El jarr¨®n hecho a?icos
El euro se fund¨® en tres presunciones. La uni¨®n monetaria es irreversible; la quiebra de un pa¨ªs es impensable; las deudas p¨²blicas de los socios son plenamente seguras.
Esa triple convicci¨®n se resquebraj¨® en julio. Los Gobiernos europeos forzaron a los bancos privados a pagar parte del esfuerzo de reflotar a Grecia. Muy bien, pero no lo hicieron con un impuesto, sino por la v¨ªa de admitir el deterioro de su deuda que manten¨ªan en sus carteras, y pues, la reducci¨®n de su valor en un 21%, lo que implicaba p¨¦rdidas autom¨¢ticas en sus balances.
Se hizo a?icos el jarr¨®n de la confianza. Si un pa¨ªs del euro pod¨ªa impagar su deuda, aunque fuese parcialmente, es que ninguna deuda estaba ya garantizada. Ese impago asentaba la posibilidad de una quiebra total, de la que solo le distingu¨ªa una cuesti¨®n de grado. Y ello otorgaba verosimilitud a la ruptura de la zona euro, por expulsi¨®n de un socio, divisi¨®n en bloques o implosi¨®n, como acariciaban los agoreros.
Condonar toda la deuda griega habr¨ªa costado mucho menos que el primer rescate bancario
Para peor, los l¨ªderes europeos adornaron la loa de esa quita con tres contradicciones que arruinaron su credibilidad:
1. Mientras se induc¨ªa a la banca a aceptar el impago parcial, las p¨¦rdidas de ¨¦l derivadas no se inclu¨ªan en las cuentas de los ex¨¢menes de resistencia. As¨ª, el que ser¨ªa primer banco en hundirse, Dexia, hab¨ªa obtenido la tercera mejor nota de solvencia de los grandes, para verg¨¹enza de la Autoridad Bancaria Europea (EBA).
2. Mientras la banca sufr¨ªa ante los mercados el deterioro de los bonos perif¨¦ricos que manten¨ªa en cartera (y perd¨ªa 400.000 millones de euros de valor burs¨¢til de enero a mitad de septiembre), el BCE los admit¨ªa como prenda de buena calidad para otorgar cr¨¦ditos a la misma banca.
3. El motivo alem¨¢n para empujar a la banca a asumir la quita era tan ben¨¦fico y equitativo -evitar que todo el coste de la crisis de la deuda recayese solo en los contribuyentes- como probablemente acabe siendo inane. Porque el esquema para este segundo rescate de la banca incluye inyecciones de dinero ?p¨²blico! dispensadas por los Gobiernos y la UE.
Y mientras se recogen resultados tan magros, se estima que la reflotaci¨®n superar¨¢ los 120.000 millones, quiz¨¢ el doble. Pero si prende el efecto arrastre, ser¨¢ peor. El Informe sobre la estabilidad financiera mundial del FMI detalla (p¨¢ginas 15 a 27) los horrores adicionales posibles. El profesor de Stanford Michael Boskin ya especula con un coste de tres billones de d¨®lares en caso de una quita perif¨¦rica del 50%, y el economista jefe del banco central dan¨¦s Steen Jakobsen, con uno de dos a tres billones de euros en caso de quiebra de Grecia.
Comparemos esas cifras con lo que habr¨ªa costado condonar toda la deuda griega: 340.000 millones. Mucho menos que los 407.000 millones p¨²blicos directos del primer rescate bancario 2008-2010: 303.000 millones en inyecciones de capital; 104.000 en compra de activos malos.
O sea, las condiciones que propone Barroso para el acceso al nuevo apoyo apenas suavizar¨ªan el tr¨¢gala. Se requiere mucho m¨¢s para recomponer tanto jarr¨®n roto.
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