La ¨²ltima consola para ganarte a tu hijo
?Tienden los padres a paliar un d¨¦ficit afectivo d¨¢ndoles todo lo que piden? - La presi¨®n consumista sobre los ni?os es cada vez mayor - Los peque?os piden marcas porque los adultos las valoran
Una madre inglesa sopesa comprar una consola port¨¢til a su hijo de solo tres a?os para evitar que se sienta excluido cuando acuda al parvulario. El caso es especialmente extremo, pero ilustra las conclusiones de un reciente estudio de Unicef sobre la vida familiar en Reino Unido: la radiograf¨ªa de unos padres que sucumben a las demandas de tecnolog¨ªa, ropa o zapatillas deportivas de las marcas con estatus, en un esfuerzo por proteger a sus reto?os en un entorno hiperconsumista. Es el temor a lo que en ingl¨¦s se denomina brand bullying.
Esa trampa, concebida como una compensaci¨®n por el escaso tiempo que los progenitores dedican a sus ni?os, es un rasgo distintivo entre las familias brit¨¢nicas, seg¨²n la radiograf¨ªa de la agencia de la ONU para la infancia. Pero, ?se puede extrapolar a Espa?a? ?Compensan los padres un d¨¦ficit afectivo con algo material? Los expertos consultados para este reportaje reconocen que aunque la tendencia es seguir los pasos de Reino Unido, en Espa?a quiz¨¢s impere algo m¨¢s de sentido com¨²n. "El sentimiento de culpa, de estr¨¦s, la baja (que no poca) predisposici¨®n a decir que no, hace que los padres cedan a las demandas de sus hijos", explica Imma Marin, asesora pedag¨®gica y directora de Marinva Juego y Educaci¨®n. Mari Carmen Moreno, profesora del Departamento de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n de la Universidad de Sevilla, admite que es cierto que algunos padres confunden los t¨¦rminos y para paliar la falta de tiempo que pasan con sus hijos acaban compr¨¢ndoles lo que piden, pero pide cautela: "Me da miedo lanzar este tipo de mensajes apocal¨ªpticos. Lo hacen razonablemente bien. Lo que ocurre es que nuestro mundo se ha vuelvo m¨¢s consumista y eso lo trasladamos a nuestros hijos". Y advierte: "Hay que tener cuidado, porque cuando se dice que los ni?os adolecen del cuidado y falta de dedicaci¨®n eso va, en general, en contra de las madres que trabajan: se crea un sentimiento de culpa que suele ser injusto".
Un ni?o: "Cuando salga quiero un iPhone 5; no s¨¦ por qu¨¦ pero lo quiero"
Unicef alerta que la trampa consumista es mayor entre las rentas modestas
En Suecia y Espa?a los ni?os identifican felicidad con pasar tiempo en familia
"Los menores deben saber que se les quiere por ellos mismos", dice Mar¨ªn
El estudio, que compara la realidad de las islas con dos sociedades tan distintas como las de Espa?a y Suecia, determina que en el pa¨ªs n¨®rdico los peque?os sufren una menor presi¨®n consumista que otros ni?os europeos, lo cual no quiere decir que no lo noten. "No se trata de un caso solo de Reino Unido, es algo que se est¨¢ globalizando. Para formar parte de determinados grupos sociales tienes que tener una serie de bienes que te identifiquen. No ocurre solo con los ni?os, tambi¨¦n con los adultos", asegura Blanca Betes, psic¨®loga de Psiceduca, quien resumen: "Al fin y al cabo a los ni?os les acostumbramos los adultos". Imma Mar¨ªn ahonda en esta cuesti¨®n: "Los ni?os son consumistas porque los padres lo son. Cada vez m¨¢s, la identidad de las personas la construimos en base al consumo. Es una forma de identificaci¨®n que comienza en los adultos. Los ni?os quieren ver lo que ven en los adultos. Piden marcas porque los adultos compran marcas y las valoramos". El estudio de Unicef ilustra este ¨²ltimo comentario de forma muy gr¨¢fica en una de las m¨²ltiples citas que se encuentran a lo largo del texto: "Quiero una BlackBerry negra y un iPhone 5 cuando salga, no s¨¦ por qu¨¦, pero los quiero. Voy a ir a hacer cola con mi padre el d¨ªa que salga a la venta", asegura un ni?o de 10 a?os brit¨¢nico.
