Todo se resume en dos men¨²s
CASA MARCELO, en Santiago de Compostela, platos que llegan al iPad
La apertura de Casa Marcelo en 1999, recoleto local en Santiago de Compostela, supuso un revulsivo para la puesta al d¨ªa de la cocina gallega. Hace justo 12 a?os, Marcelo Tejedor implant¨® la f¨®rmula del men¨² ¨²nico (aperitivo, cinco medias raciones y dos postres), desatando polvaredas de comentarios por su audacia al prescindir de la carta. Se atrevi¨® a trastocar el servicio de sala incitando a los cocineros a asumir funciones de camareros, y consigui¨® -un hito- que la cocina y el comedor se integraran en un ambiente ¨²nico seis a?os antes de que lo hiciera el laureado dan¨¦s Ren¨¦ Redzepi (restaurante Noma en Copenhague). Justo ahora, cuando el modelo de restaurante, cl¨¢sico o contempor¨¢neo, se cuestiona, su intuici¨®n le lleva por nuevos senderos. "Estoy aburrido de los men¨²s largos y estrechos. Me cansan. En el futuro, al menos en mi casa, ser¨¢n cortos y anchos".
CASA MARCELO
PUNTUACI?N: 7,5
Hortas, 1. Santiago de Compostela. Tel¨¦fono: 981 55 85 80. Cierra: domingos y lunes. Precios: solo se sirven dos men¨²s, el del mediod¨ªa (de lunes a viernes; 45 euros m¨¢s IVA) y el men¨² degustaci¨®n (75 euros).
Como guinda de sus inquietudes, hace siete meses que traslad¨® al iPad una aplicaci¨®n que le ha permitido verter en este tablet sus men¨²s cotidianos, que modifica una vez a la semana y no a diario como hac¨ªa en sus inicios. Observado desde fuera, Tejedor parece haber entrado en un periodo de reflexi¨®n que le ha llevado a distanciarse y a rebajar el nivel de su implicaci¨®n en un negocio que comparte con su segundo, Iv¨¢n Dom¨ªnguez, cocinero de campanillas, al que ha convertido en socio. Lo curioso es que en Casa Marcelo se come mejor que nunca sin perder los aspectos que siempre la han caracterizado: identificaci¨®n con los productos de temporada, chispa creativa y dominio de la t¨¦cnica. Para Tejedor, cliente cotidiano del mercado de Santiago, lo primero son los pescados. Lo demuestran las sardinas del d¨ªa, marinadas, asadas y ahumadas, excepcionales, un plato memorable. O el tartar de jurel, fin¨ªsimo, que no mejorar¨ªa ni el mejor restaurante de Tokio, y que sirve con una crema de pimientos de Padr¨®n reconstruidos con su forma. Antes, para empezar, el men¨² incluye una aparente fuente de ostras, a la que sigue un capuchino de calabaza bien ali?ado. Solo en determinadas propuestas saca a relucir una sencillez que emociona. As¨ª sucede con los higos abiertos con escamas de sal sobre pur¨¦ de tomate. El ¨²nico pinchazo se produce con los ravioles de buey de mar, secos y fibrosos, sobre caldo de hinojo. Y como colof¨®n, una presa de ternera gallega, tierna y de gusto elegante.
Los postres mantienen la t¨®nica e, incluso, la mejoran. Es muy suave el sorbete de merengue y lim¨®n, y monumental la minitarta de Santiago, un pastel fluido de frutos secos que funde en la boca. Menci¨®n singular merecen sus panes, excelentes, que se elaboran en la casa.
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