Desnudos en el cimborrio

No vuelvo a poner los pies aqu¨ª", dijo el obispo al ver las figuras desnudas, y seg¨²n las cr¨®nicas lo cumpli¨®. Esto suced¨ªa a mediados del siglo XVI cuando Juan de Mun¨¦brega entr¨® en la catedral de Tarazona (Zaragoza) y al mirar hacia el cimborrio contempl¨® las grisallas (pinturas en tonos grises imitando esculturas en relieve) realizadas por Alonso Gonz¨¢lez. El prelado se fue y dio orden de que se taparan aquellas carnes. No en balde era, adem¨¢s de obispo, inquisidor.

Hoy, tres siglos y medio despu¨¦s del desplante episcopal y tras permanecer casi treinta a?os cerrada por obras, la catedral de Santa Mar¨ªa de la Huerta ha vuelto a abrir sus puertas. Los turiasonenses est¨¢n de enhorabuena -y nosotros tambi¨¦n- por la recuperaci¨®n de este templo cuyo cimborrio, claustro (todav¨ªa en obras) y torre se cuentan entre lo mejor del arte mud¨¦jar, pero nadie olvida los a?os de zozobra pasados desde 1979, cuando los pilares del crucero comenzaron a agrietarse. En 1984 las grietas eran tales que obligaron a cerrar el templo para estabilizar la estructura. Como su propio nombre indica, Santa Mar¨ªa de la Huerta se hab¨ªa construido en las huertas de la ciudad, fuera de las murallas y al otro lado del r¨ªo Queiles, en terrenos ricos en agua y m¨¢s propicios para las verduras que para las catedrales.

La causa de estos problemas estructurales hab¨ªa sido un olvido. En su d¨ªa, el claustro mud¨¦jar se hab¨ªa cimentado en roca viva, para lo cual tuvieron que desviar varios manantiales por un canal que, con el tiempo, se olvid¨® y termin¨® en estado de abandono. A la larga se produjeron las filtraciones que han ido lesionando el edificio. Para resolver estos problemas se andami¨® la catedral, se consolidaron los cimientos, se ape¨® el cimborrio y gracias a unos gatos hidr¨¢ulicos que lo elevaron unos mil¨ªmetros, se pudo reforzar el interior de los pilares que lo sostienen. Despu¨¦s llegaron las pruebas. Para detectar cualquier movimiento de la f¨¢brica se instal¨® un sofisticado sistema de medici¨®n. Era tan sensible que cada vez que un obrero se sub¨ªa al andamio saltaban las alarmas.

Todos estos esfuerzos dieron fruto. Gracias a la generosidad de muchos patronos y a la labor de la Fundaci¨®n Tarazona Monumental, los historiadores del arte han descubierto las sucesivas vestiduras interiores que ha lucido la catedral a lo largo del tiempo, desde las pinturas murales g¨®ticas en los pilares del ¨¢bside hasta la intervenci¨®n renacentista.

El aspecto actual de Santa Mar¨ªa se debe al encargo que hizo el cabildo al pintor y escultor Alonso Gonz¨¢lez cuando al poco de concluirse la obra del cimborrio fallec¨ªa su art¨ªfice, Juan Lucas Botero. Corr¨ªa el a?o 1546. Alonso Gonz¨¢lez, que estaba reci¨¦n llegado de Italia, dise?¨® para el cimborrio de Tarazona una decoraci¨®n plenamente clasicista. Disfraz¨® las trompas con veneras y sent¨® en cada una a un evangelista, pint¨® el alabastro de las vidrieras, realiz¨® las esculturas de yeso de ocho disc¨ªpulos para las hornacinas del tambor y, flanque¨¢ndolas, ejecut¨® las grisallas que hab¨ªa de tapar el obispo Mun¨¦brega. El descubrimiento de estas ¨²ltimas ha desvelado el caso ¨²nico en Europa de una decoraci¨®n inspirada por el neoplatonismo en una catedral.

El conjunto de grisallas representa el camino de la virtud que mediante la fortaleza y la raz¨®n puede superar todos los vicios, hasta la lujuria, que se tom¨® como paradigma de los dem¨¢s. El artista pint¨® desnudos y monumentales a personajes b¨ªblicos como Ad¨¢n y Eva, Safira y el casto Jos¨¦, Judit y Holofernes, y el arc¨¢ngel Rafael y Tob¨ªas. Lo ins¨®lito es que incluyera tambi¨¦n figuras del mundo cl¨¢sico como Dido y Eneas, Apolo y Venus, Periandro y Baco, y que emparejara en representaci¨®n de la fortaleza al b¨ªblico David con el pagano H¨¦rcules.

Por encima de estas figuras, adem¨¢s, incluy¨® en unos tondos los bustos de otras parejas famosas: Cleopatra y C¨¦sar, Popea y Ner¨®n, Helena y Paris, Ulises y Pen¨¦lope, Faustina y Marco Aurelio, Asuero y Ester, Medusa y Perseo, y Ciro y Tomiris. No es menos interesante que se hayan identificado los grabados italianos y flamencos de los que Gonz¨¢lez copi¨® todas las figuras, pues nos recuerda un momento art¨ªstico en donde se llamaba emulaci¨®n y estaba bien visto lo que ahora denostamos como plagio. Para completar la decoraci¨®n del cimborrio, el artista enluci¨® los pa?os con un despiece blanco sobre fondo gris y adorn¨® las nervaduras con claves de madera dorada. El cabildo se qued¨® tan satisfecho que le encarg¨® la decoraci¨®n del resto de la catedral, y Gonz¨¢lez continu¨® la faena rebajando el ¨¢ngulo de las b¨®vedas y disfrazando de vanos adintelados los ventanales g¨®ticos.

Y en esta segunda fase tambi¨¦n realiz¨® las grisallas de la capilla mayor. En la primera b¨®veda pint¨® sibilas y ¨¢ngeles, y en las del ¨¢bside, profetas y antepasados de Cristo, todos sobre un deslumbrante fondo de mosaico de teselas doradas en fondo rojo, al modo de las iglesias orientales.

Friso ceremonial

Catedral aparte, en Tarazona no faltan monumentos. En la fachada del Ayuntamiento nos encontramos de nuevo con Alonso Gonz¨¢lez, quien realiz¨® el friso ceremonial y perfecto de la coronaci¨®n de Carlos V en Bolonia. No muy lejos, en el palacio episcopal, se halla el ajado pero imponente Sal¨®n de Obispos, con los retratos de todos ellos, hasta el famoso Mun¨¦brega, que lo mand¨® hacer al mismo tiempo que las galer¨ªas desde donde se domina la ciudad y se disfruta de la vista del Moncayo.

El palacio guarda otra peque?a sorpresa, porque fue el mismo obispo inquisidor Mun¨¦brega quien encarg¨® al mismo Alonso Gonz¨¢lez la decoraci¨®n de su escalera principal. Aqu¨ª el prelado se hizo retratar junto al emperador Carlos y su hijo Felipe, entre esculturas femeninas que representan los amores de J¨²piter. Estas no le impidieron volver a poner los pies all¨ª.