El BCE o el colapso
El cisne negro aletea ya en lagos europeos. Lo improbable ha sido posible. Los problemas de desconfianza dentro en la zona euro son de tal magnitud que amenazan con desestabilizar a buena parte de las principales econom¨ªas y propagar una suerte de nueva crisis financiera al resto del mundo, para la que el apellido Lehman puede quedarse corto. La reedici¨®n de un nuevo periodo de estancamiento de los pa¨ªses desarrollados, y muy probablemente de un nuevo proceso recesivo en algunos de ellos, cuatro a?os despu¨¦s del inicio de la crisis internacional, parece ya asegurada.
Es desconcertante la falta de agilidad con la que se toman decisiones en Europa. Dejar caer a Lehman fue una decisi¨®n; equivocada, atendiendo al consenso dominante, tanto m¨¢s tras el desenlace conocido de estos ¨²ltimos a?os, pero una decisi¨®n al fin y al cabo. En la zona euro apenas si llegan a materializarse decisiones cuando parece haberse alcanzado el obligado consenso pol¨ªtico. El de la cumbre del euro del pasado 26 de octubre consistente en asumir una quita del 50% en la deuda p¨²blica griega dando salida al enquistado problema heleno, recapitalizar otra vez la banca europea y poner en marcha el Fondo de Estabilidad Financiera Europeo, todo ello pensado como cortafuegos a la extensi¨®n incontrolada de la crisis de deuda soberana, ha quedado viejo antes de sustanciarse de forma operativa. El fuego se instal¨® en pocos d¨ªas en Italia, ha llegado a Espa?a y amenaza con extenderse a las praderas francesas, una vez que pa¨ªses aleda?os como B¨¦lgica o Austria est¨¢n ya tambi¨¦n en situaci¨®n de grave alerta. Es cuesti¨®n de d¨ªas y este es el margen de actuaci¨®n.
Los diferenciales alcanzados en los mercados de deuda soberana de los pa¨ªses del euro son incompatibles con la vida financiera en la uni¨®n monetaria. Irracionales y poco justificados en casos como el espa?ol. A pesar de los excesos y pecados de nuestra econom¨ªa, dichos diferenciales son incongruentes con el comparativamente reducido nivel de endeudamiento p¨²blico frente a pa¨ªses hom¨®logos, aun cuando haya de ser matizado por el muy elevado endeudamiento privado pendiente y costoso de depurar. Y son esos incongruentes tipos de inter¨¦s alcanzados en la situaci¨®n de descontrol de las finanzas europeas, los que ser¨ªan hacedores m¨¢s bien del conocido proceso de profec¨ªa autocumplida.
En esta situaci¨®n extrema y de urgencia, con una casi nula capacidad de toma de decisiones en la muy compleja gobernanza europea, solo cabe pensar en la intervenci¨®n del ¨²nico actor con capacidad inmediata, el BCE. Deber¨ªa mirarse en el espejo de sus hom¨®logos brit¨¢nico o estadounidense, aun cuando haya de ser m¨¢s imaginativo para sortear las trabas que impone sus normas fundacionales frente a la de aquellos. Los exiguos 180.000 millones de euros de deuda p¨²blica comprados hasta el momento, pueden enfrentarse con los m¨¢s de 250.000 millones de libras adquiridos por el Banco de Inglaterra, para una econom¨ªa que no alcanza el 25% de la equivalente del euro; o con los m¨¢s de 950.000 millones de d¨®lares comprados por la Reserva Federal, para una econom¨ªa comparable a la europea. Ni en uno ni en otro pa¨ªs parecen haberse anclado expectativas inflacionistas, incluso en presencia de tensiones de precios asociadas a las materias primas. No es tiempo en todo caso de prejuicios a las puertas de un colapso de la envergadura del que puede producirse.
?ngel Berges y Daniel Manzano son socios de AFI (Analistas Financieros Internacionales).
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