Rusia. Veinte a?os es mucho
El l¨ªder ruso Vlad¨ªmir Putin ha dicho que la desintegraci¨®n de la URSS fue la "mayor cat¨¢strofe geopol¨ªtica" del siglo pasado. Pero no fue as¨ª como la vivieron los tres l¨ªderes eslavos que firmaron el certificado de defunci¨®n de aquel Estado el 8 de diciembre de 1991 en Viscul¨ª, un pabell¨®n de caza situado en el bosque de Belovezhye (Bielorrusia).
En aquel lejano diciembre de hace 20 a?os, Putin dirig¨ªa el comit¨¦ de relaciones exteriores de la alcald¨ªa de San Petersburgo. All¨ª tutelaba las inversiones alemanas y conced¨ªa cuotas y licencias para exportar petr¨®leo, metales, madera y otras materias primas a empresas que, a su vez, importaban carne, leche en polvo, patatas y otros bienes de consumo a la ciudad desabastecida. Esas operaciones de trueque provocaron alguna investigaci¨®n que qued¨® inconclusa. Aquel oto?o, el jurista Dmitri Medv¨¦dev, de 26 a?os, daba clase en la Universidad de San Petersburgo y colaboraba como asesor con la alcald¨ªa y el comit¨¦ de relaciones exteriores.
"Siempre igual. Solo piensa en usted. Si se hubiera preocupado por la gente...", le solt¨® Yeltsin a Gorbachov en 1991
Gorbachov le grit¨® a Yeltsin por tel¨¦fono: "??C¨®mo que la Urss ya no existe?! ??Y qui¨¦n crees que soy yo?!"
El presidente ruso Bor¨ªs Yeltsin pidi¨® que formularan "alg¨²n documento pol¨ªtico bien escrito" en una hora
El fin de la Urss fragment¨® la vida de la gente. La tasa de suicidios se dispar¨®. Y muchos pillos se hicieron millonarios
Rusia se ha convertido en pa¨ªs de fuertes contrastes. El 39% de los j¨®venes de 18 a 24 a?os solo piensan en emigrar
El presidente Medv¨¦dev discrepa de su mentor y primer ministro sobre el fin de la URSS. Perd¨®nenme, pero la desintegraci¨®n de la URSS fue pr¨¢cticamente incruenta. Esto no es la principal cat¨¢strofe, no puedo estar de acuerdo, aunque fue un acontecimiento dif¨ªcil para mucha gente, ha dicho. Medv¨¦dev opina que las verdaderas cat¨¢strofes, que costaron la vida a millones de sus compatriotas, fueron la guerra civil tras la revoluci¨®n bolchevique y la Segunda Guerra Mundial.
El 7 de diciembre de 1991, el term¨®metro marcaba 25 grados bajo cero cuando los l¨ªderes eslavos comenzaron a llegar a Viscul¨ª, seg¨²n cuenta en sus memorias Viacheslav K¨¦bich, entonces jefe del Gobierno de Bielorrusia. El presidente de Ucrania Leonid Kravchuk alcanz¨® a abatir un jabal¨ª antes de que se uniesen a ¨¦l el jefe del Parlamento bielorruso Stanislav Shushk¨¦vich y el presidente de Rusia Bor¨ªs Yeltsin. Desde un aeropuerto militar, la delegaci¨®n rusa fue trasladada a Belovezhye en un cortejo de volgas blancos. Kravchuk y Yeltsin fueron alojados en el pabell¨®n principal, un edificio de dos plantas construido en 1957 por Nikita Jruschov para sus cacer¨ªas. Por Belovezhye hab¨ªa pasado Leonid Br¨¦znev e invitados como Fidel Castro, y ah¨ª habr¨ªan disfrutado de la naturaleza Ted Turner, propietario de la CNN, y su esposa, Jane Fonda, aquel diciembre, de no haber sido por la cumbre eslava, que oblig¨® a cancelar su visita.
