Palabra de Corleone
Tras 17 a?os en una celda de aislamiento, ha empezado a hablar. Es Salvatore Riina, el jefe de jefes de la Mafia desde 1974 hasta 1993, condenado a 13 cadenas perpetuas por 150 asesinatos, 40 de ellos ejecutados personalmente. Ahora, ha roto su silencio para indicar al fiscal que investiga el asesinato del juez Borsellino que mire hacia las cloacas del Estado
Tiene 80 a?os y 13 cadenas perpetuas pendientes. Desde hace 17 a?os vive en una celda de aislamiento. Sus guardianes supervisan su correspondencia y vigilan d¨ªa y noche las c¨¢maras que lo enfocan incluso cuando va al ba?o. Hace mucho tiempo que, en tales circunstancias, cualquiera hubiera dejado de ser una amenaza. Pero ¨¦l no es cualquiera.
-Yo soy Salvatore Riina de Corleone... Tot¨° Riina.
As¨ª se lo dijo al fiscal de Caltanissetta -una peque?a ciudad en el centro de Sicilia- en lo que constituye la ¨²ltima declaraci¨®n del ¨²ltimo capo sangriento. Del m¨¢s cruel. Del jefe de jefes de la Cosa Nostra desde 1974 hasta su detenci¨®n en 1993. El mismo que, en su locura y en su extrema crueldad, decidi¨® enfrentarse al Estado en una guerra abierta. La justicia italiana lo considera responsable de 150 asesinatos, 40 de ellos ejecutados personalmente. Nacido en 1930 en la villa de Corleone, Tot¨° Riina fue arrestado y juzgado en 1969 junto al entonces jefe de la Mafia, Luciano Liggio, otra mala bestia, por un pu?ado de asesinatos cometidos a principios de la d¨¦cada de los sesenta. Una h¨¢bil combinaci¨®n de sobornos y amenazas a jurados y testigos consigui¨® entonces una sentencia absolutoria. Riina, que no estaba dispuesto a verse en otra parecida, se sumergi¨® entonces y para siempre en la clandestinidad.
La justicia italiana lo considera responsable de 150 asesinatos, 40 de ellos ejecutados personalmente
La ¨²ltima declaraci¨®n del capo sali¨® hace unos d¨ªas gracias a una investigaci¨®n del periodista Attilio Bolzoni
"Yo vivo en la luna. Si formo parte de 'Cosa Nostra' o si soy jefe de jefes, no estoy obligado a decirlo", espet¨® al fiscal
"Es cruel. Es un animal. Buscetta dijo que Riina solo era superado por Ner¨®n en crueldad", dice Bolzoni
Tras la detenci¨®n de Liggio en 1974 -fue capturado en Mil¨¢n, donde viv¨ªa como un burgu¨¦s en una urbanizaci¨®n de la periferia-, Tot¨° Riina se convirti¨® en el jefe supremo. El terror llevaba su nombre. Como nunca antes y como nunca desde entonces. A la cabeza de los corleoneses, no solo se enfrent¨® a las dem¨¢s familias, sino tambi¨¦n al Estado. Polic¨ªas, fiscales, jueces. En 1982 orden¨® asesinar al general Carlo Alberto Dalla Chiesa, quien, tras sus ¨¦xitos en la lucha contra las Brigadas Rojas, fue destinado a Sicilia para combatir a la Mafia. Lo mat¨® solo seis meses despu¨¦s de llegar a Palermo, junto a su esposa y a uno de sus guardaespaldas. Las ¨²ltimas v¨ªctimas de Salvatore Riina fueron los jueces Giovanni Falcone (23 de mayo de 1992) y Paolo Borsellino (19 de julio de 1992). De alguna manera, aquellos cr¨ªmenes supusieron tambi¨¦n el final de Tot¨° Riina. La sociedad italiana reaccion¨® y pidi¨® justicia como no lo hab¨ªa hecho antes. A¨²n se recuerda una frase de Rosaria Schifani, la viuda de uno de los cinco escoltas asesinados junto a Falcone y su esposa por la explosi¨®n de una bomba en la autopista entre Palermo y el aeropuerto: "Hombres de la Mafia, os perdono, pero tendr¨¦is que arrodillaros".
