Acomp¨¢?ese con una copa de 'bop'

Algunas bodegas encargan a un artista la etiqueta de ciertas cosechas. Se casan la pintura y la creaci¨®n de grandes vinos. Sin embargo, en esencia, tal vez la m¨²sica (m¨¢s compleja, evocadora y vol¨¢til), sea m¨¢s capaz de transmitir el esp¨ªritu de un buen caldo que las artes pl¨¢sticas. Este es precisamente el experimento imaginado por el 43? Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona y el restaurante y tienda de vinos Monv¨ªnic.

No era una improvisaci¨®n sino una escenograf¨ªa sorprendente y muy elaborada, protagonizada por el pianista cubano Omar Sosa, que vive en Barcelona y toca el piano con unos dedos muy largos, los seis sumilleres de Monv¨ªnic -C¨¦sar C¨¢novas, Isabelle Brunet, Delia Garc¨ªa, Antonio Giuliodori, Ramiro Guti¨¦rrez y Miguel Mart¨ªnez- y la escritora Empar Moliner. Unos seleccionaron los vinos, otro puso la m¨²sica y la tercera escribi¨® un retrato antropom¨®rfico de cada uno de los caldos: hombres fuertes o so?adores, mujeres esquivas o serenas matronas surgen de cada copa. Antes de cada cata, los vignerons describ¨ªan el vino que hab¨ªan tra¨ªdo; hablaban de uvas y de tierra y de todas esas cosas evocadoras de un paisaje. Servida la copa, Sosa se inclinaba sobre el teclado. Fueron ocho suites para ocho vinos en ocho copas.

El piano de Omar Sosa caracoleaba inspirado por la uva tinta albarello

Sosa pas¨® del minimalismo al modernismo; andaba al trote con el fino de Jerez con un cierto regusto a turba, caracoleaba con el vino de uva tinta albarello que Molin¨¦ defini¨® como "una gran dama de piel blanca vestida de negro" y conjunt¨® texturas sonora cuando lleg¨® el priorato. La responsable de este Mas d'en Gil Clos Font¨¤; Marta Rovira, explic¨® como abandon¨® su trabajo de ingeniera aeron¨¢utica en Hamburgo en la construcci¨®n del superjumbo A-380 para volver al negocio familiar.

Esta es la segunda vez que Monv¨ªnic realiza esta experiencia, que va camino de convertirse en un cl¨¢sico, de consolidarse como una lista imprescindible en la que est¨¦n las mejores bodegas, y eso es lo que pretende su propietario Sergi Ferrer-Salat, que aspira a que "devenga el momento culminante de cada a?o, la expresi¨®n ¨²ltima de nuestra pasi¨®n por difundir la cultura del vino".

Pero esta no ha sido la ¨²nica experiencia gastron¨®mica que ha traido este a?o el Festival de Jazz de Barcelona. Su hermanamiento con el Festival de Jazz de Umbr¨ªa -cuna de buenos vinos y excelentes aceites de oliva- deriv¨® en Il matrimonio del Tartufo, consistente en combinar la trufa blanca de la regi¨®n italiana con la variante negra de la comarca catalana de Osona. Tema sobre el que el chef de Monv¨ªnic, Sergi de Mei¨¤, y el italiano Marco Bistarelli, elaboraron un un men¨² largo y estrecho.

El en¨®logo y sumiller Josep Roca, aliado de Monv¨ªnic en pasadas experiencias sonoras, tiene una l¨ªnea de trabajo en el que los mundos del vino y de la m¨²sica se entrelazan. La bodega de El Celler de Can Roca tiene su propia banda sonora a la hora de interpretar los vinos, donde las notas de cata se funden con las notas del viol¨ªn. Y la armon¨ªa que la m¨²sica puede aportar a vi?edos y barricas se experimenta en bodegas de la Toscana, Rioja, o los valles de Napa, Loira y Mosela.