Conspiraci¨®n
Esta conspiraci¨®n que urdieron, con algunas excepciones, los consejeros de RTVE para ver antes de tiempo los telediarios esconde una met¨¢fora del irrespeto profesional que arranca de lo m¨¢s lejano de los tiempos y se consolida en algunas mentes que confunden el culo con las t¨¦mporas.
Se vieron de pronto con el poder de controlar y decidieron ejercerlo como quien se va a tomar unas copas en la fiesta de Blas. Luego desandaron el camino, pero mientras tanto el dime y direte fue tan vergonzoso que acaso, en lugar de rectificar tan solo, tendr¨ªan que haberse ido a su casa a leer poemas de Rilke. Y hubieran vuelto como nuevos y adem¨¢s dimitidos, una sensaci¨®n tan hermosa como estrenar camisa.
El asunto no es balad¨ª y requiere una reflexi¨®n adem¨¢s de un poema. Los consejeros de RTVE son muchos, tienen un enorme poder de obstrucci¨®n y lo han ejercido en la historia para interrumpir a los directores y a los presidentes que ha tenido ese organismo. En un acuerdo sin precedentes, el Estado, representado primero por el Gobierno socialista y luego por el Parlamento, decidi¨® hacer de la radiotelevisi¨®n de todos una plataforma profesional. A salvo de partidismos y otros atrevimientos.
Fue un soplo de aire puro en un ente envejecido por man¨ªas tan arteras como aquella que (y esa imagen la tenemos clavada en la memoria) le hicieron protagonizar los telediarios de Aznar (fueron de Aznar, adem¨¢s de ser de Urdaci) al presidente de PRISA, Jes¨²s Polanco, cuando el Gobierno popular (fue el Gobierno popular) insisti¨® en llevarle a la c¨¢rcel pase¨¢ndolo por la Audiencia y por aquellos telediarios.
Pero ahora ya no iban a ser as¨ª las cosas, ya no podr¨ªa un solo bot¨®n controlar las claves de La Moncloa y las claves del Pirul¨ª. Al tiempo, otras televisiones igualmente estatales (todas las auton¨®micas) se reservaban el derecho de admisi¨®n y negaban el pan y la sal, en mayor o menor medida, a las respectivas oposiciones, pues su estructura depend¨ªa (depende) del santo mando auton¨®mico...
Duraba mucho el experimento, o eso pensaron los consejeros, despojados del yugo suave del presidente Oliart, a quien defenestraron poco a poco, con esos hachacitos rosa (la frase es de Cabrera Infante) que cayeron sobre ¨¦l hasta que, harto, se decidi¨® ir a ver pastar en los campos gallegos o extreme?os... Y ya con el poder alternativo que les dio la interinidad decidieron jugar a las maquinitas, descubrieron el iNews y dijeron esta es la nuestra. Mandaron a pedir el mando, y Dios la que se arm¨®.
Que se haya armado una buena dice varias cosas, entre otras. Por un lado, que ya los Gobiernos y las oposiciones (y sus fieles escuderos, tirios y troyanos) no pueden hacer lo que les da la gana con el mando; que ya se ha instalado una tradici¨®n profesional que hace muy dif¨ªcil que los consejeros (y aquellos que les mandan) vean el telediario antes que cualquiera de nosotros. Eso parece una tonter¨ªa, pero tiene un alcance enorme, pues significa que la pol¨ªtica ha sido pillada en lo que no tiene que pisar y ahora van a ser m¨¢s respetuosos. ?Lo ser¨¢n? Bueno, vamos a so?ar, que es algo que tambi¨¦n se hace viendo la tele.
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