?xitos y fracasos de Al Qaeda
A 10 a?os del 11-S, los principales ¨¦xitos de Al Qaeda pueden reducirse en lo fundamental a tres. En primer lugar, el de haber conseguido persistir, articulada y activa, una d¨¦cada despu¨¦s de los atentados de Nueva York y Washington, pese a cuantas iniciativas contraterroristas gubernamentales y multilaterales han sido adoptadas desde entonces para destruirla. Eso s¨ª, la estructura terrorista formada en 1988 y que contin¨²a existiendo en la actualidad es muy diferente de la de 2001. Si entonces contaba con un vasto santuario en Afganist¨¢n, hoy sus infraestructuras son mucho m¨¢s reducidas y confinadas en enclaves muy concretos de las zonas tribales al noroeste de Pakist¨¢n. Si hace 10 a?os contaba con varios miles de miembros propios, en estos momentos dif¨ªcilmente dispone de algunos centenares. Si Al Qaeda ide¨®, planific¨®, prepar¨® y ejecut¨® por s¨ª misma los atentados del 11-S, en estos momentos dif¨ªcilmente podr¨ªa ir m¨¢s all¨¢ de la ideaci¨®n o planificaci¨®n de similares actos de terrorismo. Adem¨¢s, numerosos dirigentes de Al Qaeda han sido detenidos o abatidos, lo que ha ido incidiendo negativamente tanto sobre su din¨¢mica organizativa como sobre su conducta operativa.
La red del fallecido Osama Bin Laden no ha conseguido movilizar a su favor al mundo isl¨¢mico
El segundo ¨¦xito de Al Qaeda consiste en haber propiciado la formaci¨®n de una extensa urdimbre del yihadismo global. Cuando tuvieron lugar los atentados del 11-S, hablar de terrorismo global era hacerlo de Al Qaeda. Cierto que desde 1998 contaba con un peque?o elenco de organizaciones armadas de orientaci¨®n islamista afines, pero Al Qaeda era la entidad que dispon¨ªa de recursos y cuyos componentes perpetraron, en los a?os previos al 11-S, destacados actos de terrorismo en algunos pa¨ªses ¨¢rabes y africanos. Hoy existe una urdimbre del terrorismo global mucho m¨¢s extendida, de la que Al Qaeda es solo su componente originario, pero ni mucho menos el de mayores dimensiones o el m¨¢s operativo. Entre 2003 y 2007 aparecieron las extensiones territoriales de esa estructura terrorista, como Al Qaeda en la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, Al Qaeda en Mesopotamia o Al Qaeda en el Magreb isl¨¢mico. Por otra parte, existe un heterog¨¦neo y variable conjunto de organizaciones asociadas con Al Qaeda, cuyos m¨¢s notables exponentes son, en la actualidad, Therik e Taliban Pakistan y As Shabaab. Adem¨¢s, el terrorismo global incluye a individuos y c¨¦lulas independientes, ¨²nicamente inspirados por la ideolog¨ªa y las directrices gen¨¦ricas de Al Qaeda.
Puede asimismo considerarse como un tercer ¨¦xito de Al Qaeda el de estar a¨²n condicionando tan decisivamente aspectos internos e internacionales de las pol¨ªticas de seguridad. Tras los atentados del 11-S, muchos pa¨ªses han introducido instrumentos y agencias dedicadas a tareas de prevenci¨®n y lucha contra el terrorismo, convertido en una prioridad de lasagendas gubernamentales en la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales y buena parte de los dem¨¢s. Al hacerlo, incurren de manera sostenida en elevados costes que cabe pues imputar al impacto del terrorismo global a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada. En un nivel intergubernamental, esas pol¨ªticas nacionales se han visto complementadas por decisiones adoptadas en ¨¢mbitos como el de la Uni¨®n Europea. Aunque la masiva introducci¨®n o el reforzamiento de costosas medidas nacionales destinadas a prevenir atentados, desmantelar estructuras terroristas y desbaratar sus tramas de financiaci¨®n han constre?ido muy seriamente la actuaci¨®n de los grupos y las organizaciones que practican el terrorismo yihadista, tambi¨¦n se han cometido excesos en las respuestas estatales a dicho fen¨®meno, en ocasiones abiertamente contraproducentes.
Otros tres pueden ser tenidos como los principales fracasos de Al Qaeda a lo largo de los ¨²ltimos 10 a?os. En primer lugar, ha fracasado a la hora de replicar atentados de similar alcance y magnitud a los del 11-S. Ni siquiera ha conseguido, por s¨ª misma o mediante el concurso de sus extensiones territoriales o de alguna de sus organizaciones afiliadas, cometer un acto de terrorismo espectacular y altamente letal en el territorio estadounidense, pese a la obsesi¨®n de Osama Bin Laden, hasta su muerte, por llevarlo a cabo. Aun cuando s¨ª lo hizo en Espa?a y Reino Unido. Al Qaeda tampoco ha logrado provocar el colapso econ¨®mico del mundo occidental, pese a que sus dirigentes se han atribuido, como uno de los resultados del 11-S y en su af¨¢n por mostrar la eficacia del terrorismo, la actual situaci¨®n de crisis. Menos capaz a¨²n ha sido Al Qaeda de socavar los cimientos del orden sobre los que descansan las democracias occidentales. Salvo las incomodidades adicionales en los aeropuertos, ?acaso han cambiado significativamente los estilos de vida o los procesos pol¨ªticos en las sociedades abiertas?
