Pell¨®n, por ejemplo
A Jacinto Pell¨®n le dieron tanta cera que incluso de su nombre hicieron bromas. La ra¨ªz fue su gesti¨®n de la Expo de Sevilla, por la que lo despellejaron vivo y a la vista de todos; los de cerca hicieron la vista gorda, su equipo lo apoy¨® al mil¨ªmetro; lo salv¨® eso, y al final, acabado su calvario eso dijo: resist¨ª por ellos.
Quisieron matarlo moralmente y ¨¦l disimul¨® sus heridas con una fortaleza que ahora parece incre¨ªble. La persecuci¨®n ocurri¨® desde antes de 1992, cuando se inaugur¨® la Expo. Lo tacharon de tal manera, y lo tacharon con los peores insultos, que era inconcebible que aguantara. Aguant¨®.
La persecuci¨®n contra Pell¨®n arreci¨® despu¨¦s de acabada la Expo, y sigui¨® a¨²n, con denuncias de malversaci¨®n, entre otras, hasta que un papel judicial, del juez Baltasar Garz¨®n, desbarat¨® las suposiciones y a Pell¨®n le devolvieron la dignidad que le hab¨ªan intentado quitar.
?Se la devolvieron? ?Le devolvieron la dignidad? Eso nunca vuelve a su sitio, nadie pide perd¨®n. Era dif¨ªcil que aguantara, y aguant¨®. Pero despu¨¦s, una vez que el foco cambi¨® de sitio (ya no hab¨ªa Expo, fue un alivio para los que no la quisieron), todo el foco fue sobre Pell¨®n, y tuvo que irse yendo discretamente de este pa¨ªs, a hacer trabajos irrelevantes por esos mundos.
Un d¨ªa me lo encontr¨¦ en M¨¦xico, como un exiliado, aunque estaba de buen humor. El calvario lo llevaba por dentro, como lo llev¨® en la Expo. As¨ª que cuando el juez le levant¨® las sospechas ¨¦l estaba cansado, harto de los adjetivos que le pusieron a su nombre, incluido a su apellido, Pell¨®n, que pas¨® a ser sin¨®nimo ("pellones") de una corrupci¨®n que ¨¦l no cometi¨®, seg¨²n esa resoluci¨®n judicial.
Muri¨® tres a?os despu¨¦s de que aclararan su nombre, de repente, en Barcelona, cuando ten¨ªa menos de 70 a?os. ?Te sentiste apestado, Jacinto?, le pregunt¨¦ tres a?os antes. Me dijo que no, pero estaba muy triste.
Me he acordado mucho de aquellas invectivas que sufri¨® Pell¨®n viendo lo que pasa con Eduardo Bautista, el expresidente ejecutivo de la SGAE. Ignoro, como es natural, en qu¨¦ acabar¨¢ todo lo que se dice que el juez est¨¢ hallando en esa historia, pero s¨ª tengo la certeza de que arremeten tanto contra ¨¦l que un d¨ªa le van a incriminar, incluso, por llamarse Teddy. He visto que los que nunca dijeron ni media (al contrario, a veces) de su gesti¨®n, tambi¨¦n lo eliminan o lo tachan de la existencia, otros le reprochan incluso su identidad como m¨²sico, que quisieran borrada del mapa por lo que se lee, y veo a muy pocos (de su entorno, de los que saben qu¨¦ cosa es eso de defender en Espa?a los derechos de autor) haciendo alguna referencia, aunque sea m¨ªnima, a la gesti¨®n que antes ponderaban. Tampoco vi que alzaran la voz los que lo tachaban de todo cuando medios de extrema derecha acomet¨ªan la innoble tarea de demolerlo como persona.
Pero eso es historia. Lo que me alarma es la madera que est¨¢n sacando de este ¨¢rbol sin que nadie diga: "Eh, que yo tambi¨¦n era de ese bosque".
Me acord¨¦ de Pell¨®n, me acuerdo de Teddy. As¨ª funciona la memoria, en todas las ¨¦pocas hay nombres propios que tienen la categor¨ªa de advertencia o de ap¨®logo. Para el que quiera escuchar el cuento y aplicarlo al momento que vivimos. -
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