Las bambalinas de la vieja fotograf¨ªa
Magnum rinde tributo a la hoja de contactos, vestigio de la imagen anal¨®gica en tiempos digitales - El libro, de 500 p¨¢ginas, parti¨® de una charla con Martin Parr
Nadie program¨® su obsolescencia. Y nadie, tampoco, ha tenido la osad¨ªa de escribir su obituario, por la sencilla raz¨®n de que, pese a su evidente declive, se resiste a morir. Pero la lenta desaparici¨®n de la hoja de contactos, tan ¨ªntimamente ligada a la fotograf¨ªa anal¨®gica, anticipa la muerte, a manos de la tecnolog¨ªa, de una manera de retratar la realidad e imaginar la fantas¨ªa.
Ahora, el duelo por la p¨¦rdida ha quedado plasmado en el libro Magnum. Hoja de contactos (Blume / Thames & Hudson), una obra que tiene un cierto aire de honras funerarias -aunque no en sentido literal-, pero en la que priman la admiraci¨®n y la curiosidad. Tambi¨¦n en la acepci¨®n de "vicio que lleva a alguien a inquirir lo que no debiera importarle" (DRAE). El volumen, editado por la comisaria asociada del Centro Internacional de Fotograf¨ªa (ICP) Kristen Lubben, podr¨ªa servir de "epitafio", seg¨²n la expresi¨®n acu?ada por Martin Parr. De hecho, una conversaci¨®n con este miembro de Magnum y arque¨®logo insaciable de los libros de fotograf¨ªa fue lo que llev¨® a la autora a proponer un recorrido por la historia del siglo XX a trav¨¦s de las pruebas de los miembros de la agencia. Un proyecto editorial que, lejos de ofrecer una mortaja, ofrece un in memoriam... en vida.
En el volumen hay obra de Capa, Inge Morath o Raymond Depardon
Cartier-Bresson no dejaba ense?arlas: "Est¨¢n llenas de detritus"
La descripci¨®n con la que la autora introduce al lector en este opus magnum es elegiaca: "El libro recorre el desarrollo y la desaparici¨®n de un m¨¦todo de trabajo anta?o tan omnipresente que lleg¨® a considerarse como una parte inextricable del proceso fotogr¨¢fico: el empleo de las hojas de contactos como registro de las tomas propias, como herramienta de edici¨®n y como ¨ªndice de un archivo de negativos". En su introducci¨®n a los archivos de la agencia fotogr¨¢fica fundada tras la II Guerra Mundial, Lubben intenta hacernos comprender el papel que juegan en el proceso de creaci¨®n esos registros que Henri Cartier-Bresson (cofundador de Magnum) desaconsejaba exponer a la vista del p¨²blico porque "est¨¢n llenos de tachaduras, de detritus". La ¨²nica excepci¨®n a la fotograf¨ªa qu¨ªmica que se ha permitido la autora en el libro es la captura de pantalla del programa de edici¨®n con el que Mikhael Subotzky, que trabaja con pel¨ªcula de color, edita sus contactos digitales tras escanear los negativos.
Por mucho que en esas hojas permitan descubrir errores de exposici¨®n y encuadres malogrados, la palabra que viene a la mente cuando se ven las m¨¢s de 500 p¨¢ginas de este libro es embeleso por su invitaci¨®n a adentrarse en un mundo desconocido para las personas ajenas al fot¨®grafo.
La doble fascinaci¨®n ante la inevitable imperfecci¨®n del fot¨®grafo y la brillantez de una imagen, por fin, conquistada, se une a la sensaci¨®n de asistir a las bambalinas de un espect¨¢culo puesto en marcha por fot¨®grafos de la talla de Robert Capa, Marc Riboud, Inge Morath, Ren¨¦ Burri, Leonard Freed, Thomas Hoep-ker, Josef Koudelka, Susan Meiselas, Abbas, Raymond Depardon, Jim Goldberg, Cristina Garc¨ªa Rodero, Alec Soth y Antoine d'Agata, entre otros.
?Cu¨¢l es el prop¨®sito de este libro? "Me di cuenta de que se hab¨ªa escrito poco sobre las hojas de contactos per se, exceptuando las referencias en algunos cat¨¢logos o las reflexiones de Peter Galassi
[excomisario responsable de Fotograf¨ªa del Museo de Arte Moderno de Nueva York]", se?ala Lubben en conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S. Como era de esperar, la curiosidad inicial se convirti¨® en ansia de conocimiento. "Me intrigaba su relevancia, su significado. Entend¨ª este proyecto de libro como una oportunidad para aportar un poco de contexto hist¨®rico sobre el criterio y las actitudes de los fot¨®grafos". La editora destaca la colaboraci¨®n recibida por parte de Magnum y sus fot¨®grafos, as¨ª como de los herederos de los autores fallecidos. "Participaron codo con codo, tomando decisiones y dando su opini¨®n".
