Carine se deja morir
El d¨ªa en que va a morir, Carine parece excitada y contenta. Esta mujer belga de 43 a?os se ha instalado en una habitaci¨®n de la Cl¨ªnica Universitaria de Amberes solo por unas horas; luego ya no la necesitar¨¢. La acompa?an sus tres hijos, de entre 17 y 21 a?os, y su novio. Beben juntos un ¨²ltimo vaso de vino blanco. Carine est¨¢ impedida desde que sufri¨® un accidente cerebrovascular. Durante un a?o luch¨® por recuperar su antigua vida, pero ya no espera ni curaci¨®n ni mejor¨ªa. Desea morir, aqu¨ª, en la cl¨ªnica, a manos de un m¨¦dico. "Quiero liberarme de mi cuerpo. Ya no funciona", le dijo dos d¨ªas antes de su muerte a su doctor de cabecera.
Patrick Wyffels ha filmado la conversaci¨®n con ella, como recuerdo para sus familiares, pero tambi¨¦n para protegerse a s¨ª mismo. Es uno de los m¨¦dicos que han verificado el deseo de morir de Carine y hecho posible la eutanasia. Esta palabra, que en lugares como Alemania tiene connotaci¨®n negativa (manchada por los cr¨ªmenes del nazismo y la eugenesia), se emplea en otros sin problema. En B¨¦lgica significa el fin de la vida por deseo propio. Una pr¨¢ctica permitida siempre que se cumplan estrictos requisitos legales, pero el caso de Carine es especial. No solo quiere morir, sino que quiere donar sus ¨®rganos. Por eso pasa sus ¨²ltimas horas en la cl¨ªnica y no en casa. Recibir¨¢ la inyecci¨®n letal en el quir¨®fano. Y su caso es una novedad mundial. Nunca antes los m¨¦dicos hab¨ªan quitado la vida a un paciente e inmediatamente le hab¨ªan extra¨ªdo ¨®rganos.
?Por qu¨¦ los pacientes que solicitan eutanasia no deber¨ªan tener la oportunidad de donar ¨®rganos si lo desean? Los de Carine han beneficiado a cinco ni?os
Al principio, tras sufrir el ictus, Carine se alegr¨® de volver a casa. Pero ahora, dos d¨ªas antes de su muerte, dice: "Esto no es vida. Es el infierno"
"Nosotros no somos m¨¦dicos de la muerte, sino que tratamos de mantener una calidad de vida plena", explica el neuropsiquiatra Peter Paul de Dyen
?La siguen viendo como a una paciente moribunda por cuyo bien deben velar o la ven ya como donante? ?Pueden separarse ambas cosas?
Ahora bien, en un primer momento, el mundo no deb¨ªa saber nada de este acontecimiento. Los m¨¦dicos implicados acordaron guardar silencio cuando Carine dej¨® de existir el 29 de enero de 2005 hacia las 13.30 y a continuaci¨®n le extrajeron ri?ones, h¨ªgado y p¨¢ncreas. Hasta 2009 no aparecer¨¢ la primera publicaci¨®n sobre el caso en la prensa m¨¦dica especializada. La opini¨®n p¨²blica belga se entera de la historia ese a?o por el programa de televisi¨®n Terzake (Al grano); en ¨¦l mostraban, entre otros, extractos de la entrevista citada. Wyffels, su m¨¦dico, cree llegado el momento de iniciar un gran debate: otras personas deben enterarse de que existe esta posibilidad: que los cirujanos extraigan ¨®rganos a los pacientes despu¨¦s de una muerte deseada y se los implanten a personas que los necesitan.
Pero el debate no acaba de arrancar. Los diarios belgas informan en tono aprobatorio de esta "primicia mundial". Las informaciones facilitadas por los doctores, prudentemente dosificadas, no llegan a Alemania, por ejemplo, hasta la primavera de 2011, tras la celebraci¨®n de un congreso de la Real Academia de Medicina en Bruselas. En ¨¦l, tres cirujanos presentaron su nuevo procedimiento. Despu¨¦s aparecieron algunos art¨ªculos en revistas m¨¦dicas, pero los medios dirigidos al gran p¨²blico no siguieron la pista. A pesar de que lo ocurrido con Carine obliga a replantear cuestiones fundamentales de la ¨¦tica m¨¦dica. En muchos pa¨ªses, si un m¨¦dico mata a un paciente, puede ir a la c¨¢rcel. En otros, solo se permite el acompa?amiento a la muerte, que significa la omisi¨®n o supresi¨®n de las medidas destinadas a prolongar la vida. Vincular la muerte de un paciente con una extracci¨®n de ¨®rganos rompe un tab¨² mundial. ?Qu¨¦ supone el hecho de que se vea en una persona dependiente un posible donante de ¨®rganos? ?Qu¨¦ significa tolerar algo semejante?
