Los perfiles totalitarios de un proyecto
Franco gan¨® la guerra y perdi¨® la paz. Los suyos se vieron forzados a claudicar ante los dem¨®cratas. ?Qu¨¦ exigieron a cambio? Narcotizar la memoria. Un precio impagable. Treinta y cinco a?os despu¨¦s, el frente hermen¨¦utico sigue abierto; por fortuna, ni el silencio ni la tergiversaci¨®n pueden ocultar la cruda verdad de lo que fue el franquismo.
ETA ha perdido la batalla operativa, pero la lucha contin¨²a; queda la m¨¢s crucial de las peleas, la que no conoce cuartel ni c¨®modo final, como evidencia la transici¨®n espa?ola. Es el combate hermen¨¦utico, el enfrentamiento entre los diversos relatos que ya hoy circulan en el seno de la sociedad vasca. ETA no termina con la entrega de las armas, la disoluci¨®n o el perd¨®n. ETA perdurar¨¢ en tanto su mensaje ideol¨®gico, su promesa liberadora y su discurso pol¨ªtico permanezcan activados.
Los cr¨ªmenes cometidos por ETA no han sido la consecuencia fatal de un conflicto secular irresuelto, sino el resultado de un proyecto pol¨ªtico totalitario. La historia da fe del tremendo potencial crimin¨®geno de todos los totalitarismos pol¨ªticos. Repasemos las l¨ªneas dogm¨¢ticas del proyecto, tanto en su aspecto sustantivo (el fundamentalismo ¨¦tnico-soberanista) como en su vertiente operacional (el vanguardismo leninista). ETA es la mezcla explosiva de soberanismo y leninismo.
El sustrato ideol¨®gico del proyecto, el soberanismo identitario, consta de dos premisas: que el pueblo vasco es una identidad con rasgos definitorios ¨²nicos (lengua, cultura, historia, etc.,) y que un pueblo dotado de una identidad ¨¦tnica, y consciente de la misma, es decir, una naci¨®n, tiene derecho soberano a organizarse pol¨ªticamente. Ambas fueron le¨ªdas en clave totalitaria y requieren una reformulaci¨®n en clave democr¨¢tica.
El totalitarismo identitario relata: el pueblo es uno y lo uno es el todo; la identidad es una y pura, la mezcla debe ser evitada. La identidad grupal es previa a la identidad individual, su nutriente y su horma configuradora. La patria-todo es m¨¢s que el individuo-parte. La contraindicaci¨®n democr¨¢tica diagnostica: las identidades grupales son plurales, complejas, cambiantes, h¨ªbridas, bastardas; el mestizaje, adem¨¢s de inevitable, es enriquecedor; por eso prescribe identidades abiertas, porosas, inclusivas.
El totalitarismo soberanista afirma: la naci¨®n es soberana; el poder soberano es uno y recae sobre todo; la soberan¨ªa es forzosamente una, nunca compartida, ninguna atadura puede someterla; nada de lo que precisa ser regulado en el plaza p¨²blica ha de sustraerse a la voluntad del pueblo-naci¨®n, que es aut¨®noma y soberana, fuente de toda regulaci¨®n normativa. La contraindicaci¨®n democr¨¢tica sostiene: que el concepto de soberan¨ªa como derecho inalienable y superior de un pueblo es te¨®ricamente falaz, que la voluntad y la realidad de un grupo est¨¢n trabadas con la voluntad y la realidad de los dem¨¢s, que la autonom¨ªa ilimitada de la voluntad es una ficci¨®n te¨®rica, que las soberan¨ªas plenas son conceptual e hist¨®ricamente categor¨ªas en declive, y que las reivindicaciones soberanistas han de plantearse en el terreno de la praxis y no de la metaf¨ªsica pol¨ªtica.
ETA nace con el doble prop¨®sito de defender una identidad amenazada y recuperar una soberan¨ªa perdida. El plan operativo dise?ado (qui¨¦n y qu¨¦ hacer) se inspira en el modelo leninista. Dice el leninismo totalitario a prop¨®sito del agente o sujeto de la revoluci¨®n (el "qui¨¦n"): S¨®lo una minor¨ªa dispone de la clarividencia y la resoluci¨®n suficientes para emprender la lucha; esta minor¨ªa es la representaci¨®n especular del todo; la vanguardia es indisociable del pueblo; ellos y nadie m¨¢s son el pueblo.
Y el leninismo totalitario dice a prop¨®sito de la acci¨®n (el "qu¨¦"): Todo aquello que conduzca al objetivo liberador final es v¨¢lido. No es exactamente que todos los medios, cualquier medio, est¨¦n justificados por el fin; sino que fin y medios se identifican, son la misma cosa, los medios son una parte del todo que es el fin. Y el fin es ¨²nico; no existen otros fines que puedan estorbar, interferir o impedir el camino hacia el gran objetivo final. Que una acci¨®n nos aproxime a ¨¦l, es indicativo de que se marcha en la buena direcci¨®n. ?Cu¨¢l es la contraoferta democr¨¢tica? Justamente para evitar el horror de que todo valga, ha habido que inventar las nociones de dignidad y de derechos humanos como el l¨ªmite que ning¨²n individuo, ni organizaci¨®n ni Estado deben traspasar.
Para que el relato de lo que ha sido la acci¨®n-ETA adquiera significaci¨®n pol¨ªtica, necesitamos colocar en el trasfondo lo que es la ideolog¨ªa-ETA. No es posible borrar las huellas del crimen sin borrar las marcas ideol¨®gicas que lo indujeron. La tarea es ardua, no en vano los cuatro discursos mencionados (identidad, soberan¨ªa, sujeto pol¨ªtico y acci¨®n revolucionaria) son hijos de la Modernidad; y, como ya se?alaran los fil¨®sofos de Frankfurt, su totalitarismo latente nos impregna con facilidad. Por eso, el relato acerca de ETA debe resaltar los perfiles totalitarios de su proyecto, a la luz contrapuesta de la raz¨®n democr¨¢tica. En la visi¨®n totalitaria el individuo es el combustible sacrificado al servicio de la patria y de la lucha; no hay v¨ªctimas, s¨®lo m¨¢rtires. La democracia invierte los t¨¦rminos; su categor¨ªa filos¨®fica central es el l¨ªmite, al que parad¨®jicamente todo est¨¢ sometido: la naci¨®n, el poder y la acci¨®n pol¨ªtica.
A partir de ahora, se intensificar¨¢ la batalla hermen¨¦utica. Ser¨¢ larga, pero el tiempo juega siempre a favor de la verdad hist¨®rica. Por eso, tampoco podr¨¢ tergiversarse esta vez la cruda realidad de lo que fue el proyecto totalitario de una parte del pueblo vasco.
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