ERE a la investigaci¨®n biom¨¦dica
El centro Pr¨ªncipe Felipe de Valencia, asfixiado por la Generalitat, echa a la mitad de su plantilla
El cartel con la frase Se vende. Salas blancas a estrenar recibe desde hace semanas a las personas que acceden al Centro de Investigaci¨®n Pr¨ªncipe Felipe (CIPF) de Valencia, abierto hace seis a?os, que afronta un futuro incierto tras despedir el viernes casi a la mitad de su plantilla.
Situado junto a la espectacular Ciudad de las Artes y las Ciencias, las banderas alineadas en hilera del acceso principal al centro ondean a media asta en se?al de duelo desde hace un mes. Las lluvias de los ¨²ltimos d¨ªas solo han respetado la palabra "defunci¨®n" de la s¨¢bana-protesta que cuelga de la fachada principal. Decenas de carteles con crespones negros en los accesos y el vest¨ªbulo del CIPF recuerdan a cada paso la profunda crisis por la que atraviesa la que fuera joya de la corona de la Generalitat en investigaci¨®n biom¨¦dica.
El 70% de la construcci¨®n y el equipamiento sali¨® de fondos europeos
El gerente del centro dimiti¨® y ha sido candidato del PP por Valencia
La decadencia que se respira desde el verano en la instituci¨®n se ha acelerado en los dos ¨²ltimos meses. En septiembre dimiti¨® el comit¨¦ cient¨ªfico en bloque por los recortes de la Generalitat, presidida por el popular Alberto Fabra. Despu¨¦s lleg¨® el expediente de regulaci¨®n de empleo (ERE), ejecutado esta semana.
Tras reducir a la mitad el dinero que el Gobierno valenciano destinaba a la instituci¨®n (de 9,8 millones de euros en 2009 a 4,6 millones en 2011) y recortar m¨¢s las ayudas para 2012 (4,4 millones), el ERE al que se ha visto abocado el centro no solo ha supuesto el despido de 113 de los 244 empleados, sino una rebaja media salarial del 12% y la desaparici¨®n de 14 de los 26 laboratorios existentes. El centro tambi¨¦n ha perdido 1,7 millones de ayudas del Ministerio de Ciencia, al rebasar la Generalitat su l¨ªmite de d¨¦ficit. En todo este tiempo, los ingresos a cuenta de los fondos conseguidos por los investigadores se han mantenido entre los cinco y los siete millones de euros anuales.
Nada hac¨ªa pensar el d¨ªa de la inauguraci¨®n, en marzo de 2005, que se pudiera llegar a la situaci¨®n actual. El centro, 32.000 metros cuadrados de instalaciones de ¨²ltima generaci¨®n capaces de albergar a 350 empleados, se construy¨® gracias a fondos estructurales europeos que sufragaron el 70% de los 60 millones de euros empleados en la construcci¨®n y equipamiento. La Generalitat se comprometi¨® a darle contenido cient¨ªfico y garantizar su mantenimiento.
Su m¨¢ximo responsable desde el primer d¨ªa, Rub¨¦n Moreno, -n¨²mero dos del Ministerio de Sanidad bajo el mandato de Celia Villalobos- explicaba que quer¨ªa convertir el centro en un motor de transferencia de conocimiento y actividad econ¨®mica al estilo de los parques cient¨ªficos e industriales de California o del este estadounidense: "Un cintur¨®n de empresas que alimentan y se alimentan del centro".
Seis a?os despu¨¦s, no existe ni una de estas empresas. Y la Consejer¨ªa de Sanidad valenciana, con un presupuesto de 5.492 millones de euros para 2012, ha optado por no aportar los 10 millones anuales que garantizar¨ªan un CIPF a pleno rendimiento.
De nada han servido las protestas de los trabajadores contra el ERE y la eliminaci¨®n de 14 l¨ªneas de investigaci¨®n. Tampoco el llamamiento de 4.000 cient¨ªficos, que en una carta hecha p¨²blica el viernes muestran su "m¨¢s profunda preocupaci¨®n y perplejidad por el tremendo recorte de financiaci¨®n" de la Administraci¨®n valenciana y el "gran golpe" que supone "a la investigaci¨®n biom¨¦dica en el pa¨ªs". O que el CIPF alcanzara este a?o la quinta posici¨®n de una lista de 143, seg¨²n la clasificaci¨®n Scimago Institutions Ranking de 2011, que eval¨²a la actividad cient¨ªfica de las instituciones espa?olas -encabezada por el Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas.
La direcci¨®n sostiene que los grupos que podr¨¢n continuar con la actividad ser¨¢n seleccionados por "datos objetivos", relacionados con la productividad, evaluaciones externas o la capacidad para obtener fondos. "Hay que potenciar la investigaci¨®n productiva", argumenta. Los trabajadores no comparten este argumento y consideran que se han seguido criterios arbitrarios. Entre los 14 grupos que desaparecen se encuentran, por ejemplo, los dos ¨²nicos que trabajan en el c¨¢ncer y ocho de los nueve laboratorios de medicina regenerativa y c¨¦lulas madre, una de las parcelas que m¨¢s esperanzas despiertan para tratar enfermedades hasta ahora incurables como el alzh¨¦imer, el parkinson o los infartos. Y el que mayor prestigio ha dado a la instituci¨®n.
El proceso de despidos se ha llevado a cabo con el centro de investigaci¨®n descabezado. Con la comisi¨®n cient¨ªfica dimitida, el gerente llev¨® las riendas, tutelado por la Generalitat. El gerente, Rub¨¦n Moreno, dimiti¨® hace un mes. Muy pr¨®ximo a ¨¦l, el presidente de la Generalitat le ha dado un puesto en la candidatura del PP por Valencia y ser¨¢ diputado en el Congreso durante la pr¨®xima legislatura.
Moreno ha sido blanco de las cr¨ªticas del comit¨¦ de empresa, que le responsabiliza en buena medida de la crisis del CIPF. Durante su gesti¨®n se han producido patinazos como la explosiva salida -con denuncias incluidas- de la investigadora Almudena Ram¨®n, que se hizo famosa al conseguir que ratas parapl¨¦jicas con la m¨¦dula seccionada volvieran a caminar. Tampoco sali¨® bien el fichaje como subdirector del primer europeo que clon¨® un embri¨®n humano con fines terap¨¦uticos, Miodrag Stojkovic -junto a su mujer y varios colaboradores-. Stojkovic dimiti¨® en 2010, poco despu¨¦s de ver como la revista Stem Cells and Development retiraba un art¨ªculo firmado por ¨¦l, entre otros, al comprobar que hab¨ªa p¨¢rrafos copiados de otro trabajo publicado en Biology of Reproduction.
Los trabajadores del centro culpan a Moreno de haber destinado 1,5 millones de euros a cuatro salas blancas (a las que hace referencia el cartel de la entrada, unas zonas de experimentaci¨®n que garantizan condiciones de aislamiento total) que no se usan. O contratos de dif¨ªcil explicaci¨®n, como el adjudicado por 113.700 euros a una empresa para que desarrollara una aplicaci¨®n inform¨¢tica, que se ampli¨® hasta los 227.300 euros. El trabajo nunca se hizo y meses despu¨¦s se encarg¨® a otra firma -por 101.650 euros- la misma tarea.
"Precisamente en momentos de crisis es cuando se ve la importancia de invertir en investigaci¨®n", advert¨ªa la carta suscrita por 3.100 cient¨ªficos. Este no es el camino seguido por la Generalitat valenciana.
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