Miles de pacientes en el mundo esperan una donaci¨®n que les salve la vida. En muchos sitios, los expertos han introducido nuevas estrategias para afrontar la escasez cr¨®nica de ¨®rganos: en EE UU, los cirujanos han extra¨ªdo corazones a reci¨¦n nacidos condenados a una muerte segura 75 segundos despu¨¦s de haber sufrido un paro cardiaco para transplant¨¢rselos a otros beb¨¦s. En Espa?a, los equipos de rescate llevan a personas desahuciadas a cl¨ªnicas donde se les sigue reanimando para salvar sus ¨®rganos. En Holanda, a enfermos muy graves e inconscientes se les retira el respirador artificial conforme a sus deseos, de tal forma que los cirujanos puedan extraer los ¨®rganos pocos minutos despu¨¦s del paro cardiaco. ?Por qu¨¦ los pacientes que solicitan la eutanasia no deber¨ªan tener la oportunidad de donar sus ¨®rganos si as¨ª lo desean? Los de Carine han beneficiado a cinco ni?os, asegura Wyffels. Se extrajeron cuatro, el h¨ªgado se dividi¨®.
Patrick Cras es el m¨¦dico que ha puesto fin a la vida de Carine. Tiene 53 a?os y una presencia elegante: gafas de concha, pantal¨®n de pinzas, pelo gris cortado al mil¨ªmetro. Es una persona elocuente y amable que de vez en cuando mira el reloj para dar a entender a la periodista que su tiempo es limitado. Este neur¨®logo se ha hecho un nombre en su especialidad. M¨¢s de 160 art¨ªculos en prestigiosas revistas internacionales lo mencionan como autor o coautor.
Cras es presidente de la Comisi¨®n ?tica de la Cl¨ªnica Universitaria de Amberes, que se encarg¨® de decidir si era admisible esta primera extracci¨®n de ¨®rganos tras una eutanasia activa. Colaborar en la muerte de pacientes no es algo inusual para ¨¦l. Seg¨²n sus c¨¢lculos, ha tomado parte unas 50 veces. No obstante, asegura: "La eutanasia no deja una buena sensaci¨®n en un m¨¦dico, queda siempre una cicatriz". El caso de Carine es algo especial, incluso para alguien experimentado como ¨¦l. La mayor¨ªa de las personas que solicitan la eutanasia en B¨¦lgica padecen enfermedades terminales. Pero Carine podr¨ªa haber vivido d¨¦cadas. De acuerdo con la informaci¨®n de su m¨¦dico de cabecera, cuando le dieron el alta en la cl¨ªnica de rehabilitaci¨®n en verano de 2004 estaba f¨ªsicamente estable, aunque necesitaba asistencia: no pod¨ªa lavarse sola, ni vestirse, ir al ba?o o preparar la comida. Su brazo izquierdo qued¨® semiparalizado, solo pod¨ªa moverlo con mucho dolor. En la cl¨ªnica hab¨ªa vuelto a aprender a andar y subir escaleras, pero necesitaba estar acompa?ada. Su centro visual estaba da?ado. Carine no pod¨ªa conectar im¨¢genes con acciones, carec¨ªa de orientaci¨®n espacial. Aunque las paredes de su casa estaban marcadas con puntos de colores, se golpeaba con ellas cuando se desplazaba sin ayuda.
"?C¨®mo pasa el d¨ªa?", le pregunta Wyffels en la entrevista. "Sentada en el sill¨®n". "?Qu¨¦ hace cuando est¨¢ sentada en el sill¨®n?". "Me aburro". Durante la charla, de unos 40 minutos, hay veces en que a Carine le lleva mucho tiempo dar con las palabras adecuadas. Las subraya con gestos de la mano derecha, que a¨²n puede mover. A ratos, parece imperturbable. ?Qui¨¦n estar¨¢ con ella en la cl¨ªnica el d¨ªa de su muerte? Su novio e hijos. Si quieren. Pero no deben tener la sensaci¨®n de que deben. "Me da igual si quieren o no". A menudo r¨ªe, pero despu¨¦s, su rostro se apaga. ?Puede leer o ver la tele? No. M¨²sica, s¨ª, con mando a distancia. Al principio, Carine se alegr¨® de volver a casa. Ahora, dos d¨ªas antes de su muerte, dice: "Esto no es vida, es el infierno".
