Los secretos de la Mam¨¢ Grande
Las 2.000 cajas con los papeles de Carmen Balcells, por las que Cultura pag¨® tres millones de euros, resumen la historia de la literatura en espa?ol del siglo XX
Ella les hizo gigantes literarios y ellos la convirtieron en superagente. Carmen Balcells (Santa Fe de Segarra, Lleida, 1930) posee puesto fijo en la historia de la literatura mundial. Tiene en cartera m¨¢s premios Nobel que dedos en la mano (Mario Vargas Llosa, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Camilo Jos¨¦ Cela, Pablo Neruda, Miguel ?ngel Asturias y Vicente Aleixandre). El boom latinoamericano estall¨® en su agencia. Fich¨® a escritores espa?oles (Miguel Delibes, Ana Mar¨ªa Matute, Juan Mars¨¦, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n...) cuando a¨²n no hab¨ªan adquirido la condici¨®n de cl¨¢sicos del siglo XX. Son vagas pinceladas que dan idea de la trascendencia de la documentaci¨®n almacenada en la agencia de Carmen Balcells desde 1960, comprada por el Ministerio de Cultura en 2010 por tres millones de euros y que ahora ve la luz.
"Contrariamente a lo que parece, a la hora del 'business' soy implacable"
Ella desterr¨® los contratos vitalicios con editoriales y las bajas liquidaciones
El archivo, compuesto por cerca de 2.000 cajas (alineados: 2,5 kil¨®metros de documentos), est¨¢ depositado desde entonces en el Archivo General de la Administraci¨®n (AGA) de Alcal¨¢ de Henares, aunque su futura ubicaci¨®n est¨¢ en el aire. El actual Gobierno pretend¨ªa poner en pie un centro nacional dedicado a la creaci¨®n, edici¨®n e industria editorial a partir de este fondo. La Generalitat catalana, por su parte, pugna por el regreso a Barcelona de las cajas que almacenan la historia de la agencia y sus m¨¢s de 200 escritores.
EL PA?S ha sido el primer medio que ha accedido al contenido de la correspondencia, los originales literarios y sus sucesivas correcciones, las liquidaciones de derechos de autor o los borradores de obras de escritores que deseaban ser representados por su agencia. El fondo, que incluye la biblioteca de Miguel ?ngel Asturias y el archivo de Paul Bowles, a¨²n no se ha abierto a la investigaci¨®n porque est¨¢ pendiente de ser reclasificado y ordenado seg¨²n los par¨¢metros archiv¨ªsticos.
Sumergirse en p¨¢ginas amarillentas y cajas hinchadas sirve para constatar lo previsto: Balcells ha sido todopoderosa en el mundillo editorial, un pulpo con tent¨¢culos en cada pa¨ªs. La ¨²nica espa?ola que podr¨ªa tutear a Andrew Wylie, El Chacal, considerado el n¨²mero uno del gremio. Mucho antes que Wylie, ella ya mereci¨® la etiqueta de "superagente literaria" por el a?orado editor Carlos Barral. Se labr¨® el respeto de los autores desde que, en 1954, comenz¨® a trabajar en la agencia del escritor rumano exiliado Vintila Horia.
Ella les coloc¨® en el centro del negocio y combati¨® abusos de las editoriales: desterr¨® los contratos vitalicios e impuso cl¨¢usulas de cesi¨®n por tiempo ilimitado. Ya en mayo de 1961, Miguel Delibes elogiaba as¨ª su papel: "Conozco la gran eficacia de su agencia y conf¨ªo en que este contacto pueda ser beneficioso para ambos. Por de pronto, mis asuntos en Italia, por lo que se refiere a algunos libros, est¨¢n bastante embrollados debido a la poca seriedad de algunos editores".
Los escritores confiaron en ella y ella continu¨® creciendo. "Mam¨¢ Grande", la llam¨® Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, coron¨¢ndola como el personaje literario de uno de sus cuentos. La liberadora de autores, seg¨²n Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n: "Hasta ella, los escritores firmaban contratos vitalicios con las editoriales, percib¨ªan liquidaciones agonizantes y a veces, como premio, recib¨ªan algunos regalos en especie, por ejemplo, un jersey o un queso Stilton".
Es cierto. Est¨¢ en los escritos. Balcells era atronadora con las editoriales. A Bruguera, el 26 de octubre de 1982: "Recibido tu t¨¦lex acerca de la reedici¨®n de El oto?o del patriarca, de Garc¨ªa M¨¢rquez, en Club Bruguera: no estamos en absoluto de acuerdo y no aceptamos esta propuesta. Tanto Garc¨ªa M¨¢rquez como Cela deber¨¢n percibir sus derechos ¨ªntegramente, como est¨¢ previsto en los contratos. Y no la mitad. ?O es que los fabricantes de papel os regalan la mitad para promociones?". A la editorial Losada, de Buenos Aires, el 16 de julio de 1979: "Lamentamos tener que comunicarles que si la pr¨®xima semana no tenemos constancia de su giro por todas las sumas pendientes consideraremos rescindidos los contratos Rafael Alberti. Stop. Ustedes comprender¨¢n que hemos insistido y esperado todo lo que era posible trat¨¢ndose de este autor. Stop".
Ella misma se defin¨ªa as¨ª en una carta al chileno Jos¨¦ Donoso el 29 de marzo de 1972: "La reacci¨®n de [Carl] Brandt me parece p¨¢lida con respecto a la que hubiera tenido yo. Mi relaci¨®n con [Manuel] Puig, [Ernesto] S¨¢bato y otros ha terminado como la de Brandt contigo y contrariamente a lo que parece por el tono festivo que mantengo con mis representados, a la hora del business soy implacable". Donoso, que le env¨ªa largas cartas plagadas de cuitas familiares y econ¨®micas, la llama en una "¨¢ngel tutelar, gallina clueca y musa de la literatura contempor¨¢nea".
Cuando fich¨® a Graham Greene para vender El factor humano en Espa?a despleg¨® la artiller¨ªa en cuanto apreci¨® reticencias en las editoras argentinas que hasta entonces, 1978, ten¨ªan los derechos de difusi¨®n en espa?ol: "Me permito reiterarles a ustedes, porque al parecer no ha quedado suficientemente claro en nuestra comunicaci¨®n anterior, que siguiendo los expresos deseos del se?or Graham Greene se ha procedido ya a la divisi¨®n del mercado para esta obra".
Toda la furia que pod¨ªa caer sobre una editorial incumplidora se transformaba en comprensi¨®n con un escritor atascado. Balcells fue una de las principales animadoras de la ruptura de Mario Vargas Llosa con los trabajos alimenticios y su traslado a Barcelona. A Ana Mar¨ªa Matute la arranc¨® de una depresi¨®n y le facilit¨® el soporte afectivo para acabar su aclamada novela Olvidado rey Gud¨². A muchos les adelant¨® dinero para que se olvidasen de lo prosaico y se centrasen en lo l¨ªrico. A Cela le gestion¨® actividades muy bien remuneradas en su ¨²ltima etapa, cuando la literatura parec¨ªa relegada ante la caja registradora.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.