Un jard¨ªn en el erial de la memoria
Expresos del franquismo crean con sus propias manos un peque?o jard¨ªn de homenaje y lo inauguran solos en los terrenos de la c¨¢rcel de Carabanchel
Hace tres a?os, las excavadoras entraron en los terrenos de la c¨¢rcel de Carabanchel para reducir a escombros el penal en el que se hacinaron durante el franquismo miles de opositores al r¨¦gimen. El Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio del Interior acordaron construir un hospital y 650 viviendas. El Gobierno tambi¨¦n ten¨ªa intenci¨®n de levantar un monumento en recuerdo de los presos. Tres a?os despu¨¦s, solo hay un erial y promesas en papel de hemeroteca.
Ayer, entre la maleza, menos de un centenar de personas se abri¨® paso para inaugurar un peque?o jard¨ªn hecho con sus manos y un monolito con una placa: "Por la paz y la memoria. Para que la historia ni se olvide ni se repita".
Entre ellos estaba Luis Berlinche, uno de los que no ha podido olvidar nunca. "Ni siquiera a mis 84 a?os", confiesa. Fue condenado a muerte a los 18. Un consejo de guerra lo sentenci¨® por un delito de actividad pol¨ªtica. "Repartir octavillas, propaganda...", recuerda. Junto a otros antiguos presos, Berlinche plant¨® ayer un cipr¨¦s y se volvi¨® a emocionar al recordar su ¨²ltimo abrazo a Jer¨®nimo Marchena, que no corri¨® su suerte: no le conmutaron la pena y muri¨® fusilado. Berlinche llora en silencio, busca en su bolsillo y saca unos billetes bien doblados. "?D¨®nde se puede echar esto?". Quiere pagar por su propio homenaje. El de los vivos, como ¨¦l, y el de los muertos, como Marchena.
Los vecinos tambi¨¦n han creado un huerto urbano en el solar para intentar acabar con la degradaci¨®n que sufren estos terrenos: "Maleza, restos fisiol¨®gicos caninos, desperdicios, aparcamiento incontrolado...", indican.
Sin ministerios ni ayuntamiento, los expresos se van y dejan atr¨¢s siete ¨¢rboles nuevos, una bandera republicana y una r¨¦plica del penal hecha de cemento y ladrillos [a la derecha de la foto], con ayuda de un grupo de trabajo del 15-M. Al final del camino pedregoso se les oye despedirse: "Salud y suerte, compa?eros".
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