Carca?o a su amigo Ben¨ªtez: "Te pido que digas d¨®nde est¨¢ Marta"
Los principales acusados mantienen un careo in¨²til sobre el paradero de la chica
Hace casi tres a?os, Miguel Carca?o y Samuel Ben¨ªtez eran tan amigos que, supuestamente, el 24 de enero de 2009 uno ayud¨® al otro a deshacerse del cad¨¢ver de Marta del Castillo. Y ambos sellaron un pacto de silencio que no se rompi¨® ante las desesperadas llamadas de tel¨¦fono de la madre de Marta. Ni ante la cara desencajada del padre mientras denunciaba en la polic¨ªa la desaparici¨®n de su hija ni ante las manifestaciones y actos que la familia organiz¨® con la esperanza de que la joven volviera a casa.
El pacto solo salt¨® por los aires cuando Carca?o y Ben¨ªtez fueron detenidos. El primero confes¨® el crimen e implic¨® a su amigo y este, tras admitir los hechos a la polic¨ªa, rectific¨® ante el juez. Ayer, el tribunal que les juzga en la Audiencia de Sevilla les someti¨® a un careo para que cruzaran sus versiones. Les hicieron levantarse y sentarse juntos delante del tribunal. "Dec¨ªos lo que quer¨¢is, pero sin insultos", les pidi¨® el juez.
Los padres de Marta cuentan la angustia que les produce no encontrar el cuerpo
La primera frase de Carca?o sorprendi¨® a todos:
-Te pido que digas d¨®nde est¨¢ Marta. T¨² est¨¢s en libertad y yo en la c¨¢rcel. Tu actitud es lo m¨¢s pasota que se puede ser.
El principal acusado ha llegado al juicio sabi¨¦ndose condenado, ya sea por asesinato (como piden el fiscal y la acusaci¨®n particular) o por homicidio (como reclama su abogada). Pero si durante la instrucci¨®n admiti¨® que ¨¦l y los amigos se deshicieron del cuerpo, al juicio ha llegado con la intenci¨®n de eximirse de esa responsabilidad. Quiz¨¢s no solo por la parte de condena que se quitar¨ªa, sino tambi¨¦n porque sabe que, a estas alturas, la opini¨®n p¨²blica, los amigos y hasta la familia han aceptado el crimen, pero siguen sin entender que se nieguen a desvelar d¨®nde ocultaron el cuerpo. La incertidumbre es "una tortura infinita", como lo defini¨® ayer la madre de la joven.
Tras esa primera intervenci¨®n de Carca?o, el careo continu¨® sin demasiadas sorpresas. Evitaron mirarse a los ojos y cada uno se afan¨® en desmontar el relato del otro y presentarse como v¨ªctima.
"En esa ¨¦poca t¨² eras m¨¢s listo que yo. Por eso t¨² est¨¢s en libertad y yo en prisi¨®n", insisti¨® el principal acusado, que durante el juicio ha hecho constar varias veces que ¨¦l es el ¨²nico que ha "asumido sus responsabilidades". Su rival no pic¨® el anzuelo: "Se?or¨ªa, disculpe pero con acusaciones falsas no puedo. Es normal que me hierva la sangre".
Ben¨ªtez se mostr¨® m¨¢s nervioso que durante su declaraci¨®n de la pasada semana. Tambi¨¦n mucho m¨¢s agresivo, m¨¢s vehemente, elevando la voz muy por encima del tono sereno de Carca?o. "Te crees t¨²", le dijo al principal acusado, "(...) que una persona mata a otra, ?qui¨¦n se va a creer que se prestar¨ªa a ayudar a la desaparici¨®n de un cuerpo cuando otra persona es quien la ha matado? Porque yo, no".