Pero ?se puede quitar la vida a una persona desesperada por su discapacidad? La ley de eutanasia belga no descarta esa posibilidad. En 2002, B¨¦lgica fue el segundo pa¨ªs del mundo tras Holanda en declarar la despenalizaci¨®n de la asistencia a la muerte solicitada por el afectado en determinadas circunstancias. Tambi¨¦n pueden pedir la eutanasia pacientes cuyo estado no desemboca necesariamente en la muerte. As¨ª muri¨® en 2008 el escritor y candidato al Nobel Hugo Claus, mediante inyecci¨®n letal, porque no quer¨ªa experimentar el avance del Alzheimer. Ahora bien, si se trata de un paciente no terminal hay que cumplir unos requisitos estrictos. El enfermo debe estar plenamente capacitado para tomar decisiones, sufrir de forma insoportable, sin esperanza de mejor¨ªa, y debe expresar su deseo de morir reiteradamente. Adem¨¢s, todo eso debe ser verificado por tres m¨¦dicos (solo dos, en caso de enfermedad mortal).
El neur¨®logo Cras no fue uno de los examinadores que deb¨ªan dictaminar sobre el caso de Carine. Pero como presidente de la Comisi¨®n ?tica de Amberes, y como m¨¦dico que la asisti¨®, conoce su caso. Recalca que cuando se trata de v¨ªctimas de accidentes cerebrovasculares, como Carine, debe haber transcurrido tiempo suficiente entre que se produce la enfermedad y la decisi¨®n de optar por la eutanasia. No solo porque el paciente puede seguir recuper¨¢ndose f¨ªsicamente y entonces quiz¨¢ se replantee su decisi¨®n, "tambi¨¦n es importante la adaptaci¨®n psicol¨®gica a la nueva situaci¨®n". Cras est¨¢ convencido de que Carine tuvo tiempo para acostumbrarse a su situaci¨®n. Tuvo al menos tres o cuatro a?os de rehabilitaci¨®n. "Jam¨¢s iniciar¨ªamos el proceso de una solicitud de eutanasia si, por ejemplo, alguien sufre un ictus y tras tres meses pide la eutanasia". Pero, ?quiz¨¢ s¨ª al cabo de un a?o? "Tampoco, estoy totalmente seguro".
?Entonces? Veamos la ficha m¨¦dica de Carine. "La paciente fue admitida en nuestro servicio el 7 de noviembre de 2003. Tiene crisis de dolor de cabeza... El 13 de noviembre desarroll¨® repentinamente trastornos visuales, aumento de los dolores de cabeza y episodio de hipertensi¨®n". Se lee en un protocolo detallado sobre el caso, con indicaciones temporales, que Wyffels nos ha facilitado. Tras la subida de tensi¨®n, Carine entr¨® en coma, del que despert¨® con graves da?os cerebrales. Entre el comienzo de su enfermedad, en noviembre de 2003, y su muerte, en enero de 2005, transcurrieron 14 meses. No tres o cuatro a?os, como afirma Cras. ?Lo ha olvidado? ?Se les ha pasado por alto a los restantes galenos?
Como primer m¨¦dico encargado del caso, Wyffels verifica el cumplimiento de las condiciones legales para la eutanasia activa. Ha anotado en su protocolo cu¨¢ndo fue la primera vez que la paciente expres¨® su deseo de morir. Fue el d¨ªa despu¨¦s de la muerte de Luce, la mejor amiga de Carine. Ambas se ve¨ªan casi a diario, jugaban a las cartas e iban juntas de vacaciones. Luce padec¨ªa c¨¢ncer de mama en fase terminal y quer¨ªa morir. Wyffels, que tambi¨¦n era su m¨¦dico de cabecera, le administr¨® la inyecci¨®n letal. Cuando al d¨ªa siguiente dio el p¨¦same a Carine, la encontr¨® presa de una gran agitaci¨®n. "?No puedes ayudarme como has ayudado a Luce?", le pregunt¨®.
Estamos en septiembre de 2004, cuatro meses antes de la muerte de Carine. Wyffels la conoce desde hace 20 a?os, como paciente y amiga. Proced¨ªa de un hogar adinerado, era atractiva, buena tenista, persona afortunada. Su marido era capit¨¢n, ganaba buen sueldo, con tres hijos sanos, una casa propia. Pero su vida dio un vuelco. A la separaci¨®n de su marido le siguieron dificultades econ¨®micas y un trabajo como vendedora de pastillas para dietas. Llevaba una vida turbulenta en busca de nueva pareja. "Sale mucho, fuma mucho y de vez en cuando bebe mucho", escribe Wyffels. Inimaginable, as¨ª califica la "diferencia entre su acelerada vida antes de la enfermedad y el m¨ªnimo de hoy, con una existencia casi vegetativa".
