Ricos m¨¢s ricos, pobres m¨¢s pobres
La brecha salarial en los pa¨ªses de la OCDE se ha disparado al nivel m¨¢s alto en d¨¦cadas
Un coche peque?o, utilitario, pero un nuevo y flamante coche. Ese es probablemente el primer s¨ªmbolo de la democratizaci¨®n del consumo, del nacimiento de las clases medias en las econom¨ªas desarrolladas, el momento en que los trabajadores tuvieron el acceso a la compra de un autom¨®vil. A Henry Ford se le ha atribuido muchas veces el papel de promotor de la clase media americana, hace un siglo, porque cre¨® un modelo, el Ford T, que estaba al alcance de la mayor parte de los estadounidenses y la producci¨®n en cadena que invent¨® dio lugar a un nuevo tipo de obrero especializado, con mejor salario que el proletario, un miembro de esa nueva clase media.
En Espa?a, el Ford T de los trabajadores fue el Seat 600, el coche que populariz¨® el autom¨®vil entre esos espa?oles que empezaron a descubrir el turismo en la Pen¨ªnsula en los a?os sesenta y que, unos a?os despu¨¦s, ya ten¨ªan en sus casas dos televisores.
Las diferencias de renta en la OCDE est¨¢n en el nivel m¨¢s alto en 30 a?os
En Espa?a, el 10% mejor situado gana 12 veces m¨¢s que el peor pagado
El 43% de la super¨¦lite son ejecutivos de empresas, el 18% trabaja en las finanzas y otro 12% son abogados
La desigualdad ha crecido antes de las dos grandes crisis del ¨²ltimo siglo
Warren Buffet se quej¨® este verano de pagar pocos impuestos
La fiscalidad sobre los ricos cay¨® 40 puntos con Reagan y Thatcher
En Espa?a, el 21% de los hogares est¨¢ por debajo del umbral de la pobreza
Las clases medias mantienen el poder de compra, pero la brecha entre los m¨¢s ricos y los m¨¢s pobres se ha disparado al nivel m¨¢s alto de los ¨²ltimos 30 a?os en los pa¨ªses miembros de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE), incluso en los tradicionalmente m¨¢s igualitarios, como Alemania.
No es la crisis la que ha obrado el milagro (solo lo ha agravado), sino una etapa de crecimiento sostenido en la que desde mediados de los a?os noventa han ido perdiendo fuerza las pol¨ªticas de redistribuci¨®n de la riqueza; a saber, los impuestos, los servicios p¨²blicos y las prestaciones sociales.
Henry Ford sol¨ªa decir que mejor¨® los salarios de sus trabajadores para que pudiesen comprar los autom¨®viles que fabricaban. Pero probablemente el magnate tambi¨¦n necesitaba fidelizar a esa mano de obra porque, entonces, conceptos como la deslocalizaci¨®n industrial no exist¨ªan, y menos para industrias tan pesadas. Hoy el panorama no puede ser m¨¢s diferente.
La globalizaci¨®n es uno de los motivos por los que la desigualdad tiende a crecer, porque la mano de obra empieza a competir de forma global y entre los rivales figuran potencias emergentes con mano de obra m¨¢s barata. El progreso tecnol¨®gico tambi¨¦n provoca disparidad salarial, porque premia mucho m¨¢s al profesional formado y perjudica al menos cualificado.
Los impuestos y los servicios sociales son los que reequilibran las diferencias. As¨ª que la OCDE, en plena ola de recortes por la dura crisis financiera y de deuda, ha pedido a los Gobiernos que revisen la fiscalidad y clama por una sanidad y educaci¨®n p¨²blicas de calidad. Pide, adem¨¢s, un impulso al empleo cualificado y, por tanto, mejor pagado. "El contrato social se est¨¢ empezando a deshacer en muchos pa¨ªses", alert¨® sobre las tensiones sociales el secretario general de la OCDE, ?ngel Gurr¨ªa, al presentar el informe.
