?lbum de fotos
El detergente Omo, el consultorio de Elena Francis, el anuncio del Cola Cao, los seriales radiof¨®nicos y los primeros televisores a plazos. Pura nostalgia de un interior de manzana de la Barcelona proletaria de hace casi 50 a?os, con sus patios y vecinos. El Teatre Nacional de Catalunya (TNC) acaba de recuperar la ¨®pera prima de Josep Maria Benet i Jornet, una pieza que en su d¨ªa, 1962, tendr¨ªa la gracia de plasmar la realidad del momento, marcada por las intervenciones urban¨ªsticas del alcalde Jos¨¦ Mar¨ªa de Porcioles y la boda de Don Juan Carlos con Do?a Sof¨ªa, y que ahora tiene la gracia de volver a ella, como atestiguan los cuchicheos de los espectadores de una cierta edad a medida que van descubriendo en el escenario trazas de su propio pasado. Pero me temo que tanto entonces como ahora esa gracia no pasa de la ambientaci¨®n. Una vella, coneguda olor es tan simple como el mecanismo de las persianas de listones de madera que se enrollan con una cuerda y que cubren las paredes del escenario de la sala Petita del TNC. Y tan previsible como el himno nacional que preced¨ªa a la carta de ajuste y pon¨ªa fin a la programaci¨®n televisiva.
UNA VELLA, CONEGUDA OLOR
De Josep Maria Benet i Jornet. Direcci¨®n: Sergi Belbel. Int¨¦rpretes: Sara Esp¨ªgul, Merc¨¨ Ar¨¢nega, Imma Colomer, Maife Gil, Fina Rius, Gemma Mart¨ªnez, Pau Roca, Pep Ambr¨®s, Quimet Pla. Escenograf¨ªa: Max Glaenzel. Vestuario: Merc¨¨ Paloma. Iluminaci¨®n: Kiko Planas. M¨²sica: ?scar Roig. Teatre Nacional de Catalunya, Sala Petita, Barcelona. Hasta el 27 de noviembre.
Merc¨¨ Ar¨¤nega, Imma Colomer y Maife Gil aportan tridimensionalidad
Maria, la protagonista, es una joven que est¨¢ cansada de su trabajo de pescadera en el mercado, se siente atosigada por su madre y oprimida en el patio de su casa, s¨ªntesis de la vida del barrio entero. Iba para monja pero al morir su padre no tuvo m¨¢s remedio que ponerse a trabajar. Descontenta con todo y con todos, busca una salida a esa existencia tan peque?a y carente de ilusi¨®n, y la huida la llevar¨¢ a caer en brazos de un vecino seudointelectual que, por supuesto, la enga?a. Maria es tambi¨¦n la protagonista de otras dos piezas posteriores del autor -Batalla entre olors (1979) y Olors (1998)- con las que completa una trilog¨ªa centrada en la ciudad de Barcelona y sus remodelaciones.
El montaje de Sergi Belbel es como ir pasando las p¨¢ginas de un ¨¢lbum de fotos de la ¨¦poca. Empieza como una instant¨¢nea en blanco y negro del patio de vecinos, gracias a la iluminaci¨®n y a la inmovilidad de los int¨¦rpretes, quienes pronto cobran vida y la estampa, color. Pero la idea de estampa permanece hasta que Merc¨¨ Ar¨¤nega, en el papel de madre de la joven, Imma Colomer, la vecina fisgona, o Maife Gil, la madre del embaucador, aparecen en escena y nos hacen creer que la trama se anima; tres grandes actrices que aportan tridimensionalidad al ¨¢lbum y a las que acompa?an los vecinos perif¨¦ricos interpretados por Fina Rius y Quimet Pla.
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