Una debacle y algo m¨¢s
Un electorado asustado por la crisis ha decidido colocar todo el poder en una sola mano, as¨ª en Espa?a (PP) como en Catalu?a (CiU). M¨¢s que nunca se pone de manifiesto que en Espa?a hay dos sistemas pol¨ªticos, uno pluripartidista en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, otro bipartidista con matices en el resto del Estado. ?La explicaci¨®n de estos resultados hay que buscarla solo en la debacle del partido socialista o hay otros factores que influyen en ellos?
El PSOE pierde 4,5 millones de votos en toda Espa?a, el PP gana en torno a medio mill¨®n. En Catalu?a el PSC pierde m¨¢s de 700.000 votos, CiU gana 250.000. ?A qu¨¦ es imputable este hundimiento? Sin duda, la crisis ha abrasado al PSOE, como a casi todos los Gobiernos que se enfrentan a ella. Pero muchos de los males del partido socialista hab¨ªan aflorado antes. Hace muchos a?os, por ejemplo, que el PSOE tiene un agujero tremendo en Madrid y en Valencia, donde el partido est¨¢ en manos de unas peque?as camarillas a las que lo ¨²nico que les importa es no perder el control del negociado. Nadie desde la direcci¨®n del PSOE ha hecho nada para repararlo. Esta desidia organizativa, esta incapacidad de renovaci¨®n de un partido que crey¨® que pod¨ªa vivir eternamente de las rentas de los a?os gloriosos del felipismo, es tanto o m¨¢s responsable de la debacle que la crisis. Es la misma incapacidad de afrontar problemas reales que ha lastrado a los socialistas catalanes, empe?ados en hacer de la interinidad un modo de vida.
La ¨²nica buena noticia para los socialistas es que no se vislumbra ninguna fuerza alternativa para ocupar su espacio
Zapatero lleg¨® como el gran renovador del socialismo espa?ol. En su primer discurso como candidato se dirigi¨® a Felipe Gonz¨¢lez con voluntad dejar claro que el felipismo era el pasado. Diez a?os despu¨¦s, la deslumbrante muchachada que arropaba a Zapatero ha resultado ser un fiasco. En la campa?a electoral hemos visto reaparecer a toda la vieja guardia, en un desesperado gesto melanc¨®lico. Pero, en tiempo de zozobra, la ciudadan¨ªa quiere un poder fuerte, pero fresco. Ahora Rubalcaba pide a Zapatero que convoque un congreso ya. El calvario del PSOE no ha terminado, falta que estalle la crisis del PSOE andaluz, que puede ser la puntilla a los socialistas por muchos a?os.
Zapatero no tiene derecho a esconderse detr¨¢s de la derrota de Rubalcaba. Pero el desastre socialista probablemente no habr¨ªa sido tan descomunal sin la crisis, es decir, sin el final de los tiempos en que la chequera pod¨ªa hacer milagros, y sin el trabajo bien hecho de sus adversarios. Rajoy ha prescindido de la vieja guardia, excepto de ¨¦l mismo; ha neutralizado las conspiraciones del sector m¨¢s radical del partido y del entorno medi¨¢tico, y ha procurado simplemente ofrecer tranquilidad a la ciudadan¨ªa en tiempos desesperantes. CiU cobra ahora el trabajo de reconstrucci¨®n hecho estos a?os. En uno y otro caso se demuestra que en los momentos de p¨¢nico m¨¢s que nunca gana confianza el que mejor se identifica con el marco nacional, Espa?a, en el caso del PP; Catalu?a, en el caso de CiU. En una ¨¦poca de hegemon¨ªa conservadora, el PP y CiU han sintonizado a la vez con sus valores nacionales y con los valores que desde el poder econ¨®mico, que es hoy el que tiene capacidad normativa, emanan sobre la sociedad. Al modo de los republicanos americanos, Rajoy ha hecho estimables equilibrios para satisfacer a la vez a la derecha liberal y a los fervientes seguidores de la hambrienta Iglesia cat¨®lica.
Rajoy, con su mayor¨ªa absoluta, ha enviado la amenazante esfinge de Aznar al desv¨¢n. Pero la derecha espa?ola es muy reactiva y el entorno no dar¨¢ tregua al presidente. CiU vuelve a enarbolar la bandera del pacto fiscal, que con la mayor¨ªa absoluta del PP pasa de propuesta a pura reivindicaci¨®n. Aun cuando una vez m¨¢s se ha demostrado que Catalu?a sigue siendo territorio apache para el PP, la fuerza de la derecha ser¨¢ una inc¨®moda presi¨®n para los nacionalistas. Inevitablemente, Catalu?a evolucionara hacia la acumulaci¨®n de fuerzas reivindicativas como es propio de tiempos de mayor¨ªa absoluta en Madrid. El voto socialista se ha dispersado mucho. Y excepto en Catalu?a, donde hay trasvase a CiU de voto prestado en anteriores generales, se ha ido principalmente a la abstenci¨®n o a partidos, como IU, que viven de los fracasos socialistas, para volver a morir cuando estos se recuperan. La ¨²nica buena noticia para los socialistas tanto en Catalu?a como en Espa?a es que de momento no se vislumbra ninguna fuerza alternativa para ocupar su espacio. En Catalu?a es evidente que se necesita una verdadera izquierda nacional ya.
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