Se acaba el tiempo de los dos Estados
El tiempo de los dos Estados se est¨¢ acabando: los palestinos se han hecho con su historia. No hab¨ªa sido as¨ª hasta ahora: la historia los arrastraba. Desde 1948, desde la Nakba, concepto que curiosamente solo ahora se ha naturalizado en el vocabulario pol¨ªtico de Occidente, la historia devoraba a los palestinos. La solicitud por parte del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, del reconocimiento de Palestina como Estado miembro de pleno derecho de Naciones Unidas representa el fin de la l¨®gica perversa que reduc¨ªa a los palestinos a objeto, no sujetos, de su historia.
Esta emancipaci¨®n historial ha sido un proceso largo, en el que han intervenido todas las instancias de la resistencia palestina, y que Abbas ha sabido ahora, en el ¨²nico gran paso de su carrera, cristalizar.
Ya no es tab¨² hablar de 'apartheid' para aludir a la situaci¨®n de los palestinos en su propia tierra
La recuperaci¨®n por los palestinos de su historia significa el fin del proceso de paz tal como lo conoc¨ªamos. La trascendencia de la iniciativa onusiana de Abbas se explica a dos niveles: el internacional, en el que Palestina ha acorralado, en t¨¦rminos de opini¨®n, al bloque Estados Unidos-Israel con su regreso al multilateralismo; y el nacional, en el que ha respondido a la necesidad de detener una probable primavera palestina, que no ser¨ªa otra cosa que la tercera Intifada, pues en primaveras y levantamientos los palestinos son l¨ªderes y precursores.
El tiempo que ahora se acaba es la etapa ¨²ltima de una historia dictada por Israel en tres grandes fases que no son estancas, que se superponen y entremezclan: la Nakba de 1948, la Ocupaci¨®n entendida como proceso militar y pol¨ªtico que comienza en 1967, y las negociaciones de paz iniciadas en 1991 y concebidas en t¨¦rminos de soluci¨®n de dos Estados.
Han pasado m¨¢s de 20 a?os y los avances en la construcci¨®n estatal no solo no han tra¨ªdo el tan ansiado Estado palestino, sino que han propiciado sobre el terreno una administraci¨®n ind¨ªgena de la Ocupaci¨®n: en Cisjordania se llama Autoridad Nacional Palestina; en Gaza, Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica (Ham¨¢s). El macabro juego del proceso de paz ha llegado tan lejos que ya es indistinguible de la Ocupaci¨®n misma.
Tal es la percepci¨®n de la calle y de los observadores en Ramala, Nablus o Gaza, y a ello se enfrenta una ¨¦lite palestina embarrancada por sus tratos con Israel y cuestionada por las nuevas generaciones pos-Oslo. Es m¨¢s que posible que Fatah siga negociando, pero otras instancias har¨¢n germinar la semilla del empoderamiento palestino.
Este nuevo tiempo de la determinaci¨®n palestina no va a durar otros 20 a?os. Ser¨¢ un tiempo doloroso, llamado a la puesta en com¨²n de la tierra.
El ex primer ministro israel¨ª Ehud Olmert no dejaba de verlo claro en un reciente y por lo dem¨¢s protocolario art¨ªculo en The New York Times (22-9-2011): el fracaso de los actuales negociadores aupar¨¢ a una nueva generaci¨®n de l¨ªderes que, posiblemente, abandone la soluci¨®n de los dos Estados.
De momento, la soluci¨®n de un Estado de todos sus ciudadanos, palestinos e israel¨ªes, en los l¨ªmites globales de la Palestina hist¨®rica suena a ingenier¨ªa ideol¨®gica, pero es una idea con la que ya vienen conviviendo, aunque sea conflictivamente, las clases pol¨ªticas de las dos comunidades. Los sectores palestinos menos pactistas empiezan a verla como una salida a la nada que dura ya tantos a?os; los dirigentes israel¨ªes ven en ella un mundo que a¨²n no pueden comprender.
El futuro inmediato ha de traer una renovaci¨®n de los discursos. No es lo mismo un discurso de paz que un discurso de proceso de paz. Hay que avanzar hacia discursos de paz. El discurso de proceso de paz es un acto institucional. El discurso de paz es una verdad disponible, a la que basta con sumarse, bien es cierto que asumiendo por ello un precio.
El ¨²nico discurso de paz a largo plazo es el de compartir la tierra y la historia: compartir Haifa, el Holocausto, la Nakba, Jerusal¨¦n, Gaza. Lo que ha habido en los ¨²ltimos a?os es, sola y exclusivamente, discurso de proceso de paz. Hasta que no surja un discurso de paz en el que intervengan sectores sociales al margen de los negociadores no habr¨¢ posibilidades verdaderas de paz. Tiene que ser el ascenso de la calle.
En este sentido, la resistencia civil a la Ocupaci¨®n y la campa?a internacional de boicot econ¨®mico, cultural, acad¨¦mico y deportivo a Israel (BDS) son el potencial palestino; tanto es as¨ª que el t¨¦rmino apartheid, definitorio de este sector, se ha incorporado al vocabulario de los foros internacionales, ya no es tab¨² usarlo para referirse a la situaci¨®n de los palestinos en su tierra.
Por su parte, el potencial israel¨ª son sus indignados: ?podr¨¢n transformarse en un movimiento de conciencia pol¨ªtica? Con que la mitad de los que han salido a la calle por la vivienda lo hagan reclamando el fin de la Ocupaci¨®n, esta se acaba y la paz es la realidad m¨¢s factible de todas.
Es en la calle donde est¨¢ la paz. Solo hay que salir a buscarla.
Luz G¨®mez Garc¨ªa es profesora de estudios ¨¢rabes e isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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