En enero de 1993, apenas unos meses despu¨¦s del atentado contra Borsellino, Tot¨° Riina fue capturado en el centro de Palermo, al volante de un autom¨®vil corriente, frente a un sem¨¢foro en rojo. Iba desarmado. Vest¨ªa un traje ra¨ªdo. Intent¨® evitar la detenci¨®n con una frase: "Se equivocan de hombre". Pero no. No se equivocaban. Un macrojuicio que tuvo mucho de ejemplarizante lo sepult¨® para siempre en una prisi¨®n de alta seguridad bajo un alud de cadenas perpetuas. El capo m¨¢s temido, Tot¨® Riina, guard¨® silencio desde entonces, algo no demasiado com¨²n en los de su estirpe. A muchos de ellos la prisi¨®n les va aflojando la lengua. No a la Bestia. No al Corto.
Por eso, el fiscal de Caltanissetta, Sergio Lari, que investiga la posible colaboraci¨®n entre los servicios secretos y la Mafia en el asesinato del juez Paolo Borsellino, se extra?¨® el d¨ªa que el abogado de Salvatore Riina le dijo que el viejo capo estaba dispuesto a hablar. ?Por qu¨¦ lo hac¨ªa? ?Por qu¨¦ despu¨¦s de tanto tiempo? Sentado frente al fiscal, un tipo alto y valiente, tanto que durante mucho tiempo se neg¨® a llevar escolta para que si lo mataban, solo lo matasen a ¨¦l y no "a siete personas m¨¢s", Riina -apodado el Corto por su baja estatura- a¨²n se atrevi¨® a marcar el terreno.
-Usted es el fiscal de Caltanissetta y yo soy Salvatore Riina de Corleone...
La declaraci¨®n parece obvia, pero no lo es tanto. El primer mensaje es: cada uno en su sitio. Enseguida el fiscal entendi¨® por qu¨¦ al viejo capo, tanto tiempo despu¨¦s, se le empezaba a soltar la lengua: "Yo soy uno que se ocupa de sus asuntos, no s¨¦ nada de nada. Usted me ve y me dice: '?C¨®mo es que Salvatore Riina est¨¢ tan sereno, tan tranquilo?'. Porque yo estoy fuera del mundo. Yo no vivo en la Tierra. Yo vivo en la Luna. Si formo parte de Cosa Nostra, o si soy el jefe de jefes o el subjefe de los subjefes, no estoy obligado a decirlo. Ni a usted, ni a nadie. As¨ª que quiero insistir en que no me haga esta pregunta porque yo estoy en mis asuntos y ustedes en los suyos. Usted hace de fiscal de Caltanissetta y yo soy Salvatore Riina de Corleone".
La parrafada parec¨ªa sin sentido, el delirio de un charlat¨¢n senil, hasta que lo adquiri¨® de pronto: "Usted, se?or fiscal, tiene que saber qui¨¦n es Salvatore Riina. Salvatore Riina est¨¢ excluido de todos estos servicios secretos, porque no los tiene en su cabeza. Ni en la mente, ni en el cuerpo. Riina es de Corleone, pueblo agr¨ªcola, del campo, perdido y abandonado. Si yo hubiera conocido a alguien de los servicios secretos, desviados o regulares, yo no me llamar¨ªa Salvatore Riina porque estar¨ªa en la misma panda de estos arrepentidos, de estos se?ores y de estos desviados, de ese Ciancimino, de ese Spatuzza...".
