Rinc¨®n de lectura
Hay que buscar un buen sitio para leer las malas noticias del peri¨®dico. Uno de los t¨®picos m¨¢s acreditados del periodismo dice que las buenas noticias casi nunca son noticia y que solo se publican como relleno y guarnici¨®n de la carne fresca del men¨² del d¨ªa. En invierno me gusta leer el peri¨®dico de la ma?ana en el bar de mi esquina, reconfortado de los malos tragos de la letra impresa con un caf¨¦ oscuro como la tinta y con el comentario de textos de la parroquia: "?Has visto lo que pone aqu¨ª? ?Qu¨¦ barbaridad! ?As¨ª no vamos a ninguna parte! P¨ªldoras de apocalipsis que se tragan mejor compartidas. En oto?o, Paco, el de la ex caja de ahorros, seguir¨¢ dando lecciones sobre la deuda griega y los eurobonos y Anto?ito, el de la farmacia, seguir¨¢ defendiendo a Esperanza Aguirre y a Mourinho.
De d¨ªa, la plaza del Dos de Mayo es un espacio casi id¨ªlico, rebosante de ni?os en sus corralitos
En este verano que agoniza leo el peri¨®dico en solitario y en la sombra de una terraza de la plaza del Dos de Mayo en la que los diarios digitales, v¨ªa wifi, comienzan a imponerse al papel. Un lector virtual me dirige una mirada de suficiencia, casi de conmiseraci¨®n, cuando me ve luchar, a velas desplegadas, contra el viento desbaratador e inoportuno que desencuaderna las p¨¢ginas. Los del wifi no comentan nada, aunque puede que manden tuits a los de las mesas vecinas. Cuando levanto la vista del desmadejado diario vislumbro el apacible entorno de aquella plaza guerrera en la que montan guardia imperturbable nuestros h¨¦roes locales, Dao¨ªz y Velarde, que con Ind¨ªbil y Mandonio y Puskas y Gento se inscriben entre las parejas de hecho m¨¢s se?eras de nuestra historia. Con sus rid¨ªculas pero impolutas tocas y su ca?oncito de juguete, Dao¨ªz y Velarde han soportado mucho y visto muchas cosas, pero ¨²ltimamente respiran m¨¢s tranquilos. La plaza de d¨ªa es un espacio casi id¨ªlico, rebosante de ni?os confinados en sus multicolores corralillos o jugando a la pelota bajo el viejo aviso de "Prohibido jugar a la pelota", que esta plaza sigue siendo criadero de insumisos, indignados y disidentes.
Al fondo, un colegio p¨²blico y biling¨¹e bajo la santa advocaci¨®n de don Francisco Pi y Margall, pol¨ªtico ¨¦tico (con lo que cuesta escribir juntas estas palabras), republicano y federal y amigo de Proudhon cuando emigr¨® a Par¨ªs. El colegio es tambi¨¦n colegio electoral y su m¨¢s c¨¦lebre electora es Esperanza Aguirre, que en d¨ªas de comicios procesiona a pie desde su cercano domicilio escoltada por una cohorte de fieles. Acabo de dejar a la presidenta en su nicho diario del peri¨®dico y ya me la encuentro otra vez girando en mi cabeza. No tengo remedio, y ella menos. En la hoja volandera que acabo de rescatar del viento destaca un titular: Aguirre calienta las protestas al cuestionar la ense?anza gratuita. "Si la educaci¨®n es libre y gratuita en una fase, a lo mejor no tiene que ser gratuita y obligatoria en todas las dem¨¢s fases", dijo la presidenta antes de desdecirse un poco, que es marca de la casa. Un pol¨ªtico, m¨¢s o menos, de la ¨¦poca de Pi y Margall dijo: "Cuando un pol¨ªtico dice jam¨¢s quiere decir por ahora no". Cuando Esperanza Aguirre dice "a lo mejor", est¨¢ se?alando un camino, marcando una tendencia. En su autodesmentido en Twitter, Aguirre explica que hablaba de los m¨¢steres universitarios pero sin nombrarlos porque se?alar es de mala educaci¨®n. Esperanza hablaba de los m¨¢steres y yo pensaba hablar en este art¨ªculo de lo bien que se lee el peri¨®dico, si el viento no lo impide, en la terraza del Pepe Botella, que fue un rey laico, ilustrado y postizo como casi todos los reyes. Iba a hablar del Rinc¨®n de Lectura, una librer¨ªa de viejo y de saldo situada en un ¨¢ngulo de la plaza donde tengo la impresi¨®n de que estoy recompr¨¢ndome a m¨ª mismo, porque la mayor¨ªa de los t¨ªtulos que saldan en sus cajones estuvieron alguna vez en mi biblioteca, y a lo mejor siguen estando, aunque qui¨¦n sabe d¨®nde. Iba a hablar tambi¨¦n de una m¨¢scara antig¨¢s de la I Guerra Mundial que exponen en una nueva tienda de moda infantil de la plaza porque es una m¨¢scara para ni?os, pintada de vivos colores y con una naricilla postiza, y de una tienda de dulces y de tartas y de una nueva boutique con ropa de los a?os cincuenta que vuelven irremisiblemente. De los nuevos-viejos negocios que se monta la gente para sobrevivir y de tantas otras cosas de las que ya les hablar¨¦ cuando el peso de la actualidad y el sobrepeso de la autoridad competente no lo impidan.
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