Un caballero gigant¨®n
Este domingo hicimos lo posible para salvar a uno de los mejores de nuestro deporte. No pudo ser. Cuando anunciaron la muerte de Marco, cuando vi salir derrumbado a su padre, Paolo, sent¨ª el impulso de agradecer a los m¨¦dicos todo lo que hacen por nosotros. Me fui enseguida hacia la cl¨ªnica m¨®vil para darles las gracias y acompa?arles en aquel momento tan duro. Ellos son los que tratan y miman a los pilotos cada fin de semana de carreras y de manera tan personal... Cualquier rasgu?o, herida, contusi¨®n..., pasa por sus manos. Todo lo que les pasa a los pilotos, adem¨¢s de afectar a sus seres queridos, a los amigos, a los equipos, a los periodistas..., toca de lleno a ese grupo de m¨¦dicos. A trav¨¦s de ellos supe que Marco ha tocado todos nuestros corazones de la misma manera que nos permiti¨® que lleg¨¢ramos a ¨¦l.
Era un caballero gigant¨®n. Si miramos atr¨¢s, nos daremos cuenta de que nos ha dado mucho sobre lo que escribir tanto por sus acciones en la pista como fuera de ella. Lo que m¨¢s recuerdo es que siempre estaba ah¨ª, en cualquier momento en que quisieras hablar con ¨¦l. Su car¨¢cter me hac¨ªa tener ganas de seguirlo en el circuito. Ten¨ªa encanto. Y con ese encanto te daba excusas suficientes para estar al tanto de sus haza?as. M¨¢s all¨¢ de los debates sobre su agresividad, sobre si fue o no culpable de la ca¨ªda de Dani en Le Mans, e independientemente de lo que los otros pilotos opinen de ¨¦l -no olvidemos que son sus rivales-, lo cierto es que, cuando cualquier carrera se pon¨ªa aburrida, ¨¦l siempre lo arreglaba, como en las ¨²ltimas pruebas en que andaba pele¨¢ndose con Dovizioso.
Trato de imaginar lo que estar¨¢ pensando ahora Jorge en Espa?a despu¨¦s de aquel accidente en el que se lastim¨® un dedo, despu¨¦s de asimilar que no podr¨ªa seguir corriendo por un tiempo. No puedo evitar pensar en los pilotos con los que Marco ha tenido conflictos este a?o, como en la gente que le ha se?alado con el dedo, caso de Dovizioso, que compiti¨® con ¨¦l y contra ¨¦l desde los nueve a?os y que fue batido por ¨¦l en las ¨²ltimas dos carreras, ahora que ya no tienen a ese amigo corriendo contra ellos. No quiero pensar en c¨®mo estar¨¢n Valentino Rossi y Colin Edwards.
Es duro intentar hacerse una idea siquiera sobre c¨®mo vamos a lidiar con esto en la pr¨®xima carrera, en Valencia; c¨®mo los equipos seguir¨¢n con su rutina y empezar¨¢n con los tests de las 1.000 al lunes siguiente de aquella ¨²ltima prueba. Creo que las comisiones de seguridad van a tener que invertir en horas extras para buscar soluciones. Y no quiero saber c¨®mo me sentir¨¦ yo mismo. El sentimiento m¨¢s parecido a este que recuerdo es cuando Wayne Rainey estaba en el hospital despu¨¦s de la ca¨ªda en Misano que le dej¨® tetrapl¨¦jico. Nosotros est¨¢bamos en Laguna Seca y sab¨ªamos que nunca m¨¢s volver¨ªa a subirse a la moto. Yo era su piloto de pruebas. Recuerdo que sent¨ªamos que ni siquiera deb¨ªamos estar corriendo. Se hab¨ªa ido tambi¨¦n uno de los m¨¢s grandes.
Ahora vamos a Valencia a celebrar el final del campeonato y con dos t¨ªtulos que est¨¢n todav¨ªa vivos. Y me duele hasta pronunciar la palabra vivo. Pero no podemos olvidar a Zarco y Terol, chicos j¨®venes que quieren ganar un Mundial, y a M¨¢rquez y Bradl. Ahora mismo no parece demasiado importante estar pendiente de qui¨¦n va a ganar tal o cual t¨ªtulo. Pero necesitamos conseguir ilusionarnos con ello porque estamos aqu¨ª porque amamos este deporte, esa pasi¨®n por la que Marco dio la vida. As¨ª que tendremos que buscar la manera de disfrutar de esa ¨²ltima carrera, aunque parezca imposible. Te echaremos de menos. Ve con Dios.
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