Al Qaeda ha fracasado, en segundo lugar, en movilizar en su favor al mundo isl¨¢mico, e incluso su popularidad se ha visto progresivamente mermada, aunque contin¨²e siendo entre significativa y considerable en algunos pa¨ªses. La realidad del terrorismo yihadista, cuyas v¨ªctimas mortales son en una inmensa mayor¨ªa musulmanas, contrasta con la ret¨®rica antioccidental que exhibe su propaganda. Eso ha llevado a que prominentes figuras con autoridad religiosa reconocida hayan terminado por estigmatizar a Al Qaeda y sus actividades. As¨ª, Al Qaeda ni ha conseguido expulsar a Estados Unidos de Oriente Pr¨®ximo como ambicionaba, ni ha adquirido notoriedad en el conflicto entre palestinos e israel¨ªes. Tampoco ha sido relevante en el desencadenamiento de las movilizaciones autoritarias y el derrocamiento de gobernantes aut¨®cratas en algunos pa¨ªses del mundo ¨¢rabe. Aunque los l¨ªderes de estas organizaciones yihadistas seguir¨¢n tratando de aprovechar las oportunidades que esas transformaciones pol¨ªticas les proporcionen, esperando que el caos, la frustraci¨®n o el descontento generalizados terminen por ofrecerles un contexto favorable.
El abatimiento de Osama Bin Laden en Abbottabad, apenas cuatro meses antes de cumplirse una d¨¦cada desde los atentados de Nueva York y Washington, evidencia el tercero de los principales fracasos de Al Qaeda. Desde hace unos ocho a?os, Osama Bin Laden se refer¨ªa a la confrontaci¨®n de Al Qaeda con Estados Unidos como una guerra de desgaste. La m¨¦trica de victoria para Al Qaeda consist¨ªa, b¨¢sicamente, en evitar su derrota y seguir perpetrando atentados, extendiendo sus ¨¢mbitos de influencia y proyect¨¢ndose como invencible. Que su m¨¢ximo dirigente no hubiera sido capturado o abatido daba p¨¢bulo a esa imagen. La p¨¦rdida de Osama Bin Laden, que fund¨® Al Qaeda a finales de los ochenta, fue capaz de consolidarla en los noventa, hizo de ella la primera entidad terrorista insurgente capaz de perpetrar actos de megaterrorismo y se mantuvo 23 a?os al frente de la misma, es de extraordinaria importancia tanto para mantener la cohesi¨®n interna de dicha estructura terrorista como para sostener su capacidad de movilizar recursos. Un fracaso para la estructura terrorista al que se a?aden la muerte, el pasado agosto, de Atiyah Abd al Rahman, quien desde hace tiempo ejerc¨ªa como el verdadero gestor de Al Qaeda, y, hace unos d¨ªas, la detenci¨®n de Yunis el Mauritani, su mando operativo para el mundo occidental.
A tenor de lo antedicho, podr¨ªa concluirse que, a 10 a?os del 11-S, los fracasos de Al Qaeda son mayores que sus ¨¦xitos. Pero ello no significa que su amenaza terrorista se haya desvanecido. Incluso si Al Qaeda quedase inhabilitada, los desaf¨ªos planteados por el terrorismo yihadista no se mitigar¨ªan a corto y medio plazo. Ante una Al Qaeda aminorada y degradada, privada del liderazgo de Osama Bin Laden, sus hasta ahora extensiones territoriales y organizaciones asociadas podr¨ªan relocalizar sus respectivas estrategias, orient¨¢ndolas hacia fines relacionados con los pa¨ªses y regiones en que operan. Ello quiz¨¢ reducir¨ªa los niveles de la amenaza del terrorismo yihadista en las sociedades occidentales, donde sigue siendo diversificada y a menudo compuesta. Que Al Qaeda consiga perpetrar alg¨²n acto de megaterrorismo es improbable, pero no puede afirmarse categ¨®ricamente que imposible. Ahora bien, que alguna de sus extensiones territoriales o de sus organizaciones afiliadas logre, en ese mismo ¨¢mbito, ejecutar atentados de menor alcance y magnitud sigue siendo bastante m¨¢s veros¨ªmil. Que se produzcan nuevos incidentes terroristas de relativa baja letalidad, protagonizados por individuos aislados o c¨¦lulas independientes, se da casi por descontado.
Fernando Reinares es investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano y catedr¨¢tico en la Facultad de Ciencias Jur¨ªdicas y Sociales de la Universidad Rey Juan Carlos.
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