Un socio lun¨¢tico para Estados Unidos
Tan rid¨ªculo como el antiatlatismo primario es el atlantismo primario, y Rodr¨ªguez Zapatero ha tenido la singular habilidad de incurrir en los dos. Seguramente porque la pol¨ªtica exterior y de seguridad que ha desarrollado en sus ocho a?os de Gobierno ha sido casi siempre primaria, y en ocasiones tambi¨¦n rid¨ªcula. Fue el caso del discurso sobre las grandes l¨ªneas de acci¨®n diplom¨¢tica que pensaba desarrollar en la legislatura que ahora acaba, y que pronunci¨® por razones de imagen en el Museo del Prado. All¨ª fue posible escucharle que Espa?a se compromet¨ªa internacionalmente con los principios y con la paz, adem¨¢s de contra la pena de muerte y otras nobles banderas que desplegar¨ªa por el ancho mundo como un nuevo e infatigable condottiero. El discurso result¨® tan conmovedor como, a la vez, intrascendente, puesto que lo que importa de la pol¨ªtica exterior y de defensa de un Gobierno es la manera en la que defender¨¢ los intereses nacionales. Los puede defender bien o los puede defender mal, y los puede defender respetando los principios, que es lo que se debe, o viol¨¢ndolos, que es casi siempre inmoral y siempre un error. Pero, en ning¨²n caso se pueden confundir los principios con los objetivos de una pol¨ªtica exterior y de seguridad.
Zapatero lleva a cabo uno de los giros internacionales m¨¢s bruscos de Espa?a con las Cortes disueltas
Con la decisi¨®n de comprometer a Espa?a en el "escudo antimisiles", Zapatero ha demostrado que las buenas causas ya no son las suyas, y tambi¨¦n que se le ha embotado la sensibilidad. Pero no para la pol¨ªtica exterior y de seguridad, hacia la que quiz¨¢ nunca la tuvo, sino hacia las instituciones democr¨¢ticas. Nada, sino ese embotamiento, puede explicar que, con las C¨¢maras disueltas, lleve a cabo uno de los giros m¨¢s bruscos de la posici¨®n internacional de Espa?a, aline¨¢ndola con lo que la Administraci¨®n Bush denominaba la nueva Europa, frente a la vieja, en una iniciativa como el "escudo antimisiles". Si lo que pretend¨ªa era mostrarse ¨¦l, o mostrar a Espa?a, como fiel aliado de Estados Unidos, que es sin duda lo que le conviene al inter¨¦s nacional, lo que ha conseguido es exactamente lo contrario.
Zapatero, aunque ya se va, y Espa?a, que ahora gobernar¨¢ previsiblemente otro partido, se ha convertido en ese socio lun¨¢tico que, siendo europeo y europe¨ªsta, aparece una ma?ana en las Azores, otra retira sin preaviso las tropas de Irak y de Kosovo, y otra, en fin, se suma a Polonia y Ruman¨ªa para interceptar los misiles que podr¨ªan llegar en no se sabe qu¨¦ futuro desde Ir¨¢n o Corea del Norte. El argumento de que Espa?a estaba obligada a este alineamiento por ser la puerta de entrada geoestrat¨¦gica al Mediterr¨¢neo, seg¨²n sostuvo Zapatero tras la reuni¨®n de la OTAN en Bruselas, constituye una flagrante incongruencia con la misi¨®n que se asigna al escudo. Una incongruencia que dejar¨ªa de serlo si se confirmara otra en su lugar: la de que, en realidad, reforzar la presencia naval norteamericana en Rota tiene como trasfondo la inquietud ante el desarrollo de las revueltas ¨¢rabes, no los hipot¨¦ticos misiles de Ir¨¢n y Corea del Norte. Si esto fuera as¨ª, ?piensa Zapatero que los pa¨ªses ¨¢rabes que se han desembarazado de sus dictadores no se van a enterar o que lo percibir¨¢n como un gesto amistoso?
Una de las maldiciones de nuestro tiempo es la ebriedad conceptual a la que se han librado los expertos en materia exterior y de seguridad, ya sea a solas o arracimados en think-tanks. Es esa ebriedad la que, en la mayor parte de los casos, impide advertir que, por m¨¢s que se declare defensiva, una poderos¨ªsima alianza militar que dedica su tiempo a elucubrar sobre enemigos futuros es necesariamente percibida como una amenaza por quienes no forman parte de ella. Mucho m¨¢s si esa alianza adopta iniciativas como el "escudo antimisiles", cuya eficacia militar sigue siendo dudosa mientras que, por el contrario, sus consecuencias pol¨ªticas y diplom¨¢ticas resultaron devastadoras desde que se pens¨® poner en pr¨¢ctica. Al margen de los efectos sobre el t¨ªmido desarme nuclear, un aut¨®crata como Putin no podr¨¢ dar cr¨¦dito a los regalos que sus rivales le hacen para reforzar su nacionalismo en v¨ªsperas de unas elecciones presidenciales a las que se presentar¨¢ en flagrante fraude de la ya de por s¨ª maltrecha Constituci¨®n rusa.
El Partido Popular ha saludado la decisi¨®n de Zapatero como un saludable descenso a la realidad. Pues arreglados estamos si incorporarse al "escudo antimisiles" es la realidad para el Partido Popular. Porque eso solo puede significar que, frente a la ideologizada pol¨ªtica exterior y de seguridad de Zapatero, desentendida de los intereses nacionales, el Partido Popular defiende todav¨ªa la ideologizada pol¨ªtica de Aznar, de sentido contrario a la de Zapatero, pero no menos desentendida de esos intereses. Donde uno ha puesto "paz", otro pon¨ªa "guerra contra el terror", pero ni uno ni otro han conseguido que Espa?a sea lo que fue con anterioridad y lo que deber¨ªa seguir siendo: un aliado fiable y previsible, que no cambia de opini¨®n seg¨²n soplen los vientos de la historia, las elecciones o lo que sea.
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