El combate dur¨® poco m¨¢s de dos minutos y medio. El juez les interrumpi¨® cuando estaban lanz¨¢ndose acusaciones que poco aportaban al esclarecimiento de los hechos. Pero qued¨® la duda de si, de haberse prolongado unos minutos m¨¢s, la presi¨®n y los rencores acumulados no hubieran acabado por sacar a la luz una confesi¨®n, una contradicci¨®n definitiva, un hilo nuevo del que tirar el resto de la vista. El alivio de la prueba superada se vio en la cara de Ben¨ªtez, que al volver a su sitio se santigu¨® y dio un suspiro que se escuch¨® en toda la sala.
El careo puso fin a casi cuatro horas de sesi¨®n en la que comparecieron amigos y familiares de la v¨ªctima, entre ellos, los padres. Primero ¨¦l, Antonio, que traslad¨® al tribunal la angustia de aquella madrugada de enero. Las llamadas a los amigos, el paso por un hospital por si Marta hab¨ªa tenido un accidente, su presencia en casa de Carca?o, donde no encontr¨® a nadie, la denuncia ante la polic¨ªa, el regreso a casa sin una pista sobre el paradero de su hija. Y la sensaci¨®n de vivir, todav¨ªa hoy, en un "machaque diario" por no saber d¨®nde est¨¢ el cad¨¢ver.
La madre, Eva Casanueva, a?adi¨® detalles sobre la relaci¨®n de su hija con Carca?o. "Cuando salieron, ella lo pas¨® mal. Ven¨ªa triste", record¨®. La mujer lleg¨® a decir que por situaciones que la joven le contaba ella le advirti¨® un d¨ªa: "Est¨¢s con un chico que tiene el perfil de un maltratador: primero te puteo y luego te regalo". La madre hab¨ªa manifestado estos d¨ªas que no quer¨ªa ver las caras de los acusados. Ayer, cuando termin¨® su declaraci¨®n, pas¨® sin mirar al lado de ellos. Pero antes de dejarlos del todo atr¨¢s, no pudo evitar girar la cabeza.
El cara a cara
- Miguel Carca?o: "Te pido que digas d¨®nde est¨¢ Marta. T¨² est¨¢s en la calle y yo en la c¨¢rcel. Tu actitud es lo m¨¢s pasota que se puede ser".
- Samuel Ben¨ªtez: "Cree el ladr¨®n que todos son de su misma condici¨®n. Expl¨ªcame qui¨¦n te crees t¨², que una persona mata a una persona y qui¨¦n se va a creer que se prestar¨ªa a ayudar a la desaparici¨®n de un cuerpo cuando otra persona es quien la ha matado. Porque yo no. Expl¨ªcame c¨®mo es posible que supuestamente t¨² me est¨¦s metiendo en una hora de nueve y cuarto a nueve y media, cuando a esa hora estoy yo con mis testigos en Montequinto. Y me dices que he intentado con un coche que ninguna amistad m¨ªa tiene ese coche. Tienes que aportar pruebas".
- Carca?o: "Por ejemplo, los tiques de autob¨²s todav¨ªa no han aparecido".
- Ben¨ªtez: "Yo a ti no te tengo que demostrar nada, se lo tengo que demostrar al jurado".
- Carca?o: "Intento demostrar que t¨² ese d¨ªa no cogiste un autob¨²s, ten¨ªas coche. Intento decir que viniste a mi casa con coche, no en autob¨²s. Y tampoco apareciste por la casa,
tambi¨¦n es mentira. Igual que t¨²
apagas tu m¨®vil. Y est¨¢ confirmado.
En esa ¨¦poca t¨² eras m¨¢s listo que yo. Por eso est¨¢s en libertad y yo en prisi¨®n".
- Ben¨ªtez: "Y yo soy Forrest Gump que desde Montequinto a tu casa tardo cinco minutos. (Se gritan) Se?or¨ªa, disculpe pero con acusaciones falsas no puedo. Es normal que me hierva la sangre. Y como te he dicho, a ti no tengo que demostrarte absolutamente nada. A quien tengo que demostrar es al se?or juez y sus compa?eros. Es f¨¢cil acusar aqu¨ª en este pa¨ªs sin aportar pruebas. Por el contrario, haz como yo, que hablo y aporto pruebas, que las aportar¨¦".
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