La presi¨®n consumista sobre los m¨¢s j¨®venes tampoco es un fen¨®meno novedoso. Desde hace d¨¦cadas, los ni?os siempre han reclamado el ¨²ltimo videojuego y las ¨²ltimas zapatillas. Donde antes hab¨ªa una Game Boy, ahora hay una PlayStation 3. La diferencia es que con los a?os la influencia de las marcas cada vez es mayor. Hay m¨¢s presi¨®n en todo tipo de ambientes, concede Mar¨ªn: "Los fabricantes juegan con ello. Hay una utilizaci¨®n bendecida de los ni?os como reclamo de un producto, aunque luego nos echemos las manos a la cabeza por la utilizaci¨®n consumista". Lo ilustra otra de las citas del estudio, en la que un ni?o de 13 a?os, confiesa algo que para ¨¦l es pr¨¢cticamente vital: "Tengo un iPod nano, pero necesito uno mejor, con m¨¢s aplicaciones. El que tengo tiene un l¨ªmite de memoria para acumular canciones; a¨²n no lo he superado, pero estoy a punto...".
M¨¢s all¨¢ de la importancia que se le da a los bienes materiales, el estudio determina que tanto en Espa?a como en Suecia la vida familiar "es parte del tejido de la vida diaria", una pieza fundamental en el bienestar infantil. Porque los ni?os de entre 8 y 13 a?os entrevistados para el estudio identificaron la felicidad con el tiempo compartido junto a las familias y los amigos, y con las actividades de ocio realizadas de puertas afuera. "S¨ª es cierto que en Espa?a hay m¨¢s conciencia y cultura familiar", admite Blanca Betes. No en vano, a una ni?a espa?ola se le atribuye en el estudio una cita en la que asegura que le gustar¨ªa ver m¨¢s a su familia. La chica, de 10 a?os, no solo se refiere a sus padres, sino tambi¨¦n a sus t¨ªos y t¨ªas. Algo que no ocurre en el caso de los ni?os de los otros dos pa¨ªses.
De ah¨ª que haya que aprovechar esa conciencia familiar a la hora de tratar de paliar una eventual presi¨®n consumista sobre los m¨¢s peque?os. Mari Carmen Moreno recalca la necesidad de hacer razonar desde muy pronto a los m¨¢s peque?os. Convencerles de que uno "no es lo que posee, sino lo que lleva dentro". "Puede parecer muy banal, que no te van a hacer caso, pero en general, est¨¢ demostrado. Esas advertencias no suelen caer en saco roto", opina la profesora de la Universidad de Sevilla.
Consentir a los m¨¢s peque?os en exceso, darles todo lo que quieren, ?qu¨¦ tipo de consecuencias puede tener? "Se vuelven blandos; ego¨ªstas", considera Inma Mar¨ªn, quien reconoce que muchas veces se intenta paliar el sentimiento de culpa con no negarles algo. "Se hace con la mejor intenci¨®n, pero el resultado no es lo que uno espera. Los padres a veces son poco conscientes de ello. Se confunde la forma de querer a un hijo. No siempre hay que defenderle, sino darle un poco de confianza, aunque hagan travesuras. Necesitan saber que se les quiere por ser ellos". La asistente pedag¨®gica de Marvinva argumenta que "el no existe, y es necesario pronunciarlo. Y decirle que un no es innegociable. Es una forma de hacerle sentir que los queremos. Cuando todo es un s¨ª, les hacemos ver, inconscientemente, que no nos preocupamos. Por eso hacen muchas veces travesuras, para reclamar la atenci¨®n. Decir que no por convicci¨®n, cuando se puede decir que s¨ª, es muy complicado", reconoce.
En esta misma l¨ªnea, Blanca Betes, advierte de que comprarle a un ni?o todo lo que desea "puede hacer que se vuelva un tirano, que se olvide la parte sentimental".