Salvatore Riina cita el apellido de los arrepentidos de la Mafia con desprecio. Ahora s¨ª, el fiscal de Caltanissetta sabe por qu¨¦ el viejo capo lo ha mandado llamar. Es, nunca mejor dicho, una cuesti¨®n de honor. Los arrepentidos a los que cita sostienen que Riina y algunos elementos de los servicios secretos italianos se confabularon para matar al juez Borsellino -y es eso precisamente lo que desde hace a?os investiga sin encontrar la luz el fiscal Sergio Lari-. As¨ª que cuando Riina dice "no me mir¨¦is solo a m¨ª, miraos a vosotros mismos", el fiscal ya intuye por qu¨¦ el viejo capo se ha sentado frente a ¨¦l. En primer lugar, para decirle que va por buen camino, que si quiere resolver definitivamente el crimen del juez tendr¨¢ que mirar hacia adentro, hacia las cloacas del Estado. Y en segundo lugar, para salvar su nombre, para quitarse esa piedrecita que le aprieta en el zapato. No quiere irse a la tumba amortajado por la sospecha de que alg¨²n d¨ªa colabor¨® con el Estado al que tan sanguinariamente combati¨®.
-Y entonces, ?qui¨¦n fue?, se?or fiscal. ?Por qu¨¦ en el Castillo -una construcci¨®n en la cima del monte Pellegrino desde donde se domina Via Amelio, el lugar donde explot¨® la bomba que mat¨® a Borsellino- hab¨ªa en esos d¨ªas una base clandestina de esp¨ªas? ?Qui¨¦nes eran esas personas? Se?or fiscal, siento que me toman el pelo desde la ma?ana a la noche porque llevo 17 a?os en aislamiento, siempre en aislamiento, ¨¢rea reservada, c¨¢maras en la habitaci¨®n, pero sigo siendo el capo de la Mafia. Yo, que tengo el correo controlado, las c¨¢maras en la habitaci¨®n, en el sal¨®n, en el ba?o, que no me puedo hacer el bid¨¦, que no me pudo duchar... Se?or fiscal, le ruego de una vez para siempre que busquen la verdad. Que hagan luz. Ustedes pueden. Pueden encontrar muchas v¨ªas. Mucho trabajo. D¨¦jense de Riina como pararrayos. Tot¨° Riina ya no es nada. Ya son solo 20 a?os que est¨¢ sacrificado aqu¨ª. Tengo 80 a?os, estoy enfermo, yo soy un viejo acabado.
La ¨²ltima declaraci¨®n del ¨²ltimo capo ha salido a la luz hace solo unos d¨ªas en Italia gracias a la investigaci¨®n de Attilio Bolzoni, un periodista del diario La Repubblica experto en la Mafia. Autor junto a Giuseppe D'Avanzo -recientemente fallecido- del libro Il capo dei capi, un ensayo sobre la vida y la carrera criminal de Tot¨° Riina, Bolzoni ha logrado sacar a la luz dos declaraciones hasta ahora secretas realizadas entre el verano de 2009 y el de 2010. En total, un centenar de folios. "Con esa charla ante el fiscal", explica el periodista, "Riina demuestra que se ha sentido utilizado en el asesinato de Borsellino. De hecho, ¨¦l no habla del asesinato del juez Giovanni Falcone porque admite que fue el responsable al mil por mil. Pero en el caso de Borsellino, el autor intelectual fue otro, un italiano
que est¨¢ todav¨ªa sin nombre".
Attilio Bolzoni explica que la Mafia que representa Tot¨° Riina ya no existe: "Desapareci¨®. ?l est¨¢ sepultado en la c¨¢rcel, y toda su gente, tambi¨¦n. Solo queda por capturar Matteo Messina Denaro. Los corleoneses est¨¢n acabados. La Mafia sigue, claro. Si vas a la regi¨®n de Sicilia, la ves. Existe una inteligencia colectiva de la Cosa Nostra que sigue muy activa. Pero se acab¨® aquel tipo de mafia con atentados y bombas, con los asesinatos excelentes -objetivos importantes como generales o magistrados-; todo aquello se acab¨® con Tot¨° Riina".
