D¨ªas muy peligrosos
Los ¨²ltimos meses de esta legislatura est¨¢n alcanzando en los diferentes grupos pol¨ªticos cotas de confusi¨®n y desbarajuste lamentables. Son los ciudadanos quienes mejor mantienen la calma dentro del caos que representa este largo y absurdo periodo en el que nadie parece estar realmente a cargo de la situaci¨®n y quienes menos decisiones peligrosas est¨¢n tomando. Muchos de sus representantes en las diferentes instituciones parecen decididos, por el contrario, a aprovechar este vac¨ªo para llevarse por delante mecanismos democr¨¢ticos y equilibrios que cost¨® mucho tiempo conseguir y que ahora se desmontan en un pisp¨¢s, sin encomendarse ni a dios ni al diablo.
La decisi¨®n del Consejo de Administraci¨®n de Radio Televisi¨®n Espa?ola (RTVE) de arrogarse, es decir, atribuirse indebidamente, el derecho a entrar en el sistema inform¨¢tico de sus servicios informativos y acceder as¨ª, en tiempo real, al trabajo profesional de periodistas y montadores, es un gran ejemplo de ese caos.
Arrogarse el derecho de acceder al trabajo de periodistas y montadores de RTVE da idea del caos pol¨ªtico que vivimos
El pasmo y el rechazo que provoc¨® la medida obligaron a los dirigentes del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista (PSOE) a dar marcha atr¨¢s, pero el hecho, que debe quedar registrado, es que los consejeros del PP y de Convergencia i Uni¨® votaron a favor y que los del PSOE, Esquerra Republicana de Catalunya y Comisiones Obreras se abstuvieron. Solo la periodista Teresa Aranguren, propuesta por Izquierda Unida, y el catedr¨¢tico Santos Ruesga, de UGT, conservaron la calma y el sentido com¨²n de oponerse desde el primer momento a una decisi¨®n que permite, sin el menor g¨¦nero de duda, un mayor control pol¨ªtico de la informaci¨®n en un medio de propiedad p¨²blica al que se le supone un funcionamiento independiente.
Permitir que los miembros del Consejo de Administraci¨®n de cualquier empresa informativa, sea p¨²blica o privada, accedan al trabajo de los empleados de ese medio es una de las peores pesadillas de un periodista que respete su trabajo y que desee desarrollarlo bajo reglas profesionales. Una decisi¨®n semejante no puede ser producto de la ignorancia ni de un error. Evidentemente, quienes votaron a favor o se abstuvieron creen que ellos, como representantes de distintos grupos parlamentarios, tienen ese derecho. Lo ¨²nico que ha pasado es que antes no pudieron imponerlo y que ahora, en medio de la confusi¨®n, y aprovechando sus nuevas funciones tras la dimisi¨®n de su ¨²ltimo presidente, Alberto Oliart, han intentado dar gusto a unos dirigentes pol¨ªticos que est¨¢n muy deseosos de recuperar ese control. El aparato del PSOE, posiblemente, porque teme la llegada del PP a RTVE y quiere ese nuevo mecanismo de control; y el aparato del PP, porque nunca ha cre¨ªdo en esa independencia.
Los actuales informativos de RTVE son ampliamente reconocidos como los m¨¢s imparciales y profesionales de la historia de la radiotelevisi¨®n p¨²blica, algo que habr¨ªa que agradecer, en estas horas tan amargas para ¨¦l, a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que renunci¨® a designar al presidente del grupo p¨²blico y remiti¨® el nombramiento a una mayor¨ªa reforzada del Congreso. Cierto que las espantosas relaciones PP-PSOE han dificultado el funcionamiento de RTVE, pero aun as¨ª el nivel de independencia de los profesionales de sus servicios informativos es, y ha sido, muy elevado.
Lo m¨¢s inquietante de esta fallida operaci¨®n es sospechar que solo la proximidad de las elecciones y la inmediata y vigorosa reacci¨®n de los profesionales del propio medio han impedido que se lleve a cabo. RTVE, que se encuentra en una situaci¨®n de fragilidad empresarial como consecuencia de su nuevo y discutible m¨¦todo de financiaci¨®n, ser¨¢ uno de los primeros escenarios donde los ciudadanos podremos calibrar el car¨¢cter que va a tener esta nueva etapa. Ojal¨¢ quienes est¨¦n en la oposici¨®n no se vuelvan locos ni vendan libertades y equilibrios tan dif¨ªcilmente logrados a cambio de conservar sus aparatchiks en el sistema. - solg@elpais.es
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