Desayuno panor¨¢mico

C¨¦sar Manrique recibi¨® en Benalm¨¢dena el encargo inaudito de interpretar la ladera como una erupci¨®n volc¨¢nica de luz, tierra y mar. Aquello no se parec¨ªa ni en pintura a su Lanzarote natal, pero el descuelgue abrupto de la monta?a le inspir¨® -adem¨¢s de un edificio- unos jardines con vistas que perpet¨²an su memoria en la Costa del Sol. La Fonda nace en el a?o 1985 como un intento del Ayuntamiento por devolver a este pueblo blanco el protagonismo que la franja litoral le sustrajo desde el boom tur¨ªstico. Es parte del consorcio que forman la Escuela de Hosteler¨ªa de Benalm¨¢dena y el restaurante La C¨®nsula, en las afueras de Churriana, donde Hemingway escribi¨® algunas de sus obras.

El negocio hostelero est¨¢ hoy en manos de Antonio Aguilera y su familia, propietarios de La Posada, una calle m¨¢s abajo. Al frente de la recepci¨®n ejerce su yerno, amable como nadie y emprendedor cabal. Sus hijas tambi¨¦n trajinan a diario en el hotel. Los empleados, traspasados del otro establecimiento, saben lo suyo por edad y por convicci¨®n. As¨ª, el desayuno, servido en una espl¨¦ndida terraza con vistas al mar, mantiene a cubierto un variado buf¨¦, pero ellos se anticipan a los deseos de los hu¨¦spedes y lo ofrecen motu proprio en mesa.

Estos amaneceres de ensue?o frente a los jardines gozan a mediod¨ªa de la sombra que procura el entramado brutalista construido para dar acogida a la piscina, con una entreplanta abierta que refuerza la condici¨®n de mirador de todo el complejo. Y eso que, desde cualquier ¨¢ngulo, La Fonda aparenta un hotelito bien modesto, embebido por el d¨¦dalo de callejas en que se aprieta el centro del pueblo. Imposible aparcar junto al establecimiento. Por suerte, existe un estacionamiento vigilado no demasiado lejos. Cuesta 1,50 euros al d¨ªa y se accede a ¨¦l por un ascensor p¨²blico pegado a la iglesia.

Tres ambientes diferenciados -¨¢rabe, andaluz y griego- caracterizan de grana, albero, madera y azul sus habitaciones, distribuidas alrededor de un patio t¨ªpicamente andalus¨ª y reconocidas, las de la primera planta, con el nombre de una provincia de Andaluc¨ªa. Ah¨ª s¨ª que falta todav¨ªa una buena renovaci¨®n, pues los colchones sufren de viejos, los cosm¨¦ticos son m¨¢s bien modestos y la ducha adolece, por estrecha, de una incomodidad no coherente con la dulzura sensorial que procura su entorno. Preferible, en todo caso, la n¨²mero 401, con balconada propia y vistas a los barcos que pasan hacia el Estrecho.