El Banco de Espa?a y el colapso de las cajas
La nacionalizaci¨®n de Unnim, Catalunya Caixa y Nova Caixa Galicia viene a certificar la defunci¨®n del mapa bancario resultante del proceso de desregulaci¨®n de la d¨¦cada de los ochenta. Hasta el estallido de la crisis financiera internacional, el 50% de la actividad bancaria reca¨ªa en m¨¢s de cincuenta cajas de ahorros, con estructuras de gobierno propias de entidades sin ¨¢nimo de lucro. Tras la reestructuraci¨®n acometida por el Banco de Espa?a, la actividad bancaria en nuestro pa¨ªs recaer¨¢ mayoritariamente en los bancos comerciales, que cuentan con una gobernanza equiparable a la de cualquier entidad financiera internacional.
Atribuir la responsabilidad de lo sucedido a la debacle inmobiliaria, como si esta se tratara de una cat¨¢strofe natural sobrevenida, derivada de factores externos que escapaban a nuestro control, es sencillamente pueril. Todas las entidades de cr¨¦dito ten¨ªan la posibilidad de conseguir financiaci¨®n en los mercados internacionales, y para todas ellas era relativamente sencillo otorgar cr¨¦ditos a constructores y promotores. Sin embargo, no todas ellas decidieron asumir el mismo nivel de riesgo. Como sugiere la Teor¨ªa, y confirma ampliamente la evidencia emp¨ªrica disponible, las entidades financieras que m¨¢s riesgo asumieron fueron aquellas que dispon¨ªan de un gobierno corporativo m¨¢s d¨¦bil: las cajas de ahorros.
La principal responsabilidad del supervisor fue no calibrar debidamente el problema
En un contexto de fuerte crecimiento de la actividad econ¨®mica, las cajas de ahorros quisieron asumir m¨¢s riesgos y, por desgracia, pudieron hacerlo. Siguiendo el mantra econ¨®mico de la ¨¦poca, el legislador hab¨ªa optado por desregular el sector en la d¨¦cada de los ochenta, permitiendo que las cajas obtuvieran financiaci¨®n en los mercados internacionales y facilitando su expansi¨®n geogr¨¢fica por todo el territorio nacional. Se pens¨® que la desregulaci¨®n aumentar¨ªa la competencia en el sector; y la competencia, a su vez, disciplinar¨ªa a las entidades y facilitar¨ªa el acceso al cr¨¦dito de empresas y familias. De hecho, durante alg¨²n tiempo, la estrategia pareci¨® funcionar. Las cajas eran tan rentables como los bancos, adquir¨ªan entidades financieras de tama?o medio y ganaban paulatinamente cuota de mercado.
Sin embargo, y con anterioridad al estallido de la burbuja inmobiliaria, tambi¨¦n hab¨ªa indicios de que las cajas de ahorros empezaban a asumir mayores riesgos que los bancos: la probabilidad de impago de los cr¨¦ditos comerciales que otorgaban era mayor, el ritmo de crecimiento del cr¨¦dito era muy superior, y su actividad se hallaba cada vez m¨¢s concentrada en torno al ladrillo. A pesar de la mayor competencia inducida por la desregulaci¨®n, continuaba siendo dif¨ªcil disciplinar a sus consejos de administraci¨®n. Distintos estudios pon¨ªan de manifiesto que la antig¨¹edad en el cargo de los principales ejecutivos era generalmente mayor en las cajas que en los bancos comerciales, y que su continuidad al frente de la instituci¨®n que gestionaban era mucho menos sensible a los indicadores de rentabilidad.
Sin embargo, el supervisor no actu¨® a tiempo, seguramente porque no calibr¨® debidamente la dimensi¨®n real del problema. En mi opini¨®n, esta es la principal responsabilidad del Banco de Espa?a en esta crisis. Desregul¨® unas entidades financieras que, por su tama?o, eran una pieza clave de la arquitectura financiera de nuestro pa¨ªs, sin dotar a las entidades desreguladas de unos mecanismos de gobierno adecuados, que facilitaran el control interno de los riesgos. Se abandon¨® un equilibrio que funcionaba, sobre la base de un gobierno corporativo d¨¦bil y una regulaci¨®n fuerte, a cambio de un equilibrio alternativo, consistente en un gobierno corporativo d¨¦bil y una regulaci¨®n d¨¦bil, que permit¨ªa a las cajas competir con los bancos comerciales. De no haberse producido la burbuja inmobiliaria, cualquier otra circunstancia habr¨ªa desencadenado la crisis del sector, porque tras la desregulaci¨®n, era el propio modelo bancario el que estaba condenado a fracasar, como sucedi¨® con las Savings and Loans en los Estados Unidos en la d¨¦cada de los ochenta, las cooperativas de cr¨¦dito japonesas al principio de la crisis bancaria de los noventa o las cajas de ahorros coreanas en los ¨²ltimos meses.
Con toda probabilidad, nuestra situaci¨®n econ¨®mica actual ser¨ªa muy diferente si se hubiera promovido a tiempo una reforma de los ¨®rganos de gobierno de estas entidades para adaptarlas a su nueva realidad. Y no porque la politizaci¨®n de las cajas haya retrasado la b¨²squeda de soluciones en el periodo de crisis, sino porque contribuy¨® a exacerbar los desequilibrios de nuestro sistema bancario durante la etapa de expansi¨®n. La gran lecci¨®n de esta crisis es que los beneficios de la desregulaci¨®n dependen de las estructuras de gobierno de las entidades previamente reguladas. Desgraciadamente, la interacci¨®n entre la desregulaci¨®n y la gobernanza d¨¦bil de las cajas de ahorros espa?olas provoc¨® unos resultados desastrosos.
Manuel Illueca es profesor del departamento de Finanzas y Contabilidad de la Universitat Jaume I de Castell¨®n e investigador del IVIE.
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