciones pendientes de una ley org¨¢nica que s¨ª puede esperar. Es dif¨ªcil justificar que se salte la consulta a la ciudadan¨ªa en un pa¨ªs que ha hecho de la reforma de la Constituci¨®n algo extremadamente excepcional. Pero los dirigentes pol¨ªticos sospechan que el refer¨¦ndum dar¨ªa expresi¨®n al malestar de la ciudadan¨ªa y no quieren arriesgarse. Con la reforma que proponen no se puede decir que PSOE y PP aumenten su prestigio: est¨¢n declarando p¨²blicamente que no se f¨ªan de ellos mismos. No se sienten capaces de garantizar que gestionar¨¢n con prudencia si no se lo exige la ley. Y despu¨¦s nos piden que les tengamos confianza para gobernar.
Con todo, este desgraciado episodio, pen¨²ltimo eslab¨®n de la agon¨ªa de Zapatero, tiene tambi¨¦n sus aspectos positivos. Primero: se ha acabado el tiempo de los eufemismos. Ya no hay siquiera el esfuerzo de revestir con t¨®picos ideol¨®gicos la cruda realidad de la impotencia de los Gobiernos. Tanto Zapatero como Alonso lo han dicho sin ambages: "Es la opci¨®n m¨¢s suave para calmar a los mercados", es "para intentar salvar a Espa?a de la presi¨®n de los mercados". Segundo: se ha roto el tab¨² de la reforma constitucional. Adi¨®s al discurso que presentaba cualquier intento de renovar la Constituci¨®n como un atentado a la estabilidad democr¨¢tica. Ahora ya sabemos que si PP y PSOE se lo proponen la Constituci¨®n se cambia y adem¨¢s a la carrera, sin espacio para la deliberaci¨®n p¨²blica. Se ha abierto una espita para todos aquellos que piensan (o que pensamos) que a la Constituci¨®n ya le toca un baldeo. La vida pol¨ªtica se reactivar¨ªa si florecieran las propuestas. Aunque no ignoro que el pacto PSOE-PP lleva incorporado un candado para cerrar la Constituci¨®n a cualquier otra iniciativa.
La despedida de Zapatero tiene algo de tr¨¢gica. Es fiel reflejo de su trayectoria: incapaz de pre?ar de sentido a la cosa p¨²blica, su aventura se ha convertido en la historia de un bluff comunicacional. La evoluci¨®n de su rictus da para una tesis doctoral. La reforma constitucional es la ¨²ltima vuelta de tuerca a un fracaso: aumenta la desconfianza y el escepticismo de los ciudadanos y deja a la izquierda desmantelada ideol¨®gicamente, escorando de modo peligroso el sistema pol¨ªtico hacia la derecha. Lleg¨® prometiendo cambiar Espa?a y, como ocurre casi siempre, el mundo le ha cambiado a ¨¦l. La reforma ha sido la puntilla que Zapatero se ha dado a s¨ª mismo y a su partido.
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