Hundi¨® la m¨²sica y ahora quiere salvarla
En 'La red social' fue retratado como el malo de la pel¨ªcula. Antes de cofundar Facebook, Sean Parker trajo la ruina a las discogr¨¢ficas con Napster, el primer sistema de descargas ilegales. Hoy quiere limpiar su imagen lanzando Spotify en EE UU
"Un mill¨®n de d¨®lares no es guay. ?Sabes qu¨¦ es guay? ?Mil millones de d¨®lares!". Esta podr¨ªa ser la frase m¨¢s c¨¦lebre de Sean Parker, el hombre que con 19 a?os puso la industria musical patas arriba con Napster -el primer sistema global de intercambio de archivos mp3-, antiguo presidente de Facebook y uno de los principales responsables del desembarco de Spotify en EE UU. El problema es que la frase en cuesti¨®n jam¨¢s sali¨® de su boca. La escribi¨® Aaron Sorkin para que la soltara Justin Timberlake en su papel de Sean Parker en La red social, el filme dirigido por David Fincher sobre el nacimiento de Facebook.
El retrato que de ¨¦l firm¨® el guionista de El ala oeste de la Casa Blanca, quien lo presenta como un vividor con tendencia a la hip¨¦rbole y la manipulaci¨®n, fue la gota que colm¨® el vaso. Parker dio un paso el frente. Deb¨ªa restituir su imagen. Despu¨¦s de un pase privado de la cinta -que termin¨® con gritos, insultos y butacas destrozadas-, desoy¨® a sus m¨¢s allegados, que le aconsejaban que tomara medidas legales contra Sorkin, y decidi¨® emprender ¨¦l solo una campa?a medi¨¢tica para convencer a la opini¨®n p¨²blica de que segu¨ªa siendo el milmillonario m¨¢s guay.
Justin Timberlake lo interpret¨® en 'la red social'. Sean Parker se lo tom¨® a guasa y fue a una fiesta de halloween disfrazado del cantante, con su novia como Britney Spears
Durante una d¨¦cada, Parker, de 31 a?os, hab¨ªa sido ese hacker con buen olfato para las ideas con potencial revolucionario sobre el que circulaban infinidad de rumores sobre excesos, reuniones canceladas por resaca y novias trofeo. Este chaval de Virginia que jam¨¢s fue a la universidad era la estrella que Palo Alto (California) necesitaba producir para convencernos de que la tecnolog¨ªa era el nuevo rock and roll.
?l era ese genio de Silicon Valley que jam¨¢s saldr¨ªa en la lista de los peor vestidos de ninguna revista de moda. Un retrato mal¨¦fico en una pel¨ªcula de ¨¦xito no pod¨ªa acabar con diez de construcci¨®n del personaje. "Siento que la prensa me presiona para que colme las expectativas creadas en el filme. Incluso si organizo una peque?a reuni¨®n, la gente cree que aquello va a ser un fiest¨®n salvaje", declaraba al salir de una fiesta de disfraces a la cual hab¨ªa acudido junto a la que es actualmente su esposa, Alexandra Lenas. ?l, vestido de Justin Timberlake. Ella, de Britney Spears.
Empez¨® a conceder entrevistas y a pasearse por los plat¨®s. Almorz¨® con el Financial Times y sali¨® en portada de Vanity Fair. Los primeros le retrataron como un bon vivant con tendencias psic¨®ticas, capaz de pasarse horas hablando de la morfolog¨ªa del menisco -para justificar una lesi¨®n en la rodilla que sirvi¨® para cancelar la primera cita con la publicaci¨®n-, de las virtudes de la uva nebbiolo o del sabor de la trucha ahumada servida en el restaurante de Manhattan con dos estrellas Michelin donde tuvo lugar la comida y del que Parker es habitual, hasta el punto de que el servicio sabe que es al¨¦rgico a los frutos secos.