Wyffels promete a Carine hablar con ella sobre su deseo de morir. El m¨¦dico valora positivamente la ley de eutanasia. "Me alegra que tengamos esta posibilidad en B¨¦lgica", comenta. El d¨ªa que le visitamos ten¨ªa en el armario un set de medicamentos letales. En la entrevista filmada, Wyffels coge un libro que est¨¢ sobre la mesa: Zoals ik het wil (Como yo lo quiero), dice el t¨ªtulo. Son conversaciones con pacientes que han optado por morir con ayuda m¨¦dica. Su novio se lo ha le¨ªdo, dice Carine. ?Qu¨¦ le ha aportado? "Esas personas piden la eutanasia, y eso que pueden hacer mucho m¨¢s que yo", responde ella. Cuenta que, al principio, su estado mejoraba, pero que ahora le horroriza la terapia diaria porque no hay progreso. Eso y la dependencia de otros le parece espantoso. "Es que lo es", ratifica Wyffels.
El 21 de noviembre de 2004, tras varias citas entre m¨¦dico y paciente, se suma la familia: la madre, las dos hermanas, los hijos de Carine y su novio. Wyffels quiere preservar su anonimato. Seg¨²n su protocolo, ¨¦l mismo se encarg¨® de moderar la conversaci¨®n. Describe a los parientes como tristes, aunque comprensivos con el deseo de Carine. No obstante, su hijo de 17 a?os estaba consternado y llor¨®. Pero su madre parec¨ªa estar decidida. Al final, le dio un ataque de risa interminable y pidi¨® vino. Quer¨ªa brindar con su familia por el buen desarrollo de la charla. En ning¨²n momento, hasta entonces, se hab¨ªa hablado de la donaci¨®n de ¨®rganos. Faltan dos meses para la muerte de Carine.
Ahora, Wyffels est¨¢ convencido de que quiere morir. Empieza a buscar a otros dos examinadores. Encuentra al primero: un m¨¦dico LEIF (Forum Informativo sobre el Final de la Vida). Estos galenos tienen conocimientos sobre terapias aplicables, emiten dict¨¢menes sobre pacientes, asesoran a colegas y, en casos excepcionales, se encargan del propio proceso de muerte. Los m¨¦dicos LEIF est¨¢n en ejercicio como los dem¨¢s, pero se han especializado. Saben qui¨¦n tiene derecho a la eutanasia seg¨²n la ley, qu¨¦ formularios hay que rellenar, qu¨¦ medicamentos son seguros e indoloros; han sido instruidos en la ¨¦tica de la eutanasia.
El m¨¦dico especializado en eutanasia Jan Bauwens (pide no dar su verdadero nombre) se reuni¨® con Carine por vez primera el 31 de diciembre de 2004 en presencia de Wyffels. Se qued¨® sorprendido al ver lo atractiva que era, una mujer de la que uno jam¨¢s esperar¨ªa que tuviese deseo de morir. En la entrevista filmada, Carine lleva un forro polar y tiene el pelo rubio y corto. Es delgada. Cuando r¨ªe se le forman hoyuelos en las mejillas. Bauwens promete reflexionar sobre su deseo. Lo registra por escrito. Faltan cuatro semanas para su muerte. El 9 de enero de 2005, el m¨¦dico de cabecera y el experto en eutanasia se re¨²ne con Carine y su familia. Esta vez, la hija mayor llora y pregunta: "?Tiene que ser ahora?". La hija piensa constantemente en la muerte de su madre y sue?a con ello, anota el m¨¦dico de cabecera. Bauwens tambi¨¦n est¨¢ convencido de que la eutanasia est¨¢ justificada. "Ya no ten¨ªa calidad de vida, o no la suficiente como para querer seguir viviendo", dice hoy volviendo la vista atr¨¢s. Se fija la fecha. Pero a¨²n falta el tercer examinador, que, seg¨²n la ley, debe ser psiquiatra o especialista en la enfermedad que padece la paciente. As¨ª se descartan alteraciones ps¨ªquicas que pudieran comprometer su capacidad para tomar decisiones.