En Viscul¨ª, Yeltsin pregunt¨® a Kravchuk si ten¨ªa intenci¨®n de firmar un documento propuesto por el presidente de la URSS, Mija¨ªl Gorbachov, para renovar el Tratado de la Uni¨®n, el texto fundacional de la URSS, que hab¨ªa sido ratificado en 1922 por las tres rep¨²blicas eslavas y la Federaci¨®n de la Transcaucasia (Azerbaiy¨¢n, Georgia y Armenia).
El ucranio respondi¨® de forma evasiva y Yeltsin dijo que hab¨ªa que elaborar una nueva estructura pol¨ªtica. La situaci¨®n es tr¨¢gica. Si no tomamos ahora algunas decisiones razonables, puede suceder una cat¨¢strofe humanitaria, y de eso a la guerra civil no hay m¨¢s que un paso, advirti¨® Yeltsin, tras referirse a la crisis econ¨®mica, la insatisfacci¨®n social y la indisciplina de las rep¨²blicas federadas. El presidente ruso orden¨® al segundo del Gobierno, Sergu¨¦i Shajr¨¢i, y al ministro de Exteriores, Andr¨¦i K¨®zirev, que formularan alg¨²n documento pol¨ªtico bien escrito en el plazo de una hora. Lo redactaron a mano, porque no ten¨ªan m¨¢quina de escribir hasta que, desde una explotaci¨®n agr¨ªcola cercana, trajeron una secretaria. K¨¦bich, ahora arrepentido de su participaci¨®n en aquellos acontecimientos, supon¨ªa que se estaban poniendo las nuevas bases m¨¢s firmes y justas del Estado de la Uni¨®n, pues las fronteras, el ej¨¦rcito y la moneda y todos los elementos econ¨®micos del Estado segu¨ªan siendo comunes.
Acompa?¨¢ndose de champ¨¢n sovi¨¦tico, Yeltsin, Kravchuk y Shushk¨¦vich dieron forma a una nueva entidad a la que llamaron Comunidad de Estados Independientes (CEI), porque nadie quer¨ªa o¨ªr la palabra soyuz (uni¨®n). A instancias de Yeltsin, a la vez que aprobaban un p¨¢rrafo, se serv¨ªachamp¨¢n sovi¨¦tico, seg¨²n cuenta K¨¦bich. El documento que all¨ª se redactaba iba a llevar a un nuevo terreno jur¨ªdico la descomposici¨®n del Estado, que se hab¨ªa acelerado en agosto, tras el intento de golpe emprendido por altos funcionarios del r¨¦gimen. Fracasada la conjura, Gorbachov hab¨ªa vuelto a ejercer como presidente de la URSS, pero el mundo hab¨ªa cambiado. Pese a su debilidad pol¨ªtica, Gorbachov insisti¨® en que las rep¨²blicas sovi¨¦ticas firmaran el Tratado de la Uni¨®n renovado, el documento de redistribuci¨®n de competencias que el golpe les hab¨ªa impedido firmar en agosto de 1991.
La subordinaci¨®n al centro federal representado por Gorbachov no estaba en los planes de Yeltsin; para Ucrania, el nuevo Tratado de la Uni¨®n perdi¨® su sentido tras el refer¨¦ndum del 1 de diciembre que apoy¨® la opci¨®n independentista de Kravchuk. El ruso quiso reunirse con sus colegas eslavos sin Gorbachov, y Shushk¨¦vich se brind¨® a acogerlos en el bosque de Belovezhye, un refugio de bisontes en la frontera con Polonia. En Mosc¨², Gorbachov, que estaba al corriente del encuentro, pregunt¨® a Yeltsin sobre los temas que iban a tratar y este lo tranquiliz¨® diciendo que, con la ayuda de Shushk¨¦vich, iba a quitarle los sue?os de independencia a Kravchuk.
En realidad, en Viscul¨ª ocurri¨® todo lo contrario. Cuando los l¨ªderes eslavos se dispon¨ªan a cenar el 7 de diciembre, Guennadi B¨²rbulis, por entonces secretario de Estado de Rusia, declar¨® que faltaba el art¨ªculo final: las tres rep¨²blicas hab¨ªan formado un nuevo sujeto de derecho internacional, pero antes hab¨ªa que denunciar el Tratado de la Uni¨®n de 1922. K¨¦bich escribe que solo entonces comprendi¨® el verdadero sentido de lo que estaba pasando.
