Una juez contra Sarkozy
EL ACENTO
La pasada semana se public¨® en Francia Sarko m'a tuer (Sarko me mata), de G¨¦rard Davet y Fabrice Lhomme, periodistas de Le Monde. El libro lleg¨® a los escaparates pr¨¢cticamente al mismo tiempo en que el presidente de Francia gozaba de uno de sus momentos de mayor gloria. Hab¨ªa reunido en Par¨ªs a dirigentes de 60 pa¨ªses para darle la bienvenida al Consejo Nacional de Transici¨®n de Libia y celebrar as¨ª la ca¨ªda de Gadafi, en la que tuvo un protagonismo esencial al encabezar -junto a Reino Unido- la coalici¨®n internacional que, de la mano de la OTAN y con todas las bendiciones de la ONU, colabor¨® con los rebeldes de Bengasi para acabar con el tirano.
En medio de la fiesta por el triunfo le llegaron los crujidos del pasado: en el libro, la juez Isabelle Pr¨¦vost-Desprez explica que Sarkozy recibi¨® en 2007 sobres de dinero negro de manos de Liliane Bettencourt, multimillonaria y principal accionista
de L'Oreal, para subvencionar su campa?a electoral.
El esc¨¢ndalo estall¨® el pasado verano. Fue la excontable de la millonaria la que entonces habl¨® de los sobres, que presuntamente hab¨ªa recibido el que era tesorero del partido de Sarkozy y ministro de Trabajo, Eric Woerth. El culebr¨®n, en el que la millonaria repart¨ªa a los pol¨ªticos jugosas cantidades en met¨¢lico tras convocarlos en su mansi¨®n de Neuilly (donde Sarkozy era alcalde), oblig¨® a Woerth a renunciar a sus responsabilidades econ¨®micas en su partido (luego tambi¨¦n fue relevado como ministro).
As¨ª que las cosas parec¨ªan olvidadas. Pero llega la juez y les dice a los periodistas que una contable y una enfermera que trabajaban con Bettencourt contaron que vieron c¨®mo ella le daba los fajos de billetes a Sarkozy. No hay pruebas materiales que confirmen su relato, que el El¨ªseo ha desmentido inmediatamente. Pero el barullo est¨¢ servido. Si Sarkozy no se querella contra la juez, permanecer¨¢ siempre en el aire una sombra de duda. Si lo hace, el ruido del proceso podr¨ªa terminar mezcl¨¢ndose en la campa?a electoral (para regocijo de sus enemigos). Y le estropear¨ªa entonces toda esa gloria que acaba de conquistar por haber ayudado a derribar a Gadafi.
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