El m¨¦dico de cabecera Wyffels pide ayuda a una psiquiatra, aunque la cita se pospone varias veces. Y de repente, el tiempo se les echa encima. Seg¨²n el protocolo, el 17 de enero, Carine pregunta a su m¨¦dico de cabecera si podr¨ªa donar sus ¨®rganos, y as¨ª hacer algo bueno. Wyffels considera que es "una pregunta sensata". Aun as¨ª, le informa de que nunca se ha presentado tal caso. Le promete aclararlo. Contacta de inmediato con Cras, el presidente de la Comisi¨®n ?tica de la Cl¨ªnica Universitaria de Amberes, y obtiene una primera se?al positiva. La cuesti¨®n es admisible desde un punto de vista jur¨ªdico, ahora bien, hay que analizar a¨²n m¨¢s el caso. Faltan 12 d¨ªas para su muerte.
El 19 de enero de 2005, la psiquiatra visita a Carine en calidad de tercer m¨¦dico examinador... y rechaza la eutanasia activa en su caso. Seg¨²n ella, la paciente todav¨ªa tiene potencial. Una noticia esperanzadora, a decir verdad. Pero su m¨¦dico reacciona enoj¨¢ndose. La examinadora ha llorado en presencia de Carine, est¨¢ bajo la impresi¨®n de una muerte no superada en su familia, su decisi¨®n no es objetiva, opina, y promete buscar un tercer m¨¦dico, "aunque el tiempo apremia". Pero, ?apremia el tiempo? Los m¨¦dicos podr¨ªan ignorar el voto negativo de su colega porque, seg¨²n la ley, basta con consultar a un tercero, independientemente de lo que decida. Pero, al plantear tambi¨¦n la donaci¨®n de ¨®rganos, el caso de Carine es demasiado delicado como para seguir adelante solo con dos votos afirmativos.
Mientras, el proceso de decisi¨®n sobre la donaci¨®n sigue su curso. El 24 de enero, Cras convoca una reuni¨®n urgente de la Comisi¨®n ?tica, anota Wyffels. Tambi¨¦n se invita a los m¨¦dicos que deber¨¢n asistir en la muerte. Seg¨²n Cras, las deliberaciones se centraron en c¨®mo evitar dar la m¨¢s m¨ªnima impresi¨®n de que existe un conflicto de intereses. Para la comisi¨®n estaba claro "que el procedimiento de la eutanasia tiene que estar completamente desligado de la obtenci¨®n de ¨®rganos". Para que no pareciera que se estaba matando a Carine a fin de beneficiar a pacientes del propio centro, la Cl¨ªnica Universitaria deb¨ªa renunciar a la asignaci¨®n de ¨®rganos. Exist¨ªa preocupaci¨®n acerca de c¨®mo podr¨ªa reaccionar la opini¨®n p¨²blica. Y se acord¨® que el asunto "se mantendr¨ªa guardado bajo llave durante un tiempo indeterminado", seg¨²n Wyffels. Faltan cinco d¨ªas para la muerte de Carine.
D?A 26 de enero. Un nuevo experto examina a Carine. Es el neuropsiquiatra que la asisti¨® en la rehabilitaci¨®n. Peter Paul de Deyn es un hombre de gran estatura, con barba tupida y melena de rizos grises. Un tipo desenfadado que aprecia la buena vida. Como director cient¨ªfico del prestigioso Instituto Born-Bunge de Amberes, es amo de 6.000 cerebros donados a la ciencia. Este experto de 54 a?os lucha para que los pacientes que padecen demencia puedan solicitar su muerte mientras siguen siendo capaces de tomar decisiones. Les ayuda a no dejar pasar el momento adecuado: si un enfermo expresa su deseo de morir en un estadio temprano de la enfermedad, De Deyn le recuerda a su debido tiempo que ha llegado el momento de aprovechar la ¨²ltima oportunidad para decidirse. ?l mismo administr¨® la inyecci¨®n letal a su amigo el escritor Hugo Claus.
"Nosotros no somos doctors of death, m¨¦dicos de la muerte, sino que tratamos de mantener una calidad de vida plena", explica De Deyn. Naturalmente, tambi¨¦n hay ocasiones en que rechaza una petici¨®n de eutanasia. Por ejemplo, una anciana que padec¨ªa demencia y que su familia le llev¨® a su consulta, hab¨ªa expresado su deseo de morir a?o y medio antes en un testamento vital. De Deyn pregunt¨® a la anciana qu¨¦ tal estaba. Bien, respondi¨® ella con mirada radiante. S¨ª se sent¨ªa feliz. ?Muy feliz! La paciente tampoco pudo decir mucho m¨¢s, no estaba capacitada para tomar decisiones. Adem¨¢s, no hab¨ªa indicio de sufrimiento insoportable. El neuropsiquiatra desestim¨® las pretensiones de la familia. Pero buscaron otros m¨¦dicos y encontraron uno que aprob¨® la muerte desde una "perspectiva humana". La familia volvi¨® a recurrir a De Deyn porque deb¨ªa ser el m¨¦dico ejecutor. Pero ¨¦l volvi¨® a rehusar.
