Vencedores y vencidos
El nacionalismo radical vasco est¨¢ convirtiendo el fin del terrorismo y la derrota inapelable de ETA en un esperpento. Ahora nos enteramos de que, a su instancia y a la de un tal Brian Currin, se ha creado una llamada Comisi¨®n Internacional de Verificaci¨®n del alto el fuego de ETA. La iniciativa se descalifica por s¨ª sola si tenemos en cuenta tanto la composici¨®n de la comisi¨®n como la naturaleza de la tarea que supuestamente se le encomienda. De antemano, son los propios comisionados los que afirman "no saber mucho sobre la realidad pol¨ªtica vasca", para a continuaci¨®n asegurar que tienen garant¨ªas de que el alto el fuego de ETA lo es sin condiciones y su mantenimiento no depende de lo que hagan las instituciones pol¨ªticas y judiciales de Espa?a y Francia. Entonces, ?qu¨¦ clase de verificaci¨®n es necesaria? ?Qu¨¦ verificaci¨®n pueden desarrollar esos ignorantes de la realidad vasca que no sean capaces de llevar a cabo la Guardia Civil y la Gendarmer¨ªa francesa? Quiz¨¢s esos se?ores no se prestar¨ªan a hacer el rid¨ªculo si efectivamente supieran algo m¨¢s de lo que sucede en Euskadi, porque as¨ª podr¨ªan caer en la cuenta de que esa iniciativa no es sino un intento m¨¢s de ETA y del nacionalismo radical para ocultar su derrota y para justificar una historia de infamia.
Si cabe hablar de vencedores, lo est¨¢n siendo el orden constitucional y la propia sociedad vasca
Desde la amnist¨ªa de 1977, que dej¨® las c¨¢rceles sin un solo preso de ETA, y la aprobaci¨®n en 1978 y 1979 de la Constituci¨®n espa?ola y del Estatuto de Autonom¨ªa, instaur¨¢ndose de esta forma una democracia completa, en Euskadi no ha existido ninguna guerra o conflicto que permita hablar ahora de paz y de vencedores o vencidos en el sentido que a estas palabras pretende dar el nacionalismo vasco. Desde 1979, en Euskadi no se ha luchado para derribar una dictadura, ni para eliminar un r¨¦gimen de segregaci¨®n o discriminaci¨®n racial, ni para acabar con ning¨²n tipo de colonialismo injusto. Simplemente se ha producido, mediante la acci¨®n terrorista, un intento de quebrar la voluntad mayoritaria de los vascos y la propia democracia. Los miembros de ETA no son en modo alguno gudaris del pueblo vasco, sino unos delincuentes sediciosos, unos insurrectos que han deso¨ªdo la voluntad inequ¨ªvoca de ese pueblo al que dec¨ªan defender. ETA se ha revuelto contra la decisi¨®n mayoritaria de la ciudadan¨ªa vasca de aprobar el Estatuto de Autonom¨ªa, que ha generado el mayor nivel de autogobierno de la historia de Euskadi. ETA ha utilizado el asesinato para eliminar al diferente, al que pensaba de modo distinto. ETA ha sido un c¨¢ncer para esta sociedad. Al menos desde 1977, su historia es la de un crimen sin sentido e in¨²til, mal que les pese a sus miembros y a los que les han apoyado y obedecido. Y ninguna iniciativa que pretenda negar o camuflar esta realidad podr¨¢ tener ¨¦xito.
Si en alg¨²n modo cabe hablar en Euskadi de vencedores, estos lo est¨¢n siendo el orden constitucional y la propia sociedad vasca. Ni ETA ni su entorno han conseguido absolutamente nada de aquello por lo que han venido asesinando. Cuando Sortu presenta sus estatutos y solicita su inscripci¨®n como partido, est¨¢ asumiendo la victoria del Estado de derecho y reconociendo el fracaso de ETA y de Batasuna.
Es cierto que la sedici¨®n no ha terminado, porque todav¨ªa ETA no ha anunciado su rendici¨®n incondicional. Pero lo haga o no, ya nadie puede cambiar el resultado final, que por esa v¨ªa, o por la policial y judicial, se va a producir: la derrota total y definitiva de la violencia terrorista, de la insurrecci¨®n de ETA.
Por eso no entiendo muy bien la necesidad o la oportunidad de entrar a formular y debatir planes de paz o propuestas desde los poderes p¨²blicos, porque esto solo beneficia a aqu¨¦llos que quieren enturbiar lo que es de una claridad meridiana, les convierte una vez m¨¢s en el centro del debate, y transmite la idea de un conflicto en el que ambas partes tienen que hacer concesiones y de que solo si ETA decide por ella misma disolverse, la democracia estar¨¢ a salvo. Pues no. En mi opini¨®n s¨®lo hay que seguir actuando, desde las instituciones, tal y como se viene haciendo desde la pol¨ªtica de Aznar, con el par¨¦ntesis desafortunado que se produjo en la primera legislatura de Rodr¨ªguez Zapatero. Hablar de paz puede dar la sensaci¨®n, a¨²n sin pretenderlo, de que aqu¨ª hay una guerra, cuando s¨®lo ha existido una insurrecci¨®n terrorista, esto es, un problema de delincuencia que debe ser tratado penal y penitenciariamente, tal y como se previene en las leyes, sin ning¨²n tipo de excepci¨®n o de privilegio, respecto de otros delincuentes.
Como se?ala Ruiz Soroa, la democracia ya es completa en Euskadi sin la integraci¨®n de Batasuna, y es el problema de ellos, y no el nuestro, decidir si se integran incondicionalmente o no en el orden democr¨¢tico. Y, desde luego, una cosa es evidente: esa integraci¨®n no puede justificar o ser moneda de cambio para que desde las instituciones se establezca cualquier excepci¨®n o trato de favor a quienes han pretendido subvertir el orden constitucional, entre otras razones por la fundamental de que todos los asesinados por ETA lo fueron precisamente por defender el Estado de derecho. Este deber¨ªa ser, a mi juicio, el ¨²nico mensaje que las instituciones deben transmitir a la sociedad.
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