Esto es un verdadero golpe de Estado. He informado de todo a Mosc¨², al comit¨¦... (KGB), espero la orden de Gorbachov, le susurr¨® Eduard Shirkovskii, jefe del Comit¨¦ de Seguridad del Estado (KGB) de Bielorrusia.
-?Y t¨² crees que la dar¨¢n?
-Por supuesto. Es evidente que se trata de una traici¨®n, si llamamos a las cosas por su nombre. Enti¨¦ndame, ten¨ªa que reaccionar. Prest¨¦ juramento dijo el jefe del KGB.
-Pod¨ªas haberme avisado.
-Tem¨ªa que no estuviera de acuerdo.
Mosc¨² no daba se?ales de vida. Seg¨²n K¨¦bich, Gorbachov sab¨ªa que no era dif¨ªcil arrestar a los participantes en la cita de Belovezhye, pero no habr¨ªa sabido qu¨¦ hacer con ellos, ya que juzgarlos habr¨ªa podido provocar una reacci¨®n popular. El 8 de diciembre por la tarde, los l¨ªderes eslavos firmaron el acuerdo alcanzado junto con otros documentos. Entre ellos estaba la declaraci¨®n pol¨ªtica que constataba la desaparici¨®n de la URSS como sujeto de derecho internacional y proclamaba a la CEI como su sucesora, un acuerdo de coordinaci¨®n econ¨®mica y otro para la colaboraci¨®n en las fuerzas armadas y el control de las armas estrat¨¦gicas. Los colegas eslavos hab¨ªan esperado al presidente de Kazajist¨¢n, Nursult¨¢n Nazarb¨¢yev, pero este se qued¨® en Mosc¨² tras hablar con Gorbachov.
Despu¨¦s de la firma, Yeltsin quiso informar al presidente estadounidense George Bush. Alguien propuso cont¨¢rselo primero al presidente ruso. De ninguna manera. En primer lugar, la URSS ya no existe, Gorbachov no es presidente y no nos manda. Y en segundo lugar, para evitar imprevistos, mejor que sepa de esto como un hecho consumado irreversible, dijo Yeltsin. Llamaron a Washington cerca de la medianoche. Yeltsin parec¨ªa un escolar. K¨®sirev le traduc¨ªa. Al otro lado del hilo, escucharon con atenci¨®n y despu¨¦s preguntaron qui¨¦n controlaba las armas at¨®micas. No se preocupe, se?or presidente. El malet¨ªn con el bot¨®n lo tengo yo. No hay peligro de uso de armas at¨®micas. El mundo puede dormir tranquilo, dijo Yeltsin. K¨¦bich dice que minti¨®, porque el malet¨ªn nuclear estaba en poder del presidente de la URSS. Luego, Yeltsin orden¨® a Shushk¨¦vich que llamara a Gorbachov.
-?Por qu¨¦ yo?
-Y si no, ?qui¨¦n? Estamos en tu territorio. T¨² eres el anfitri¨®n...
Pese a lo avanzado de la hora, Gorbachov estaba en el Kremlin con Yevgueni Sh¨¢poshnikov, ministro de Defensa de la URSS, que propon¨ªa arrestarlos a todos. No pueden dejar de llamar. Ten paciencia, le dec¨ªa Gorbachov al militar. Shushk¨¦vich llam¨® al presidente de la URSS de mala gana. La URSS ha dejado de existir, articul¨® tras algunos rodeos. Bor¨ªs Nikol¨¢evich ya habl¨® con el presidente de EE UU y George Bush afirm¨® que apoya nuestra decisi¨®n.
-?Por qu¨¦ informan antes al presidente de EE UU que al de la URSS? ?Est¨¢ ah¨ª Bor¨ªs? ?P¨¢same a Bor¨ªs!
Gorbachov gritaba tanto que todos los presentes lo oyeron...
