Una elecci¨®n singular
Desde que tengo uso de raz¨®n mi generaci¨®n ha o¨ªdo hablar del M¨¦xico Bronco. Hab¨ªa una consigna general: que no se levantara el monstruo del M¨¦xico Bronco.
Fue un momento en el que m¨¢s por comodidad intelectual que por otra cosa, no fue necesario hacer el mapa de la expresi¨®n de la violencia a trav¨¦s de Am¨¦rica. Cuando uno hace eso y mapea la violencia puede observar que en M¨¦xico esta es explosiva y espont¨¢nea, nunca es premeditada, pero una vez que se abre el frasco de las esencias lo dif¨ªcil es cerrarlo de nuevo.
Eso lo comprendi¨® el expresidente de M¨¦xico Plutarco El¨ªas Calles, por eso, cuando tuvo que obedecer a su otro jefe -aparte del pueblo mexicano-, ?lvaro Obreg¨®n, y llevarse entre las patas el lema de la no reelecci¨®n y el panorama de que no importa que haya 50, 500.000 o 5 millones de muertos, lo que cuenta es que la bola no se pare, hizo dos cosas: primero, le ayud¨® a ganar las elecciones y segundo -dice la leyenda- que no se interpuso en precipitar que el general Obreg¨®n se encontrara con Dios antes de tiempo.
M¨¦xico va a votar en un mar de sangre, con una generaci¨®n de 'ni-nis' y un ej¨¦rcito protegiendo sus urnas
Los comicios del pr¨®ximo a?o ser¨¢n in¨¦ditos. M¨¦xico no hab¨ªa votado con tanto muerto desde la ¨¦poca de la Revoluci¨®n. Ninguno tenemos experiencia en saber c¨®mo se maneja la normalidad frente al hecho de la muerte y, naturalmente, el impacto que tengan las elecciones es una duda razonable y razonada.
?Ser¨¢ que a la sociedad mexicana no le importan los difuntos, sus difuntos?
Yo considero que s¨ª, claro que le interesan. Es m¨¢s, una de las cosas m¨¢s importantes de la muerte en M¨¦xico es la piedad, la cual siempre ha existido en el lecho de muerte excepto en la ¨¦poca de los cristeros.
El problema es que, pol¨ªticamente hablando, desde aquellos tiempos hasta nuestros d¨ªas, ning¨²n presidente mexicano tuvo que hacer lo que le tocar¨¢ a Felipe Calder¨®n Hinojosa: garantizar el proceso democr¨¢tico en medio de una situaci¨®n tan extrema como lo es el debatirse entre la vida y la muerte.
Mientras que el mundo se levanta y se quita la pereza a trav¨¦s de un tel¨¦fono celular -como en las primaveras ¨¢rabes- o vive el nuevo fen¨®meno llamado los indignados, en M¨¦xico tendr¨¢n unos invitados de honor en las urnas el pr¨®ximo a?o: los ni-nis. Toda una generaci¨®n de j¨®venes que ni estudian ni trabajan, ni...
En M¨¦xico existen 7.226.000 j¨®venes de entre 15 y 29 a?os de edad que no estudian ni trabajan, por lo que la naci¨®n ocupa el tercer lugar entre los 34 pa¨ªses miembros de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE). Adem¨¢s, el 38% de las mujeres mexicanas entre 15 y 29 a?os conforman el grupo de los ni-nis.
M¨¦xico tiene en sus calles, en sus Estados, en sus principales ciudades, un problema de violencia y falta de oportunidades, que no es cosa menor, ya que est¨¢ directamente ligado al problema de los ni-nis. Este lo invade todo, lo inunda todo y, en mi opini¨®n, va a definir completamente el mapa electoral de 2012.
?Cu¨¢nta relaci¨®n existe entre los ni-nis, el n¨²mero de muertos y lo barato que es convertirse en sicario? No se sabe, no se ha podido establecer. Sin embargo, es un dato que veremos en las urnas.
Y adem¨¢s, por si los mexicanos no tuvieran bastante con el viaducto de la sangre o con el mapa de la necesidad, deber¨¢n afrontar otro aspecto que tambi¨¦n ser¨¢ nuevo en las pr¨®ximas elecciones: el terrible y temible dominio territorial del PRI.
Solo que la hist¨®ricamente gran maquinaria electoral del PRI -por su eficacia- tendr¨¢ que operar bajo un nuevo escenario: el territorio ocupado por el Ej¨¦rcito. El 40% m¨¢s importante de los votos pri¨ªstas habr¨¢n sido emitidos en medio de la intervenci¨®n militar.
Naturalmente no quiero sugerir que el Ej¨¦rcito mexicano sea sospechoso de no ser dem¨®crata y leal, pero s¨ª quiero decir que nunca antes, nunca, los mexicanos tuvieron que votar en un mar de sangre con un aullido generacional y con un Ej¨¦rcito protegiendo sus urnas.
Antonio Naval¨®n es periodista.
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