Un partido hueco

Hay partidos que se definen emocionalmente por el error y el cansancio, dos argumentos del guion que mantienen vivo el espect¨¢culo moment¨¢neo sin que el respetable atienda a nada m¨¢s que el desenlace, sin dar importancia a la presentaci¨®n y al nudo. Teatro pasional como el que escenificaron ayer Osasuna y Rayo acumulando pases err¨®neos, despejes insospechados y p¨¦rdidas inauditas que, al ser compartidas, a?ad¨ªan tanta emoci¨®n como hast¨ªo.

El Rayo apelaba a su concepci¨®n del espacio, de ocupar el campo como se ocupa una peque?a plaza, y lo hizo bien en los primeros 45 minutos. Movilla y Michu se engarzaban con inteligencia, lo que permit¨ªa habilitar las correr¨ªas de Piti y sobre todo de Lass, que fue capaz de hundir a los dos laterales con su cambio de posici¨®n. No fue un asedio, pero, por momentos, lo habr¨ªa parecido si no hubiera sido porque la carabina ten¨ªa el punto de mira revirado y las oportunidades del Rayo fueron sucumbiendo por falta de punter¨ªa.

Hubo partido mientras dur¨® el peque?o toque del Rayo. Toque sin ¨¦xito, toque estad¨ªstico, toque moral. De esos que te hacen acreedor al ¨¦xito, pero puedes pasar de acreedor a deudor en unos instantes. El Rayo jugaba y Osasuna no, pero el resultado era y fue el mismo. Delibasic se perdi¨® en batallas huecas y Nino pidi¨® catalejos para ver a sus compa?eros. Por el medio, barullo, mucho barullo. Y luego, nada.