De Deyn expone este tipo de casos para demostrar que B¨¦lgica tiene una buena ley de eutanasia. Aunque no se puede descartar por completo que los familiares no consigan su objetivo a fuerza de ir de m¨¦dico en m¨¦dico. En realidad, deber¨ªa existir un control para evitar abusos. En B¨¦lgica, cada caso debe notificarse a una comisi¨®n integrada por m¨¦dicos, enfermeras, psic¨®logos y juristas para que comprueben si se cumplen los requisitos legales. Pero lo cierto es que, en 2007, la comisi¨®n solo tuvo conocimiento de uno de cada dos casos de un millar, seg¨²n una investigaci¨®n publicada en el British Medical Journal. Y en el 17% de las muertes registradas falta, incluso, la declaraci¨®n de conformidad por escrito del paciente. La comisi¨®n podr¨ªa remitir los casos sospechosos a la fiscal¨ªa para que sean investigados. Pero, seg¨²n la informaci¨®n facilitada por su presidente, no lo ha hecho ni una vez en nueve a?os.
De Deyn consider¨® que el deseo de morir de Carine era justificado y tambi¨¦n que estaba capacitada para tomar decisiones. Es cierto que hab¨ªa tomado antidepresivos durante un tiempo, pero solo para levantarle el ¨¢nimo. No fue depresi¨®n en sentido cl¨ªnico. As¨ª que ya ten¨ªan el tercer dictamen positivo. Faltaban cuatro d¨ªas para la muerte.
El psiquiatra de Bayreuth Manfred Wolfersdorf ha examinado el caso de Carine a petici¨®n de este peri¨®dico. Es un famoso especialista en depresiones y prevenci¨®n del suicidio, autor de libros, asesor cient¨ªfico. ?l no consigue entender la decisi¨®n de De Deyn y sus colegas. "Sabemos que muchos pacientes tienen depresi¨®n despu¨¦s de un accidente cerebrovascular", explica. "Los primeros dos a?os tras el incidente son los peores. Despu¨¦s, la mayor¨ªa se reorienta". Wolfersdorf cree que es probable que Carine padeciera depresi¨®n acusada. Adem¨¢s, no se hab¨ªan agotado las posibilidades de rehabilitaci¨®n que ofrec¨ªa su cuadro cl¨ªnico. Tras siete meses de terapia en cl¨ªnica y otros siete ambulante, todav¨ªa es posible una mejor¨ªa. Su conclusi¨®n: "Esta paciente necesitaba urgentemente acompa?amiento y una terapia intensiva a largo plazo".
Los ¨²ltimos d¨ªas de Carine estuvieron dedicados a preparar la extracci¨®n de ¨®rganos. Tuvo que acudir a la cl¨ªnica para analizar con ultrasonidos su calidad. Le extrajeron sangre. El jefe de la secci¨®n de trasplantes de la Cl¨ªnica Universitaria de Amberes, Dirk Ysebaert, le explic¨® al detalle la extracci¨®n. Cras recuerda que se pon¨ªa malo de solo pensarlo. "Trataba de imaginarme c¨®mo se sentir¨ªa al hablar con el cirujano que extraer¨ªa sus ¨®rganos tras su muerte". Wyffels pregunt¨® a Carine dos d¨ªas antes si recordaba la descripci¨®n del proceso. "Llegar¨¦ all¨ª y me dormir¨¢n", dijo ella. Despu¨¦s, mejor que la cosa no siguiera como en esa traqueotom¨ªa que tuvo que soportar en una ocasi¨®n estando consciente. No quer¨ªa "o¨ªr decir: ahora vamos a sacarle el h¨ªgado, y que enseguida empiecen a cortar". Carine se r¨ªe. "As¨ª no".
Hacia el mediod¨ªa del 29 de enero lleg¨® el momento. Tres m¨¦dicos -Cras, Wyffels y Bauwens- entraron en la habitaci¨®n de la cl¨ªnica donde Carine hab¨ªa pasado sus ¨²ltimas horas con sus hijos y su novio. Este, recuerda Wyffels, trataba de mostrarse fuerte, probablemente por los hijos. Sosten¨ªa la mano de Carine. Poco antes de que comenzara el proceso, ella quiso llamar por tel¨¦fono. Al marido de Luce, su amiga fallecida, para decirle que ella iba a morir igual. Acto seguido, Cras le inyect¨® primero un medicamento para narcotizarla. Pero las cosas no salieron como estaba previsto. Carine se dorm¨ªa, pero volv¨ªa a despertar... en presencia de sus allegados. "Esa lenta sedaci¨®n dio pie a una emotividad...". Cras no termina la frase. "No deber¨ªamos haberlo hecho as¨ª y quiz¨¢ nunca volvamos a hacerlo as¨ª".
