Los islamistas se perfilan como ganadores en T¨²nez
Tras la 'revoluci¨®n de los jazmines', 110 partidos se presentan a las elecciones constituyentes del domingo
La primera revoluci¨®n ¨¢rabe, la que empez¨® en T¨²nez hace 10 meses, va a engendrar dentro de tres d¨ªas una mayor¨ªa parlamentaria islamista moderada. Ennahda (Renacimiento), el gran partido islamista que encabeza Rachi Ghanouchi, ganar¨¢ el domingo las primeras elecciones democr¨¢ticas que se celebran en T¨²nez -las segundas en el norte de ?frica tras las de Argelia de 1991-, 55 a?os despu¨¦s de su independencia de Francia.
M¨¢s de siete millones de tunecinos, sobre una poblaci¨®n de 12 millones, han sido convocados a las urnas el domingo para elegir una Asamblea Constituyente de 217 diputados, que tiene como objetivo redactar una Constituci¨®n, pero de la que deber¨¢ tambi¨¦n emanar un Gobierno de transici¨®n hasta las elecciones legislativas, que se celebrar¨¢n, como muy tarde, dentro de un a?o.
"Esto es una sopa de letras indescifrable", dice la empleada de un centro comercial
Ghanouchi, que regres¨® a T¨²nez a finales de enero tras 22 a?os de exilio en Londres, lo repite constantemente: "Ennahda es el partido m¨¢s grande del pa¨ªs y su popularidad est¨¢ en auge". El ¨¦xito que vaticina impl¨ªcitamente lo prev¨¦n tambi¨¦n los sondeos electorales, la prensa y hasta sus adversarios pol¨ªticos, que ya hablan de c¨®mo hacerle frente en la futura Asamblea Constituyente.
Obtendr¨¢ entre una cuarta parte y un tercio de los sufragios sobre todo en el T¨²nez profundo, en Kasserine o Sidi Bouzid, all¨ª donde empez¨® la revoluci¨®n, y tambi¨¦n en los suburbios de la capital. Es posible que conquiste menos esca?os porque la ley electoral, proporcional pero mayoritaria en la asignaci¨®n de restos, "favorece a los peque?os partidos e impide a las grandes formaciones ser hegem¨®nicas", recuerda la investigadora tunecina Khadija Mohsen-Finan.
Aun as¨ª no deja de ser un resultado llamativo para un partido prohibido hace m¨¢s de 20 a?os y perseguido con ah¨ªnco por el r¨¦gimen de Zine el Abidine Ben Ali, derrocado el 14 de enero pasado con su huida a Arabia Saud¨ª. En Ennahda se asegura que unos 30.000 militantes islamistas han sido encarcelados durante los casi 24 a?os que el dictador se mantuvo en el poder.
El partido islamista se dispone ahora a recoger los frutos de su larga y tenaz oposici¨®n a la dictadura, de su capacidad de implantarse en todo el pa¨ªs y de atraer a los m¨¢s humildes. Es probable que ese r¨¢pido despliegue no se deba solamente a la abnegaci¨®n de sus militantes, sino a los fondos privados y p¨²blicos que recibe desde algunas monarqu¨ªas del golfo P¨¦rsico, que ven con buenos ojos esta versi¨®n tunecina de los Hermanos Musulmanes egipcios.
De donde no puede obtener r¨¦ditos Ennahda es de su participaci¨®n en la revoluci¨®n de los jazmines, como se suele llamar al movimiento que acab¨® con la ca¨ªda del r¨¦gimen, de la que estuvo ausente. El propio Ghanouchi lo reconoc¨ªa ayer impl¨ªcitamente en una rueda de prensa: "Si se produce un fraude flagrante de los resultados, nos uniremos a las fuerzas de la revoluci¨®n, a los que desencadenaron la revoluci¨®n, para proteger la voluntad del pueblo".
A su trabajo de campo, a la corriente islamista que recorre gran parte del mundo musulm¨¢n, se a?ade, para explicar el probable ¨¦xito de Ennahda, la fragmentaci¨®n de sus adversarios. Como setas despu¨¦s de la larga noche dictatorial han surgido decenas de partidos -un total de 110 se presentan a las elecciones- y muchos independientes, a cual m¨¢s desconocido, pero empe?ados en medir sus escasas fuerzas en solitario.
"Esto es una sopa de letras indescifrable", afirma Jamila, empleada en una perfumer¨ªa de un centro comercial, cuando se le pregunta si sabe a qui¨¦n va a votar. Su compa?era Yasmina asiente y solo la tercera joven, Samia, que lleva la cabeza cubierta por un hiyab (pa?uelo isl¨¢mico), parece tenerlo claro: Ghanouchi, contesta en voz baja.
M¨¢s conservador a¨²n que Ennahda, Hizb et-Tahrir, un partido salafista que no se presenta a las elecciones porque no ha sido legalizado, pero que en la calle da mucha guerra. Sus fieles son, en buena medida, los causantes de las manifestaciones violentas de la semana pasada contra la sede de la cadena de televisi¨®n privada Nessma, que retransmiti¨® la pel¨ªcula francesa Pers¨¦polis, basada en el c¨®mic de Marjane Satrapi y en la que aparece Al¨¢ bajo el aspecto de un anciano canoso y barbudo. El islam proh¨ªbe representar a Dios y al profeta Mahoma. El domicilio del due?o de Nessma, Nabil Karoui, tambi¨¦n fue asaltado por la turba.
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