-Pregunto si est¨¢ Bor¨ªs ah¨ª. ?Dale el tel¨¦fono a Bor¨ªs!
-Mija¨ªl Sergu¨¦ievich, Bor¨ªs Nikol¨¢evich me encarg¨®...
-Vete al... No quiero hablar contigo. Dale el tel¨¦fono a Bor¨ªs.
Yeltsin tom¨® el auricular.
-Bor¨ªs, ?qu¨¦ hab¨¦is hecho?
-Mija¨ªl Sergu¨¦ievich, los dirigentes de tres rep¨²blicas, preocupados por el destino de nuestros pueblos, hemos tomado la decisi¨®n de denunciar el Tratado de la Uni¨®n de 1922. La URSS ya no existe.
-??C¨®mo que no existe?! ??Y qui¨¦n crees que soy yo?!
-Usted siempre igual. Solo piensa en usted. Sus ambiciones personales son lo primero. Si se hubiera preocupado un poco por la gente y por el pa¨ªs, todo habr¨ªa sido diferente... En resumen, ya resolveremos su situaci¨®n de alguna manera -exclam¨® Yeltsin y colg¨®.
K¨¦bich tuvo la sensaci¨®n de haber cruzado el Rubic¨®n en un evento m¨¢s parecido a un chiste que a una tragedia hist¨®rica. Tres hombres que hab¨ªan tomado un trago se reunieron en un apartado bosque, se divirtieron un poco y declararon que el Estado hab¨ªa sido abolido.
El acuerdo de Belovezhye fue ratificado con gran celeridad y apabullantes mayor¨ªas, en el Parlamento ruso, con solo seis votos en contra, y en el bielorruso, con uno. El 25 de diciembre, Mija¨ªl Gorbachov se dirigi¨® a sus conciudadanos por ¨²ltima vez como presidente de la URSS y se arri¨® la bandera sovi¨¦tica del Kremlin. El presidente quer¨ªa despedirse el 24 de diciembre, pero le convenc¨ª para que no estropeara la Nochebuena a Occidente, dice Andr¨¦i Grachov, entonces secretario de prensa del l¨ªder sovi¨¦tico.
El gobierno ruso actuaba como un equipo de bomberos y la econom¨ªa estaba en ruinas. El acuerdo de Belovezhye fue una f¨®rmula jur¨ªdica para describir lo que hab¨ªa pasado ya, fue un divorcio con el m¨ªnimo riesgo de convertirse en un enfrentamiento sangriento por la herencia de la URSS", se?ala B¨²rbulis, seg¨²n el cual en agosto de 1991 era evidente que la URSS ya no exist¨ªa y que cualquier intento de mantenerla por m¨¦todos f¨ªsicos, de emergencia o pol¨ªtico-militares entra?aba el peligro de una guerra civil.
Nadie ten¨ªa ni idea sobre c¨®mo vivir con aquella independencia de facto y de iureSolo quedaba no permitir que las peligrosas divergencias se convirtieran en conflicto, contin¨²a B¨²rbulis. No ten¨ªamos ning¨²n modelo de reintegraci¨®n. Cre¨ªamos que si nos ocup¨¢bamos de la econom¨ªa, ser¨ªamos como un campo magn¨¦tico que atraer¨ªa a nuestros socios hist¨®ricos.
Uno de los puntos m¨¢s espinosos de las discusiones de Belovezhye fue Crimea, la pen¨ªnsula poblada sobre todo por rusos que Nikita Jruschov hab¨ªa regalado a Ucrania. Yegor Gaidar, el padre de las reformas econ¨®micas rusas, me cont¨® en 2005 que Yeltsin pas¨® muchas horas tratando de convencer a Kravchuk de que excluyera a Crimea del acuerdo de Belovezhye para resolver este tema despu¨¦s, pero Kravchuk fue inflexible y se dispuso a marcharse. El sistema de mando de las armas estrat¨¦gicas sovi¨¦ticas estaba centralizado, pero no as¨ª el de las armas t¨¢cticas, explicaba Gaidar. "Nadie sab¨ªa lo que pod¨ªa pasar en un territorio donde el jefe de una unidad pod¨ªa tomar decisiones sobre armas nucleares. Nadie sab¨ªa a qui¨¦n se someter¨ªan en una circunstancia as¨ª, se?alaba el pol¨ªtico. La disyuntiva estaba entre un tratado pac¨ªfico sin reclamaciones territoriales a Ucrania y a Kazajist¨¢n o arriesgarse a una desintegraci¨®n como la de Yugoslavia, pero con armas nucleares.
