La libertad de Hollywood
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Cuando me encomendaron este art¨ªculo sobre Braveheart pregunt¨¦ a mis colegas ingleses qu¨¦ opinaban de esta pel¨ªcula sobre el independista escoc¨¦s legendario. Me qued¨¦ sorprendido ante la indignaci¨®n que mostraron por el tratamiento negativo de los ingleses en la pel¨ªcula. Se quejaron de sus deficiencias hist¨®ricas. Que lo del primae noctis, que es un elemento clave en un guion algo confuso, es de muy dudosa existencia. Es puro Hollywood ya lo s¨¦ pero mola, les repliqu¨¦. Parece que la vida de Wallace est¨¢ basada en una obra de un tal Harry el Ciego que a su vez es de un valor hist¨®rico discutible. A mi parecer no salieron tan mal parados los ingleses en la pel¨ªcula. Los que s¨ª tienen raz¨®n en quejarse de su tratamiento por Holly-wood son los pieles rojas y sus salvajes ataques contra los pobres blancos pioneros que pretendieron solamente hacerse un peque?o hueco en tierras que pertenecieron a otros.
La vida de Wallace est¨¢ basada en una obra de un tal Harry el Ciego
Los papeles hist¨®ricos que salen ahora respecto a la brutalidad de la represi¨®n de los terroristas Mau Mau en Kenia presentan una imagen distinta de la versi¨®n civilizadora e iluminada que guardan muchos brit¨¢nicos del colonialismo de su pa¨ªs. Y aunque es pintado como el t¨ªpico canalla vodevilesco, el rey Eduardo I, con su car¨¢cter maquiav¨¦lico y astuto, tambi¨¦n tiene su punto atractivo, comparado con la nobleza innata pol¨ªticamente ingenua de Wallace.
Para m¨ª, los que salen verdaderamente mal de la pel¨ªcula son los nobles escoceses mercenarios, avaros y cobardes que acordaron con Eduardo traicionar a su compatriota Wallace. Ah¨ª aparece ese argumento secundario sobre que los escoceses m¨¢s humildes son los m¨¢s patri¨®ticos. Siglos despu¨¦s de la muerte de Wallace fueron los nobles y mercantes de Escocia quienes insistieron en los beneficios de una uni¨®n pol¨ªtica para poder tener acceso a un mercado mucho m¨¢s grande y aprovechar las oportunidades presentadas por un Imperio Brit¨¢nico en plena expansi¨®n.
Hollywood siempre tira por el lado mitol¨®gico antes que por la realidad. Apela a trav¨¦s de los escoceses a ese resentimiento hist¨®rico respecto al vecino imponente, al mito de su coraje, a su esp¨ªritu independiente y su preferencia por la derrota p¨ªrrica por encima de la victoria f¨¢cil como reivindicaci¨®n de su car¨¢cter nacional. Incluso el primer ministro escoc¨¦s, Alex Salmond, hizo referencia a Braveheart en su discurso inaugural, despu¨¦s de la victoria hist¨®rica del partido nacionalista escoc¨¦s en las elecciones del mes de mayo.
Pero en fin, con lo que me quedo de la pel¨ªcula es con la reacci¨®n visceral del espectador a ese grito de libertad de un destripado Mel Gibson, con ese acento escoc¨¦s australiano criminal. Como los ¨²ltimos acontecimientos en el mundo ¨¢rabe demuestran, eso es una aspiraci¨®n universal.
Y aun en su versi¨®n hollywoodiense, esa aspiraci¨®n siempre ser¨¢ mucho m¨¢s comestible a ese s¨®rdido "Cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada" de Macbeth, ese otro escoc¨¦s legendario sangriento y ambicioso.
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