?Mediadores o portavoces?
Los visitantes del extranjero que han asistido, durante unas horas, a un encuentro con la izquierda abertzale en San Sebasti¨¢n no han tenido siquiera la cortes¨ªa de guardar las formas. Vinieron, preguntaron d¨®nde hab¨ªa que firmar y se marcharon. Dicen que llegaban como mediadores, pero se han comportado como meros altavoces. Mediar es intervenir entre dos bandos, dos extremos, dos tendencias. Mediar exige situarse en el centro, con los dos o¨ªdos bien abiertos, de manera que puedas escuchar lo que cada parte propone o pretende; actuar como mediador requiere tiempo y trabajo, tomar nota de todo, con objeto de cumplir un requisito imprescindible en la noble tarea de resolver conflictos: ser aceptado por unos y por otros.
Los radicales pasan por el momento m¨¢s dulce de su ascenso electoral
No eran mediadores de nadie, ni para nada. Por aqu¨ª comienza el artificio. Que contin¨²a, claro est¨¢, por la denominaci¨®n del acto: una conferencia. Pero conferencia significa, en el viejo DRAE, pl¨¢tica entre dos o m¨¢s personas para tratar de alg¨²n punto o negocio. Pl¨¢tica, o sea discurso, conversaci¨®n, entre varios. Una conferencia precisa variedad de papeles, escritos por diversos conferenciantes, encima de la mesa; exige, adem¨¢s, discusi¨®n sobre los papeles presentados con objeto de alcanzar una resoluci¨®n en la que todos est¨¦n acordes. Es precisamente en lo que consiste el arte de la mediaci¨®n, en llegar a un acuerdo despu¨¦s de discutir diferentes propuestas a primera vista inconciliables.
Pero estos sedicentes mediadores, que presumen en cinco ocasiones de "nuestra experiencia" como m¨¢ximo argumento de autoridad, no se han tomado la molestia de conferenciar: el papel presentado era el que tra¨ªan ya listo para publicaci¨®n. No es resultado de una supuesta mediaci¨®n, ni les pertenece; ese papel estaba escrito mucho antes de que iniciaran su viaje: reproduce punto por punto lo que Batasuna solicita de ETA: que, sin disolverse, anuncie el cese definitivo de lo que ahora se llama actividad armada con objeto de despejar el camino a la discusi¨®n de "cuestiones pol¨ªticas" con los Gobiernos espa?ol y franc¨¦s. Mediadores, no; portavoces, un grupo de personas autorizadas a divulgar y potenciar lo que propone la izquierda abertzale para conseguir "una paz justa y duradera" (expresi¨®n, por cierto, muy del gusto del Vaticano cuando ofrece sus servicios a Estados en guerra) y acabar as¨ª con la ¨²ltima "confrontaci¨®n armada" de Europa.
?Por qu¨¦ aqu¨ª y por qu¨¦ ahora? No hay que darle muchas vueltas: porque desde las elecciones municipales los partidos vascos han entrado en una lucha por la hegemon¨ªa que exige a cada cual ocupar el m¨¢ximo de posiciones posible en las instituciones del Estado. Batasuna, Sortu, Amaiur, o como quiera que se llamen, est¨¢ pasando por el momento m¨¢s dulce de su ascenso electoral: no hay m¨¢s que ver la cara de satisfacci¨®n y lo bien que le sienta la corbata al diputado general de Gipuzkoa al estrechar la mano del adusto presidente del PSE: uno tiene cara de fiesta, otro de funeral. Es, para los abertzales, el momento de dar un paso adelante sin necesidad de previa disoluci¨®n de ETA: aprovechar la euforia levantada por el anuncio del cese definitivo de la violencia para administrar, desde posiciones de poder y por un tiempo indefinido, el proceso de desaparici¨®n de una ETA a la que ese mismo Estado ha derrotado tras haber soportado cerca de mil asesinatos.
Esta estrategia anuncia el comienzo de una lucha por la hegemon¨ªa pol¨ªtica en Euskadi en el interior del nacionalismo y entre nacionalistas y partidos de ¨¢mbito estatal. Es in¨²til aparentar, como ha hecho el Gobierno, que lo ocurrido en la seudoconferencia no le concierne ni le interpela. Claro que le concierne; otra cosa es que le pille con el paso cambiado y en la peor coyuntura posible, en plena ca¨ªda libre de expectativas electorales. Como concierne tambi¨¦n al PSE, a su presidente y al lehendakari, que han ofrecido una decepcionante respuesta: escenificar sus divisiones de fondo cuando se trata de liderar un proceso que habr¨¢ de ser de larga duraci¨®n y en el que han perdido la capacidad de iniciativa.
Porque una cosa es clara: publicado ya el manifiesto, el proceso que se anuncia en la tramposamente calificada como declaraci¨®n final de la conferencia va para largo. Y a este respecto, es muy enternecedora la oferta del distinguido grupo de portavoces para reconvertirse en "facilitadores internacionales" y en comit¨¦ de seguimiento de sus propias recomendaciones. Se conoce que los han tratado como merecen los fieles pregoneros, a cuerpo de rey.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.