Por eso Yeltsin decidi¨® que la desintegraci¨®n pac¨ªfica era preferible a una variante violenta y que era mejor hacer concesiones territoriales. Creo que no se imaginaba que para mayo de 1992 todas las armas t¨¢cticas nucleares ubicadas en Ucrania iban a ser concentradas en Rusia, relataba el economista, fallecido en 2009.
Han pasado 20 a?os y los protagonistas de aquella ¨¦poca est¨¢n en la periferia de la vida pol¨ªtica actual o han fallecido. En Mosc¨², Gorbachov tiene su propia fundaci¨®n y disfruta de la compa?¨ªa de su hija, sus dos nietas y su bisnieta. En Kiev, Leonid Kravchuk, padre de la independencia ucraniana, dirige tambi¨¦n una fundaci¨®n, escribe libros y participa en debates. En Minsk, Shushk¨¦vich es un furibundo adversario del autoritario l¨ªder Alexandr Lukashenko y milita en un partido socialdem¨®crata. A finales de 1999, Yeltsin renunci¨® a la presidencia a favor de Putin, que le dio garant¨ªas de seguridad para ¨¦l y sus parientes. En su funeral, en 2007, son¨® el himno ruso-sovi¨¦tico que tanto hab¨ªa odiado.
Las eminencias grises de Yeltsin viven discretamente en Mosc¨² y no se apresuran a publicar memorias. B¨²rbulis organiza veladas filos¨®ficas, y Shajr¨¢i, el h¨¢bil jurista que dio forma a los documentos clave del Estado ruso, es vicepresidente del Tribunal de Cuentas y de la federaci¨®n de b¨¢dminton, un deporte practicado tambi¨¦n por el presidente Medv¨¦dev.
En cuanto a los escenarios, la residencia de Viscul¨ª pertenece a la Administraci¨®n del presidente Alexandr Lukashenko, est¨¢ cerrada al p¨²blico y se utiliza para acontecimientos oficiales. En cambio, el nacimiento de la URSS, el 30 de noviembre de 1922 en el Bolsh¨®i, es conmemorado con una l¨¢pida en la fachada de ese teatro. La l¨¢pida se mantiene tambi¨¦n despu¨¦s de la restauraci¨®n que ha suprimido muchos de los elementos decorativos de la ¨¦poca sovi¨¦tica.
El a?o 1991 fragment¨® la vida de los ciudadanos sovi¨¦ticos. Millones de personas tuvieron que reinventarse o empezar de nuevo, emigraron a nuevas patrias y experimentaron vertiginosos ascensos y descensos sociales. Cient¨ªficos de ¨¦lite en paro y oficiales desmovilizados hac¨ªan de taxistas para poder comer, y pillos y delincuentes se transformaron en multimillonarios y oligarcas. Fueron procesos traum¨¢ticos y desgarradores. Los ¨ªndices de suicidio se dispararon, seg¨²n constataba el profesor Bor¨ªs Polozhii, del centro de psiquiatr¨ªa V. P. Serbski. El peor a?o fue 1995, con 42 casos por 100.000 habitantes, cuando la media mundial es de 14. La situaci¨®n ha mejorado; el a?o pasado, Rusia registr¨® 23,5 suicidios por 100.000 habitantes y descendi¨® al sexto lugar del mundo, lo que es un progreso en relaci¨®n al segundo puesto ocupado en el pasado. En contraste con los suicidios de adultos, que han disminuido, ha aumentado el coeficiente de suicidios infantiles (hasta 15 a?os de edad) y adolescentes; en 2010 fueron 3,6 y 20, respectivamente (las medias mundiales son 1,5 y 7,3). Polozhii lo atribuye a los "rasgos negativos" de la sociedad rusa: la intolerancia, la indiferencia ante los otros, la crueldad y la devaluaci¨®n de la vida humana, incluida la propia.
