'Rayuela' y 'La Regenta'
Julio Cort¨¢zar era hijo de las vanguardias y nieto del romanticismo. No es, pues, extra?o que uno de los besos m¨¢s famosos de la literatura en espa?ol saliera de sus labios. Lo dibuj¨® en el c¨¦lebre cap¨ªtulo s¨¦ptimo de Rayuela. Dice: "Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibuj¨¢ndola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo...". Es imposible glosar la poes¨ªa sin desfigurarla, pero diremos que los amantes se miran. Tan de cerca, que "las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordi¨¦ndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio".
Pero tambi¨¦n las letras tienen su cara B. As¨ª, la bofetada en la mejilla de Rayuela la escribi¨® Leopoldo Alas en la l¨ªnea final de La Regenta. Si el er¨®tico beso de Cort¨¢zar es puro romanticismo, el de Clar¨ªn es realismo sucio. No es casual, por supuesto, la elecci¨®n de un momento como ese para cerrar un libro. La historia que hab¨ªa comenzado mil p¨¢ginas atr¨¢s en la torre de la catedral termina en la negrura del templo. Tras cruzar sus amores con un marido, un amante y un cura, Ana Ozores se desmaya en una capilla. All¨ª la encuentra Celedonio, un ac¨®lito escu¨¢lido y "afeminado" que lleva la sotana sucia. Cuando ve a La Regenta tendida en el suelo siente lo que Clar¨ªn llama "deseo miserable", "perversi¨®n de la perversi¨®n de su lascivia". Y le besa los labios. Al instante, Ana vuelve a la vida "rasgando las tinieblas de un delirio que le causaba n¨¢useas". Hab¨ªa cre¨ªdo sentir en la boca el contacto del vientre de un sapo.
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