Ense?anzas de un rockero chicano
El artista de culto Alejandro Escovedo act¨²a por primera vez en Espa?a
Un h¨¦roe de culto: eso era Alejandro Escovedo (San Antonio, 1951) en 2003. No vend¨ªa, pero pod¨ªa presumir de influencia. Incluso la revista No Depression, biblia de eso que llaman americana cuando quieren hacer m¨²sica de ra¨ªces estadounidenses tamizada con actitud punk le hab¨ªa distinguido como el artista de la d¨¦cada de los noventa. Hasta que una hepatitis C y la falta de seguro m¨¦dico casi mandan todo al traste. Solo le salv¨® la ayuda de sus amigos m¨²sicos, que grabaron un memorable ¨¢lbum de tributo. "Tuve un sentido real de la mortalidad, y pensaba que nunca m¨¢s ser¨ªa capaz de escribir una canci¨®n. Cuando me repuse, fui consciente de cu¨¢ntas cosas me quedaban por decir. Tambi¨¦n por hacer", confiesa el cantante y compositor tejano, que a su racha de discos espl¨¦ndidos del ¨²ltimo lustro a?ade ahora su primera visita a Espa?a, "una cuenta pendiente con la cultura de mis mayores". Tocar¨¢ hoy en Barcelona.
"Cuando tuve que dejar la bebida, lo vi claro: la m¨²sica es lo que me importa"
Escovedo, hijo de inmigrantes mexicanos y hermano del legendario percusionista de latin jazz Pete Escovedo, siempre ha cantado en ingl¨¦s. "No domino el espa?ol. No me siento orgulloso de ello, pero en la California de mi infancia, donde me cri¨¦, no exist¨ªan las escuelas biling¨¹es. Y enseguida me vi expuesto a la cultura del rock and roll".
?Pero qu¨¦ convierte a este hombre, capaz de sobrevolar las miserias de la integraci¨®n y la sanidad, en un creador intransferible? ?l atisba una respuesta: "Hacer en cada disco algo parecido pero con distintos estilos, siempre fiel a la canci¨®n, lo m¨¢s importante, intentando contar historias y ser honesto sobre mis sentimientos. Cosas que no todo el mundo practica".
Confirm¨® su embrujo, que encandila a una legi¨®n de fieles, en The boxing mirror, variopinto ¨¢lbum de 2006. Luego lo subray¨® Real animal, el disco de 2008, un relato sobre su vida anterior en bandas, del punk de The Nuns al rock enraizado de True Believers. Y la rev¨¢lida de tan formidable momento de forma, el flam¨ªgero Street songs of love, daba una vuelta de tuerca a lo personal hace un a?o: "Naufrag¨® mi tercer matrimonio al enamorarme de otra. La ruptura y el alejamiento de mi hija motivaron esas disquisiciones sobre el amor". Hablamos de piel curtida: los largos iniciales de Escovedo recog¨ªan la perplejidad por el suicidio de su primera mujer tras la separaci¨®n.
Street songs of love re¨²ne toda una pl¨¦yade: Tony Visconti, reputado productor del mejor Bowie, en los controles; Chuck Prophet como compositor asociado e Ian Hunter y Bruce Springsteen, con el que Escovedo comparte representante, en sendos duetos. Y con los dos primeros, esenciales tambi¨¦n en Real animal, afronta su tercera colaboraci¨®n. "Un nuevo ¨¢lbum, ya casi preparado, con ritmos de distintos tipos y tem¨¢tica principal: la destrucci¨®n del mundo tal como lo conoc¨ªamos. La noticia de los 35 cad¨¢veres arrojados a la carretera por los narcos mexicanos y otras similares parecen servir de entretenimiento, como si la humanidad ya no conociera la compasi¨®n", se lamenta.
Quiz¨¢ con este cap¨ªtulo se cumpla al fin lo augurado por The New York Times y Escovedo obtenga la gran repercusi¨®n que merece. "Siempre dicen lo mismo con cada disco", ironiza. Aunque lo haga sin amargura: "Lo peor ser¨ªa venirse abajo y dejar de tocar. De joven, hay otro peligro: creer que est¨¢s en esto por las mujeres, el alcohol o las drogas. Cuando tuve que dejar la bebida, lo vi claro: la m¨²sica es lo ¨²nico que me importa".
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