Y ese di¨¢logo tiene su raz¨®n de ser. "Para un fot¨®grafo", explica Lubben, "ense?ar sus hojas de contactos supone un gesto de confianza muy grande". Y recuerda que Magnum es un colectivo fundado como cooperativa. "El hecho de poder compartir tu trabajo y ver el de otros colegas ha formado siempre parte de lo que supon¨ªa entrar en Magnum". El sentido de pertenencia a una colectividad, la atm¨®sfera colegiada... "S¨ª, se puede decir que es un acto de fe", concluye. Entre las interacciones que se producen en esa apertura a la mirada cr¨ªtica (en un ambiente de reciprocidad) tambi¨¦n est¨¢ el diferente criterio acerca de la calidad. ?Eligi¨® el editor la mejor foto o err¨® en su apreciaci¨®n? Para Lubben, esa diferencia de criterios vuelve a encajar con la esencia del proceso de edici¨®n, ya que "diferentes personas tendr¨¢n diversas opiniones. Unos dar¨¢n prioridad a la captura del momento decisivo dentro de una acci¨®n, otros tendr¨¢n prioridad a la singularidad de im¨¢genes como las de los bulldogs de Elliot Erwitt en Nueva York". Hay interrogantes que tienen que ver con el criterio informativo. Por ejemplo: la imagen elegida ?refleja con veracidad lo que vio el fot¨®grafo? ?Hubo manipulaci¨®n en la selecci¨®n? John G. Morris, el primer editor ejecutivo de Magnum, afirmaba en sus memorias (Get the picture): "La mentira est¨¢ en las cosas que no han sido fotografiadas. El mundo est¨¢ lleno de ellas".
Uno de los pasajes favoritos de Lubben es el reportaje que hizo el franc¨¦s Gilles Peress en Derry (Irlanda del Norte) el aciago 30 de enero de 1972, conocido como Domingo sangriento. "La gente conoce, a lo mejor, la historia de c¨®mo se usaron sus im¨¢genes, pero ¨¦l me dio mucha informaci¨®n para escribir esa parte y contar la verdad, a pesar de algunos relatos inexactos sobre su utilizaci¨®n" por parte de las fuerzas de seguridad brit¨¢nicas. Peress, que se vio inmerso en los tiroteos de unidades de paracaidistas contra los civiles que se manifestaban contra la ocupaci¨®n, se vio obligado a declarar sobre los disturbios y a entregar parte de su material. Cuando Russ Melcher, jefe de Magnum en Par¨ªs, le pregunt¨®: "?Viste a alguien armado?", Peress respondi¨®: "No. Mira bien las hojas de contactos, porque no vi a ning¨²n civil armado".
"?l fue muy inteligente, sab¨ªa que sus im¨¢genes iban a ser utilizadas", explica Lubben. "Por eso estuvo muy preocupado por la posibilidad de que la polic¨ªa las usara para identificar a los manifestantes". Su temor no ten¨ªa nada de paranoia: como refleja el testimonio del propio fot¨®grafo relatando minuciosamente lo que vio, un soldado brit¨¢nico no dud¨® en disparar contra el reportero (la bala no le alcanz¨®).
Otra de las cuestiones que afloran es lo que hemos ganado y perdido con el paso de la fotograf¨ªa anal¨®gica a la digital, en la que las hojas de contactos han sido sustituidas por los discos duros. "Seguimos en transici¨®n. Temo que no tengamos acceso a todo este material, a fotograf¨ªas que podr¨ªan parecer irrelevantes en el momento de ser capturadas". A modo de ejemplo, cita el archivo de las fotos de Robert Capa y Gerda Taro que alberga el ICP. "Mucho de lo que hemos hecho
[en materia de difusi¨®n] no se corresponde necesariamente con las im¨¢genes que fueron publicadas en su momento, sino con otras fotos que han quedado registradas en negativos y hojas de contacto. Habr¨¢ que ver c¨®mo aguantan los archivos digitales con el paso del tiempo".
En el lado positivo, "ahora hay m¨¢s posibilidades para el multimedia, para compartir informaci¨®n y acceder al medio en general, pero desde luego estamos en medio de un proceso de cambio masivo", reflexiona no sin nostalgia: "Algo se ha perdido".
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