La izquierda pla?idera
Andan lament¨¢ndose de los resultados y se?alan a la crisis, a la prima de riesgo y al poder de los mercados como causa de su descenso. Acusan a los bancos de enjugar sus p¨¦rdidas con el sudor ajeno, de ser avariciosos y carecer de valores morales. Vaya. Ni que los poderes financieros hubiesen sido hasta hace unos a?os unas hermanitas de la caridad. Acaban de descubrir la naturaleza depredadora del capitalismo internacional, las presiones que ejercen sobre los Estados y su sociopat¨ªa cong¨¦nita. Preocupante que hayan tardado tanto en percatarse.
No acaban de comprender los cambios sociales y tienden, o bien a culpabilizar a la sociedad por su derechizaci¨®n pol¨ªtica o, por el contrario, a considerarla v¨ªctima del enga?o y de la manipulaci¨®n de la propaganda conservadora. Su propia sorpresa denota la p¨¦rdida de horizonte as¨ª como un paternalismo trasnochado que concede a la sociedad un papel pasivo. El ideal socialdem¨®crata, que se forj¨® contra o paralelamente a los movimientos revolucionarios, se basaba precisamente en que era posible embridar el caballo salvaje del capitalismo y someterlo al inter¨¦s general. As¨ª que m¨¢s que lamentarse por los dichosos mercados har¨ªan bien en preguntarse qu¨¦ han hecho para ponerles l¨ªmites antes de que campearan por el mundo con su espada flam¨ªgera; m¨¢s que preguntarle a Rajoy por sus vergonzantes recortes sociales, deber¨ªan interpelar a Tony Blair, a Clinton y una larga lista de gobernantes socialdem¨®cratas desde la A a la Z de Zapatero por no haber puesto l¨ªmites a la avaricia y al poder del dinero.
La ceguera de este ¨²ltimo respecto a la crisis no es un defecto particular, sino la demostraci¨®n de una miop¨ªa pol¨ªtica que hab¨ªa basado su ¨¦xito en el reparto de beneficios sociales y al aumento del Estado del bienestar pero que ha fracasado en el control de los mercados financieros y de los movimientos especulativos.
Nadie niega la influencia de la crisis en el resultado electoral, ni el poder de los mercados, ni la avaricia de los poderosos, ni las trampas de la derecha pol¨ªtica, solo que es un lamento tan in¨²til como quejarse de que la lluvia moja o el fuego quema.
Por otra parte, es dif¨ªcil mantener la tesis de la ingenuidad de los votantes, de una sociedad enga?ada por el silencio-trampa de Rajoy o de Artur Mas que despertar¨¢ bruscamente en pocos meses. Hasta el ciudadano m¨¢s tonto ha podido detectar que van a atacar sin piedad el Estado del bienestar. Tambi¨¦n en este caso la pregunta m¨¢s interesante ser¨ªa por qu¨¦, a pesar de saberlo, los han votado; c¨®mo se ha producido esta mezcla de desesperanza, de s¨¢lvese quien pueda y d¨®nde estaba la izquierda mientras se desmontaban los valores m¨¢s b¨¢sicos de la igualdad, de la solidaridad y el prestigio de los servicios p¨²blicos.
Mientras lloran, est¨¢n a punto de no comprender tampoco la amenaza m¨¢s importante que se cierne sobre la humanidad: el agotamiento de los recursos naturales, el uso del planeta para fines comerciales, el desplazamiento del mercado especulativo hacia el aire, el suelo, la ciencia y la energ¨ªa.
Se preguntan qu¨¦ ha fallado pero si se?alan solo causas ajenas y no inician una sincera renovaci¨®n de su proyecto, pueden volver a equivocarse gravemente. Como se equivocar¨ªan tambi¨¦n si no revisan las pr¨¢cticas pol¨ªticas que, al abrigo de los puestos oficiales y de los despachos amurallados, los han hecho insensibles al dolor ajeno.
Me gustar¨ªa destacar una herida social sangrante y es la falta de futuro de una juventud que ha cumplido todos los mandatos sociales: Ha estudiado, se ha preparado y se agosta en los largos d¨ªas sin trabajo o toma sus maletas para abandonar nuestra tierra. Por ellos es necesario recuperar la esperanza y el aliento. Merecen algo distinto de esta guerra sorda de intereses ajenos y a una izquierda pla?idera sin horizontes.
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