Los segundos trataron de ahondar en sus turbulentos or¨ªgenes y lo ¨²nico que sacaron fue un relato de tintes mitol¨®gicos sobre su arresto por parte del FBI. A¨²n estando en la escuela, el chico burl¨® el sistema de seguridad de varias webs, de las que no pudo salir porque su padre, enfadado por sus malas notas, entr¨® en ese momento en su habitaci¨®n y le tir¨® el teclado por la ventana. Detectaron su IP y fueron a buscarlo a clase, en una escena que parece sacada del filme Juegos de guerra. Nada tampoco sobre su detenci¨®n por posesi¨®n de coca¨ªna durante unas vacaciones en Carolina del Norte, que propici¨® su salida del organigrama de Facebook -sus allegados a¨²n afirman que fue la excusa que buscaban los inversores para deshacerse de ¨¦l-, ni sobre sus donaciones a favor de su campa?a para legalizar la marihuana en California, ni sobre sus pleitos con Metallica y la industria del disco.
En vez de un rebelde y un visionario, Parker parec¨ªa otro joven millonario malcriado. Un d¨ªa, el New York Post le acusaba de darle una propina de solo cinco d¨®lares a alguien en una discoteca. Al poco, ¨¦l aparec¨ªa d¨¢ndole una de 5.000 a una camarera en una cocteler¨ªa de San Francisco. Si montaba una fiesta en Hollywood, era eclipsado por Mark Zuckerbeg, junto al que se le vio a mediados de octubre -ambos en un considerable estado de embriaguez- discutiendo acaloradamente sobre si los usuarios de Spotify en EE UU deber¨ªan estar obligados a acceder a trav¨¦s de su cuenta de Facebook.
Cuando se le ve¨ªa en el festival Coachella, no era rodeado de bandas alternativas, sino en el backstage agasajando a actores con cuencos de caviar. En vez de un submarino rebelde en un mundo de millonarios, se hab¨ªa convertido en el accesorio preferido de las celebridades. Estaba instalado en pleno eje del mal. Incluso se hab¨ªa hecho ¨ªntimo de la esposa de Sting y del tipo que descubri¨® a Justin Bieber. Todo parec¨ªa indicar que aquella frase del filme, que jam¨¢s dijo pero por la que siempre se le recordar¨¢, no era del todo cierta: tener mil millones, o al menos lo que hac¨ªa Parker con ellos, ya no es guay.
Los ricos de Silicon Valley tambi¨¦n lloran
La fortuna de Sean Parker se calcula en 2.100 millones de d¨®lares. Posee una mansi¨®n en el Greenwich Village valorada en 20 millones. Cuenta con el 4% (500 millones de d¨®lares, aproximadamente) de Facebook y los derechos para Spotify en EE UU, donde ha desembarcado este verano. Junto a Shawn Fanning, el creador de Napster, acaba de lanzar Airtime, una red social que promete ser una versi¨®n mejorada del c¨¦lebre Chatroulette, y es socio director de la empresa de inversiones Founders Fund. "Realmente, creo que Sean va a arrancar, al menos, cinco empresas millonarias y revolucionarias m¨¢s antes de retirarse", comentaba Ron Conway, amigo de Parker y acaso el 'business angel' m¨¢s c¨¦lebre de Silicon Valley. Pero la suerte de Parker parece haberse esfumado. Cuando el movimiento Ocupa Wall Street empez¨® a tomar las plazas y las calles de EE UU, Parker ocupaba la portada de la revista 'Forbes'. Inmediatamente, se convirti¨® en objeto de ira del segmento de la poblaci¨®n al que m¨¢s anhelaba caerle bien. "Realmente, me est¨¢is atacando por pertenecer a ese 1%", escrib¨ªa en su reci¨¦n estrenada cuenta de Twitter (su primer mensaje en esta red social fue de ir¨®nicas disculpas a Zuckerberg). Y segu¨ªa con otro tuit: "Pues tengo toda una nueva colecci¨®n de problemas con los que lidiar: seguridad, intentos de extorsi¨®n, amenazas de secuestro y de muerte... ?Era mejor mi vida antes?".
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