Cuando Carine se durmi¨® fue trasladada al tercer piso de la cl¨ªnica, al quir¨®fano. Sus allegados no la acompa?aron, tal como se hab¨ªa acordado; solo la siguieron los tres m¨¦dicos, informa Cras. Una vez all¨ª, el neur¨®logo inyect¨® a la paciente dormida las sustancias que la iban a matar: primero, pentobarbital, producto para narcotizar animales que se usa en ejecuciones en EE UU; despu¨¦s, Esmeron, para la relajaci¨®n muscular, que paraliza la respiraci¨®n. Casi al tiempo, Cras inyect¨® otros dos medicamentos, seg¨²n sus declaraciones, para proteger los ¨®rganos de posibles da?os por falta de ox¨ªgeno tras el paro cardiaco. Una medida en inter¨¦s de los receptores que, seg¨²n Cras, se hab¨ªa acordado con Carine.
Es algo ins¨®lito que tres m¨¦dicos acompa?en una eutanasia. Fue a petici¨®n de los cirujanos, explica Cras. Est¨¢ claro que para ellos era importante que la constataci¨®n de la muerte de Carine fuera irrebatible. Solo entonces pod¨ªan empezar a actuar los cirujanos. Se requiere un diagn¨®stico exacto: cuando el coraz¨®n deje de latir y se detenga su respiraci¨®n, cada minuto cuenta. Cada minuto de falta de ox¨ªgeno puede da?ar los ¨®rganos y reducir las posibilidades de los receptores. Para que los cirujanos no influyan en la comprobaci¨®n de la muerte esperan en la habitaci¨®n contigua, preparados ya con su vestimenta est¨¦ril. Pero los m¨¦dicos encargados de la eutanasia tambi¨¦n saben que existe el riesgo de que los ¨®rganos sufran da?os. ?Siguen viendo a Carine durante esos minutos como una paciente moribunda por cuyo bien deben velar hasta el ¨²ltimo momento o la ven ya como donante? ?Pueden separarse realmente ambas cosas?
Cras controla su latido cardiaco con un estetoscopio y observa su respiraci¨®n. Pocos minutos despu¨¦s de la administraci¨®n de la inyecci¨®n letal, el coraz¨®n de Carine se detiene, ya no respira, sus pupilas est¨¢n inm¨®viles. Cras es el primero en certificar su muerte. Wyffels y Bauwens confirman el diagn¨®stico. A continuaci¨®n, los hechos se suceden r¨¢pidamente, seg¨²n recuerdan. Entran los cirujanos y se lanzan a trabajar antes de que los encargados de la eutanasia hayan abandonado el quir¨®fano. Cortan y retiran la ropa, desinfectan su piel. Dos equipos se inclinan al tiempo sobre el cuerpo sin vida, unos cinco minutos despu¨¦s de diagnosticarse la muerte. Uno abre el vientre con cortes r¨¢pidos e introduce agua helada dentro para enfriar los ¨®rganos, el otro se abre paso hasta la vena y la arteria de la ingle para conectar un cat¨¦ter que introducir¨¢ l¨ªquido refrigerante en el cuerpo.
Cras, el experto en ¨¦tica, todav¨ªa se muestra impresionado a d¨ªa de hoy por la eficiencia del equipo. "Contempl¨¦ los primeros 30 segundos y debo admitir que me result¨® muy duro". Bauwens, que tambi¨¦n vio las primeras maniobras, asegura: "Fue una de las eutanasias m¨¢s dif¨ªciles que he vivido nunca". Vio c¨®mo abr¨ªan el vientre de Carine y sali¨®, "porque a nivel emocional no quer¨ªa tomar parte". Wyffels habla retrospectivamente de pesar y alivio al tiempo. Tambi¨¦n resuena algo de orgullo en sus palabras: "Era la primera vez en la historia de la humanidad". El hecho de que nunca hubiera pasado antes quiz¨¢ se deba al miedo a turbios manejos. Describe el posible escenario: "Esas personas extremadamente ricas que necesitan un p¨¢ncreas y... aparece alguien que tiene el ¨®rgano adecuado, pero no est¨¢ enfermo de muerte... Quiz¨¢ llegar¨ªan a pagar 10 millones de euros para convencerle de donarlo".
