El rey de la pachanga
Un venezolano de 36 a?os organiza 120 partidos mensuales de f¨²tbol 7
Israel Sevillano se dedica a poner orden. Si viviese en Bombay, elaborar¨ªa un croquis del complejo sistema de reparto de comida que conecta toda la ciudad. Si lo hiciese en M¨¦xico DF, dirigir¨ªa el tr¨¢fico de las peseras, unos microb¨²ses ca¨®ticos que muchos creen que no colapsan las carreteras gracias a la intervenci¨®n divina de la virgen de Guadalupe. Pero como resulta que est¨¢ en Madrid, Israel Sevillano pone su talento al servicio de la organizaci¨®n de partidos informales de f¨²tbol 7 y 11 a los que puede apuntarse cualquiera que tenga ganas de jugar un rato. Programar 120 partidos mensuales y contar con una cartera que supera el millar de clientes le han convertido en el rey de la pachanga.
Sevillano, venezolano de 36 a?os, no ten¨ªa empleo cuando lleg¨® a Espa?a hace dos a?os. Casado y con un hijo, vino a buscarse la vida. Trabaj¨® como camarero y lavaplatos. En su cabeza bull¨ªan todo tipo de proyectos. Su instinto empresarial se despert¨®, sin embargo, el d¨ªa que se top¨® en las oficinas deportivas del Canal de Isabel II (Islas Filipinas, 54) con una lista de personas que quer¨ªan quedar con otras para jugar al f¨²tbol. Habl¨® con varios de ellos y le contaron que les costaba mucho organizarse bien. Siempre faltaba un portero. A veces no hab¨ªa bal¨®n. Necesitaban un gu¨ªa, alguien que se ocupase de pagar la pista, organizar los equipos, poner orden en definitiva.
Ese l¨ªder era Israel Sevillano. A trav¨¦s de Timpik (www.timpik.es) programa entre cuatro y cinco partidos diarios. La mayor¨ªa se juegan en las instalaciones de Canal. El emprendedor se lleva una comisi¨®n de cada uno de los partidos. Se saca un sueldo bastante apa?ado. Porque se lo gana. Reserva y paga los campos con un mes de antelaci¨®n. Lleva petos, seis botellas de agua, dos balones y una nevera con bebidas energ¨¦ticas.
Se juega a cualquier hora del d¨ªa. Israel llama por tel¨¦fono a los que est¨¢n en lista de espera si falla alg¨²n jugador. Est¨¢ pendiente de que todo salga bien las 24 horas. Lleva la cuenta de los goleadores y, al final de cada jornada, se vota al mejor jugador. El futbolista que falte sin justificaci¨®n recibir¨¢ una tarjeta roja que le impedir¨¢ volver a apuntarse a menos que pague una multa.
Se ha creado una verdadera comunidad alrededor de estos eventos. Se apunta gente cansada de hacer decenas de llamadas para poder jugar, trabajadores que acaban de ser destinados a Madrid o estudiantes de los primeros a?os de la universidad.
Por ah¨ª se han dejado caer actores, cantantes y directores de cine conocidos. A veces juegan mujeres. Son m¨ªticas las cabalgadas de un canario llamado Meli¨¢n por la banda, las dur¨ªsimas entradas del farmac¨¦utico Pablo Pedrosa o el manejo pausado del centro del campo del sevillano Carlos Garc¨ªa. Israel arbitra los partidos o rellena un equipo si es necesario. Llama la atenci¨®n a quien juegue con dureza: un chico b¨²lgaro fue expulsado por emplearse con exceso de testosterona.
"Mi secreto es que soy un profesional", revela Sevillano vestido de chaqueta y agarrado al iPad con el que lleva la cuenta de todo. Acabado un partido, los jugadores se marchan a un bar cercano y levantan una copa de cerveza: "?Por Israel Sevillano!". Un brindis por el rey de la pachanga.
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