Tras leer entero el interrogatorio, Bolzoni seleccion¨® algunos extractos para La Repubblica. Hay momentos en los que Riina se parece al viejo que es contando batallitas, pero cada batallita tiene un trasfondo: "Gracias a Dios y a mi actitud, pude ser un fugitivo 24 a?os. Un fugitivo puede durar un a?o, dos, no puede estar 24 a?os. Yo estuve 24 a?os fugitivo. Constru¨ª una familia, me cas¨¦, tuve hijos... Y lo pude hacer porque me hac¨ªa el solitario en mis asuntos. Yo era un solitario, yo soy un solitario. Puedo jurar ante Dios y ante mis hijos que ni Provenzano -su sucesor al frente de la Cosa Nostra- sab¨ªa d¨®nde viv¨ªa yo. Hubo alguien que tuvo inter¨¦s en venderme y hacerme arrestar, y por eso aquellas palabras pronunciadas por Mancino [el ministro del Interior en enero de 1993], que unos d¨ªas antes dijo: 'Dentro de cinco o seis d¨ªas vamos a arrestar a Riina y lo meteremos en la c¨¢rcel'. Seis d¨ªas antes, sab¨ªa que me deb¨ªan arrestar, y lo sab¨ªan Mancino y alguien m¨¢s que no s¨¦ qui¨¦n es. ?Provenzano? No lo s¨¦. Yo fui vendido, pero no puedo decir por qui¨¦n. Me dicen Di Maggio
pero no, no fue Di Maggio".
Ah¨ª solo parece un viejo criminal cuyo ¨²nico remordimiento es el de no saber qui¨¦n lo traicion¨®. No le duelen sus cr¨ªmenes, tanta sangre derramada, sino no saber a estas alturas qui¨¦n le fue desleal. Por qu¨¦. Por cu¨¢nto. Al periodista Bolzoni, sin embargo, no es esto lo que m¨¢s le interesa:
-Para m¨ª, la frase crucial de Tot¨° Riina es cuando le pregunta al fiscal: "?Quer¨¦is saber qui¨¦n es Salvatore Riina? Un tipo de Corleone, un pueblo del campo, perdido y abandonado...". Ah¨ª lo que est¨¢ diciendo es: "Yo soy el capomafia, vengo de Corleone, no me jod¨¢is, tengo 80 a?os y quiero que me dej¨¦is en paz. No me voy a arrepentir nunca, jam¨¢s".
?Es entonces Tot¨° Riina, a punto de cumplir los 81 a?os, enfermo, vigilado d¨ªa y noche, un tipo acabado? Cualquiera dir¨ªa que s¨ª, que sus palabras ya no pueden interesar m¨¢s que a un fiscal en su laberinto y a un periodista que, como un pintor, busca darle el ¨²ltimo trazo a su personaje. Y entonces, ?por qu¨¦ a las pocas horas de publicarse el extracto de su declaraci¨®n la justicia orden¨® borrarlas de la web de La Repubblica? ?Qu¨¦ teclas secretas, tal vez entre l¨ªneas, de forma sutil, sigue tocando el viejo capo?
La ¨²ltima vez que el periodista y el criminal se vieron fue en los tribunales. Un d¨ªa antes, un reportaje publicado por Bolzoni iba ilustrado por dos fotos, una de Riina y otra de un senador: "Al verme, me llam¨® y me dijo: '?Doctor Bolzoni, doctor Bolzoni! Ma?ana lo denuncio por sacar mi fotograf¨ªa al lado de la de un pol¨ªtico...". La broma de Riina, su aparente campechan¨ªa, no logr¨® desviar un cent¨ªmetro la opini¨®n que Bolzoni, despu¨¦s de estudiarlo durante a?os, tiene del personaje.
-Es cruel. Es un animal. Tommaso Buscetta
[el primer arrepentido de peso que rompi¨® con la ley del silencio] dijo en cierta ocasi¨®n que Riina solo era superado por Ner¨®n en crueldad. Despu¨¦s de Ner¨®n ven¨ªa Riina... -
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