Cuando en el Congreso Europeo sobre Anestesia celebrado en Mil¨¢n en 2009 un grupo internacional de m¨¦dicos se enfrent¨® al caso de Carine, la cr¨ªtica se mantuvo dentro de ciertos l¨ªmites. No obstante, un anestesista pregunt¨® por qu¨¦ no hab¨ªan trasplantado tambi¨¦n el coraz¨®n, recuerda Cras. La pregunta era una provocaci¨®n: los corazones son especialmente sensibles a la falta de ox¨ªgeno. Una vez que han dejado de latir, queda pr¨¢cticamente descartada la posibilidad de trasplantarlos. Si se hubiese querido implantar, habr¨ªa que hab¨¦rselo extra¨ªdo bajo los efectos de la narcosis, es decir, antes de su muerte. En ese caso, Carine no habr¨ªa muerto por los medicamentos, sino por la extracci¨®n de ¨®rganos. De hecho, la Comisi¨®n ?tica de Amberes ya hab¨ªa discutido esa posibilidad en la fase preparatoria y se hab¨ªa pronunciado en contra. Hab¨ªa que separar por completo el proceso de la muerte de la extracci¨®n de ¨®rganos, explica Cras.
De lo contrario habr¨ªa ca¨ªdo tambi¨¦n el ¨²ltimo tab¨² de la medicina de trasplantes: los ¨®rganos esenciales para la vida solo se pueden extraer a los muertos, no se puede matar a personas vivas para extra¨¦rselos. Esta f¨¦rrea norma, aceptada internacionalmente desde los inicios de la medicina de trasplantes, empieza a tambalearse. ?Supone realmente una diferencia que los donantes de ¨®rganos no est¨¦n muertos?, pregunta, por ejemplo, el especialista en bio¨¦tica estadounidense Robert Truog. El fil¨®sofo de Oxford Julian Savulescu ha descrito un escenario en el que se podr¨ªa reducir la escasez de donantes extrayendo los ¨®rganos antes de la muerte de los pacientes.
Savulescu escribi¨® su tesis doctoral bajo la direcci¨®n del pol¨¦mico fil¨®sofo australiano Peter Singer y es tambi¨¦n utilitarista como ¨¦l: en su opini¨®n, un buen fin justifica casi cualquier medio. Savulescu se pregunta por qu¨¦ en las unidades de cuidados intensivos se deja morir a pacientes graves a los que queda un tiempo de vida limitado, cuyos ¨®rganos a¨²n podr¨ªan ser de utilidad. Si se considera aceptable ¨¦ticamente suprimir las medidas para mantener con vida a estos pacientes, ?por qu¨¦ no se los podr¨ªa narcotizar antes de morir, extraerles los ¨®rganos y dejarlos morir de ese modo? Naturalmente, los pacientes tendr¨ªan que haber elegido semejante opci¨®n en vida, aunque tambi¨¦n podr¨ªan decidirlo sus familiares. Seg¨²n Savulescu, son posibles "fuentes de ¨®rganos para trasplantes" los pacientes que llevan mucho tiempo inconscientes o, tambi¨¦n, los beb¨¦s nacidos sin cerebro. Seg¨²n sus c¨¢lculos, solo en Inglaterra se podr¨ªan conseguir as¨ª hasta 2.200 ¨®rganos m¨¢s cada a?o.
Hasta ahora, en B¨¦lgica, ocho pacientes se han convertido en donantes tras una muerte deseada. Cras asegura que deben ser siempre ellos y no los m¨¦dicos quienes planteen la donaci¨®n. A diferencia de lo ocurrido en el caso de Carine, en el futuro, la Cl¨ªnica Universitaria de Amberes no tendr¨¢ que renunciar a ser posible destinataria de ¨®rganos. Los m¨¦dicos belgas estiman que el potencial de donaciones adicionales as¨ª obtenidos es alto. En 2008, 705 pacientes belgas fueron asistidos en su deseo de morir. La quinta parte padec¨ªa enfermedades neuromusculares; posibles donantes.
Como siempre en los casos de muerte deseada, en el certificado de defunci¨®n de Carine se consign¨® "muerte natural". Su familia dio a conocer su fallecimiento en la web www.inmemoriam.be. All¨ª se lee que la incineraci¨®n ser¨ªa entre ¨ªntimos. Se invita a amigos y conocidos al sepelio religioso y al enterramiento de la urna. Carine muri¨® pl¨¢cidamente el 29 de enero de 2005 en el hospital Universitario de Amberes. P
Die Zeit.
Traducci¨®n de News Clips.
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