Los noventa fueron a?os salvajes. Se produjo un total cambio de valores y hab¨ªa que aceptar que lo que hab¨ªas hecho antes no val¨ªa para nada. El nuevo valor era el dinero, y se mataba por ¨¦l. Fue una experiencia cruel, pero tambi¨¦n muy valiosa, si uno consegu¨ªa superarla y seguir siendo una persona, opina Ili¨¢ Kochevrin, que en 1991, tras haber estudiado filolog¨ªa en Mosc¨², se adaptaba al mundo en cambio trabajando en un mercado de Par¨ªs. Ahora, Kochevrin, de 49 a?os, es vicepresidente de una de las estructuras de Gazprom, el monopolio exportador de gas.
Rusia ha cambiado mucho en estos 20 a?os. Con todo, la sombra de la URSS se proyecta -protectora o amenazante- sobre las vidas de los rusos, incluso de los m¨¢s j¨®venes. La nostalgia es en parte una reacci¨®n a las duras realidades de un proceso hoy encallado en el autoritarismo y la corrupci¨®n. Tambi¨¦n es un producto cultivado con fines pol¨ªticos por el r¨¦gimen de Vlad¨ªmir Putin, que recuper¨® los s¨ªmbolos sovi¨¦ticos y los mezcl¨® con los rusos para sostener la ilusi¨®n de continuidad. En marzo, el 58% de los rusos lamentaban que hubiera desaparecido la URSS frente al 27% que no (en diciembre de 2000 eran 75% y 19%, respectivamente), seg¨²n una encuesta del centro Levada. Bor¨ªs Dubin, especialista de este centro, dice que los j¨®venes reciben una imagen b¨¢sicamente positiva de la URSS a trav¨¦s de la familia. Y a?ade que la mitificaci¨®n de la antigua patria, su asociaci¨®n con una idea de victoria y poder, diferencian a la juventud rusa de las nuevas generaciones de Europa del Este.
En una charla en la Facultad de Periodismo de la Universidad Internacional de Mosc¨², los estudiantes, chicas y chicos de entre 17 y 22 a?os, enumeran las asociaciones positivas y negativas que les despierta la URSS. Entre las primeras figuran la educaci¨®n gratuita y de buena calidad, el nivel de la ciencia, los servicios m¨¦dicos y el pleno empleo. Entre las segundas, la censura, el tel¨®n de acero, la atm¨®sfera de represi¨®n, el temor y la escasez de bienes de consumo. Sus abuelas les han contado que llevaron a sus hijos a bautizar en secreto, y sus padres, que se pasaban horas en las colas y que sus profesores les re?¨ªan por llevar vaqueros con la bandera de EE UU.
En 1991, Rusia quer¨ªa liberarse de sus vecinos. Veinte a?os despu¨¦s quiere estrechar sus lazos con ellos. En v¨ªsperas de las elecciones legislativas del 4 de diciembre, Putin ha abogado por integrar el espacio possovi¨¦tico en una nueva Uni¨®n Euroasi¨¢tica en la que se articular¨ªan organizaciones regionales surgidas en la ex-URSS como el Espacio Econ¨®mico ?nico. Esta entidad suprimi¨® en julio los controles aduaneros entre los tres pa¨ªses integrantes, Rusia, Kazajist¨¢n y Bielorrusia. La Uni¨®n Euroasi¨¢tica se construir¨¢ sobre principios de integraci¨®n universales, como parte inseparable de la gran Europa, unida por los valores comunes de la libertad, la democracia y las leyes de mercado, ha dicho Putin.