Un problema que puede surgir en este contexto es el de las familias que recurren a ese consentimiento material a pesar de no tener la capacidad econ¨®mica para dar a sus hijos todo lo que reclaman. No solo pueden generar un problema a corto o largo plazo, sino que, opinan las expertas consultadas, meten al ni?o en un estrato social que quiz¨¢s no le corresponde, cre¨¢ndole a la larga, sin quererlo, un sufrimiento innecesario. "Hay que educarles dentro de un sistema que te puedes permitir", opina Betes.
Eso es algo que se ha de tener en cuenta desde muy temprana edad, coinciden los expertos. Es en la infancia donde, considera Imma Mar¨ªn, una persona "desarrolla unas defensas para lo que pueda venir despu¨¦s. Desde algo aparentemente tan absurdo como esperar el turno en una partida de parch¨ªs. Nacemos con un egocentrismo muy grande y eso es algo que hay que cuidar, es un aprendizaje constante".
Adem¨¢s, los ni?os necesitan l¨ªmites que les den seguridad. "Si un ni?o crece sin escuchar un no, lo que consigues es que crezca en un mundo que no es real, ya que, m¨¢s adelante, en la adolescencia, se encontrar¨¢ con m¨¢s de un no", considera esta asistente pedag¨®gica.
El informe de Unicef refleja que el miedo al brand bullying se detecta en familias brit¨¢nicas de diferentes niveles sociales y razas, pero el fen¨®meno se agudiza en aquellas de rentas m¨¢s bajas. Un adolescente explicaba a los autores del estudio que no importa si uno vive incluso en un cuchitril mientras tenga un iPod o una BlackBerry ("entonces eres aceptado"). Adem¨¢s, son esas comunidades m¨¢s modestas, cuyos ni?os llevan un estilo de vida especialmente "sedentario", las que se ven m¨¢s afectadas por el impacto de los recortes del gasto p¨²blico en los espacios para juegos al aire libre y centros de actividades para los menores.
Incluso en el caso de Suecia, de los tres pa¨ªses analizados en el que la diferencia entre ricos y pobres es menor, los ni?os reconocen que hay casos de humillaci¨®n sobre los que menos recursos tienen por el mero hecho de no contar con los ¨²ltimos artilugios en el mercado. "La pandilla no se caracteriza por tener un aparato en concreto, pero s¨ª he visto casos de alumnos que han sido acosados por no tener su propio m¨®vil", admite un ni?o de entre 9 y 10 a?os.
A tan pronta edad esta desigualdad les puede llegar a afectar a la autoestima. Tanto en los que oprimen como en los que se sienten vulnerables. En ambos colectivos se producen sentimientos que hay que trabajar para que no se desarrollen actitudes que puedan ser nocivas. En el del ni?o o ni?a que se siente discriminado, coinciden las expertas consultadas, la autoestima queda mermada. Ese ni?o o ni?a, opinan, necesitar¨¢ m¨¢s protecci¨®n y cari?o. En el caso de los que ejercen una presi¨®n sobre los m¨¢s vulnerables se desarrolla un sentimiento de sobreestimaci¨®n. "Hay que dejarles claro que lo material va a ser siempre un acompa?amiento, pero nunca, nunca, va a ser lo suficiente", recalca Imma Mar¨ªn.
A ra¨ªz de la difusi¨®n del informe, a principios del mes de septiembre, la rama de Unicef en Reino Unido ha invitado a reflexionar tambi¨¦n sobre lo que dice de la sociedad, la cultura y las familias brit¨¢nicas de la oleada de disturbios y pillajes que asol¨® Londres y otras ciudades el pasado verano. Una de las im¨¢genes m¨¢s recurrentes durante aquellas noches consecutivas de desmanes fue la de j¨®venes, adolescentes e incluso alg¨²n ni?o asaltando tiendas de electrodom¨¦sticos y calzado. Im¨¢genes que parecen indicar que las normas dejan de existir cuando se trata de conseguir los art¨ªculos de consumo m¨¢s codiciados.
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