Poetas rojos de fiesta en el palacio
Alberti, Hemingway y Capa se alojaron en un caser¨®n aristocr¨¢tico durante la Guerra Civil
A pesar de la guerra y el hambre, algunas noches los poetas no lo pasaban mal en el palacio incautado a los condes de Heredia Sp¨ªnola. "Hab¨ªa una habitaci¨®n llena de armaduras antiguas y cotas de malla, como las que llevaba Don Quijote", escribi¨® en sus memorias el afroamericano Langston Hughes, uno de los hu¨¦spedes, como Heming-way, como Dos Passos, de la aristocr¨¢tica casa que fue sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. "A veces, en las noches muy fr¨ªas en que no ten¨ªamos nada mejor que hacer, los hombres se vest¨ªan con chaquetillas de torero y las mujeres con vestidos de la Sevilla de anta?o y celebraban, al son de mis discos de jazz, un improvisado baile de disfraces".
No hac¨ªa falta que fuese Halloween, aunque el caser¨®n bien podr¨ªa servir como escenario para una pel¨ªcula de miedo. Es un fabuloso ejemplar de racionalismo neog¨®tico, un estilo puesto de moda por el franc¨¦s Viollet-le-Duc en el ¨²ltimo tercio del XIX, que Segundo de Lerma introdujo en Espa?a con esta casa. La idea: crear una fantas¨ªa medievalista con el lenguaje, las t¨¦cnicas y los materiales del momento. Las puertas de madera y la rejer¨ªa de las ventanas son de fortaleza, se entra por una s¨®lida escalera de piedra y en el chafl¨¢n hay un curioso balc¨®n apuntado que parece sacado de un castillo alem¨¢n. Pero toda la fachada es de ladrillo visto y abundan el hierro y el cristal, sobre todo en el invernadero (a?adido posteriormente) y en las enloquecidas marquesinas del patio (conviene asomarse).
Dentro, no queda mucho del esplendor de anta?o. El palacio lo ocupa hoy la Mutualidad General Judicial (antes fue sede de CDS) y, salvo por la sinuosa escalera, el artesonado de alg¨²n techo y el sal¨®n de baile (hoy sala de reuniones), en sus funcionales oficinas cuesta imaginar el esplendor de anta?o. Para eso est¨¢ la hemeroteca de Abc, que en su secci¨®n Vida Ar¨ªstocr¨¢tica publicaba en 1923 un extenso reportaje gr¨¢fico. Muebles imperio, escudos her¨¢ldicos, retratos de la familia firmados por Madrazo o Sorolla, tallas, bargue?os, rejas de convento y, como explica el art¨ªculo, "magn¨ªficos tapices, grandes ara?as de cristal y las doradas consolas sobre las que se alzan esbeltos jarrones".
Lo ¨²nico que sigue igual en el edifico es la biblioteca, a¨²n hoy una de las m¨¢s importantes de Espa?a, con libros del siglo X al XIX. La cre¨® Francisco de Zab¨¢lburu, lleva su nombre y solo est¨¢ abierta a investigadores. Zab¨¢lburu era el industrial vasco que mand¨® construir este palacio (y cuya ¨²nica hija se casar¨ªa con el conde de Heredia Sp¨ªnola). Estuvo en el primer Consejo de Administraci¨®n del Banco de Bilbao y fue diputado y senador, pero su pasi¨®n eran la historia, la paleograf¨ªa y los libros.
En uno titulado Memoria de la melancol¨ªa escribi¨® Mar¨ªa Teresa Le¨®n: "El caser¨®n requisado era feo. Lo hemos o¨ªdo quejarse, crujir, llorar, estremecerse, pero poco a poco lo fuimos queriendo. Nadie quit¨® nada de su sitio. Fue respetado todo lo no comible o bebible. Aquellos salones solemnes y oscuros, pesados de muebles que segu¨ªan conservando su negrura a pesar de nuestra risa, fueron durante tres a?os nuestro escenario. La alegr¨ªa de nuestra juventud no la empa?aba ni el tener que bajar al s¨®tano para refugiarnos durante los bombardeos".
Cuando Hughes, el poeta negro, lleg¨® al palacio, quiso alojarse en una elegante habitaci¨®n de la tercera planta. Pronto se dio cuenta de que los dormitorios del servicio, en el semis¨®tano, eran m¨¢s c¨®modos en tiempos de guerra. All¨ª, en el apartamento del ama de llaves, vivieron Alberti, secretario de la organizaci¨®n, y Mar¨ªa Teresa Le¨®n. Por el caser¨®n pasaron tambi¨¦n Neruda, Vallejo y Huidobro. "Le¨®n Felipe se quedaba algunas noches, siempre exaltado, impresionado, pues todos los d¨ªas contaba el n¨²mero de muertos que causaban en Madrid los bombardeos a¨¦reos", escribi¨® Alberti en sus memorias. Porque algunas noches, la muerte tambi¨¦n se colaba en el palacio. Fue aqu¨ª donde Robert Capa vel¨® el cuerpo de Gerda Taro, la primera fot¨®grafa ca¨ªda en una guerra, que muri¨® en 1937 arrollada por un tanque en las calles de Madrid.
![Balc¨®n neog¨®tico en el chafl¨¢n del palacio de Zab¨¢lburu o de los Condes de Heredia Sp¨ªnola.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/34YOJU6IPGNEVOT7OQ5B3C36R4.jpg?auth=c79c821a6a21b6fc8d6c7336dc72d1eb174e8f4f5930c862b3da57f5bc42c5a7&width=414)
![Escalera en el interior del edificio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BWSHMXOVS2PYE6ZOKN34GJJRMY.jpg?auth=7cb1e67f115ad793b901c59bd20067219cf4d309c7b76396cc14d399804cfa36&width=414)
Palacio Zab¨¢lburu
- Autor. Jos¨¦ Segundo de Lema (1872-1876) y Luis Landecho (1900-1917).
- Estilo. Racionalismo neog¨®tico.
- Ubicaci¨®n. Marqu¨¦s del Duero, 7 (Banco de Espa?a).
- Funci¨®n original. Hotel aristocr¨¢tico y, durante la Guerra Civil, sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
- Funci¨®n actual. Oficinas de la Mutualidad General Judicial y Biblioteca Franciscode Zab¨¢lburu
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