Bajo el mandato de este dirigente, Rusia se ha hecho m¨¢s dependiente que antes de los hidrocarburos y es un pa¨ªs de fuertes contrastes. Tiene zonas que prosperan y se modernizan a velocidades de v¨¦rtigo, impulsadas por los hidrocarburos, y regiones deprimidas y estancadas. Tambi¨¦n es un pa¨ªs de pobres y ricos, donde los amigos de los dirigentes, incluidos los compa?eros de yudo de Putin, amasan fortunas sensacionales gracias a contratos con compa?¨ªas estatales que no reparan en gastos. Por su experiencia hist¨®rica, los rusos tienden a pensar que cualquier cambio va a ser a peor, de ah¨ª que sean poco amigos de las revoluciones, tanto m¨¢s cuando disfrutan de una amplia libertad individual, multiplicada por Internet. Por n¨²mero de usuarios de la Red (51 millones), Rusia, un pa¨ªs de 142 millones de habitantes, aventaja a Alemania, Francia y Reino Unido.
Aumentan los automovilistas que muestran su enfado haciendo sonar la bocina cuando son obligados a pararse para ceder el paso a las comitivas de los dirigentes protegidos por desp¨®ticos servicios de seguridad. Aumentan tambi¨¦n los famosos que se atreven a polemizar con Putin, como el rockero Yuri Shevchuk. Pero las protestas sociales de momento son aisladas y carecen de masa cr¨ªtica para provocar reformas de calado en un sistema corrupto y enquistado. Lo que s¨ª hay es sentido del humor. En 2010, el grupo Voin¨¢ (guerra) dibuj¨® un gigantesco falo en un puente de San Petersburgo. Por la noche, el puente se alz¨® y, con ¨¦l, la representaci¨®n anat¨®mica.
Algunos polit¨®logos piensan que la esperanza est¨¢ en los j¨®venes, lo que es una tesis pol¨¦mica, porque la juventud rusa es variopinta. Por razones materiales o de carrera, hay estudiantes que se integran en Nashi y otras demag¨®gicas y desagradables organizaciones utilizadas por el Kremlin en campa?as de intimidaci¨®n o para neutralizar protestas. Los afiliados de Nashi han sido convocados a Mosc¨² hoy, en la noche electoral, algo que parece reflejar el temor de las autoridades a que se produzcan manifestaciones callejeras. Otros j¨®venes solo piensan en emigrar. Un sondeo del Centro Ruso de Estudio de la Opini¨®n Publica indica que el 39% de los ciudadanos de 18 a 24 a?os quieren marcharse a trabajar permanentemente al extranjero.
En una tertulia sobre la emigraci¨®n, estudiantes de periodismo expresaban sus propias tribulaciones. Para m¨ª es una situaci¨®n muy seria, dice Kostia, de 19 a?os, cuyo padre emigr¨® a EE UU a principios de los noventa y ahora, ya establecido, quiere que su familia se re¨²na con ¨¦l. Mi madre es del C¨¢ucaso, as¨ª que yo soy parcialmente lezgu¨ªn (miembro de una minor¨ªa ¨¦tnica de Daguest¨¢n) y me duele que surjan conflictos raciales solo porque hay gente agresiva que se busca una excusa para golpear a otros. En Rusia no hay garant¨ªas de nada, pero ?qu¨¦ garant¨ªas hay en Occidente?, se?ala una compa?era. En Rusia hay muchos problemas graves y, como periodistas, tenemos algunos espec¨ªficos muy graves, se?ala aludiendo a los colegas golpeados por tratar de impedir la construcci¨®n de una autopista entre Mosc¨² y San Petersburgo por el bosque de Jimki.
En Rusia es m¨¢s f¨¢cil hacer negocios. Los millonarios de aqu¨ª perder¨ªan gran parte de su fortuna si vivieran en Europa, dice otro chico.
?Influir¨¢ el retorno de Putin a la presidencia en la emigraci¨®n? Otra joven, de nombre Eleonora, contesta: Ahora sabemos que Putin ser¨¢ presidente y que mandar¨¢ el partido dirigente, Rusia Unida, y que no tendr¨¢ competidores. Est¨¢ claro que eso conduce a la depresi¨®n y al estancamiento. Aqu¨ª no pasa nada, y a muchos les parece que solo si se van podr¨¢ cambiar algo en su vida.
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