Hay distintos term¨®metros para la desigualdad. El informe de la OCDE, que recoge los datos de 2008, previos a la Gran Recesi¨®n, muestran que el 10% mejor situado gana como promedio 9,6 veces m¨¢s que el peor pagado. En Espa?a eran casi 12 veces m¨¢s (un punto m¨¢s que en el informe anterior), por encima de Italia (10) aunque por debajo de los poderosos Estados Unidos (14). El ¨ªndice Gini, por el que el s¨ªmbolo = es igualdad absoluta y el n¨²mero 1 implica que una sola persona concentra todos los recursos, lanza el mismo mensaje.
"Es cierto que la desigualdad entre ingresos crece dentro de los pa¨ªses desarrollados, en t¨¦rminos peque?os", dice Javier Solana, ahora presidente del ESADE Centre for Global Economics and Geopolitics, pero llama a poner el acento "en c¨®mo se ha reducido la brecha entre pa¨ªses y ha crecido la esperanza de vida".
Las clases medias -un nivel de clase media muy modesto para el patr¨®n europeo- se multiplicar¨¢n en los pa¨ªses emergentes en los pr¨®ximos a?os. Aunque, al mismo tiempo, el ¨²ltimo informe gubernamental de China, recogido por Efe, reflejaba la semana pasada el mayor desequilibrio salarial de la historia.
La brecha interna no es una cuesti¨®n de pa¨ªses pobres o ricos. En la econom¨ªa estadounidense el ejecutivo que sol¨ªa ganar 30 veces m¨¢s que su empleado ahora gana 110 veces m¨¢s, se lamentaba esta semana Barack Obama, y, adem¨¢s, paga menos impuestos.
La oficina estad¨ªstica europea, Eurostat, compara el 20% de mayores ingresos con el 20% de menores y, seg¨²n los ¨²ltimos datos, el a?o pasado la desigualdad en Espa?a alcanz¨® el nivel m¨¢s alto desde 1995. Y en 2009, el ¨²ltimo que permite comparar entre los pa¨ªses de la Europa de los Veintisiete, solo Letonia, Lituania y Ruman¨ªa superaban en brecha.
Aquel fue el a?o m¨¢s duro de la recesi¨®n, pero fue en plena euforia econ¨®mica cuando emergi¨® el fen¨®meno del mileurismo, esa generaci¨®n de treinta?eros de alta cualificaci¨®n y salarios que parec¨ªan quedarse siempre en la frontera de los 1.000 euros. Y la ¨²ltima encuesta de estructura salarial del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) refleja por ejemplo que la brecha entre jefe y empleado ha crecido alrededor de 38 puntos desde 1995.
?Por qu¨¦ la desigualdad importa? La pregunta se adentra en el terreno de la ¨¦tica y la justicia social. Pero tambi¨¦n hay argumentos economicistas. El analista del Banco Mundial, Branko Milanovic, uno de los principales expertos internacionales en la materia, advierte que "el incremento de los desequilibrios en ingresos se traduce despu¨¦s en una brecha de educaci¨®n y de salud, lo que merma el crecimiento" porque los pa¨ªses con menores niveles sanitarios y de formaci¨®n son menos din¨¢micos.
El aumento de la desigualdad de ingresos, adem¨¢s, afecta a la vida pol¨ªtica. "La gente m¨¢s rica es capaz de controlar los procesos pol¨ªticos a trav¨¦s de la financiaci¨®n de partidos y se benefician de forma desproporcionada porque logran mejores empleos", se?ala. A su juicio, la discriminaci¨®n por riqueza "no es diferente de la discriminaci¨®n por razones de sexo o raza: un largo segmento de la poblaci¨®n no tiene oportunidad de utilizar sus capacidades para beneficiarse a s¨ª mismo y a la sociedad", lo que "obviamente lleva a unos menores ingresos en general".
Desigualdad no es lo mismo que pobreza, esta ¨²ltima se puede reducir al tiempo que crece la brecha entre ricos y pobres. As¨ª que hay tambi¨¦n quienes ponen el acento en la reducci¨®n de la miseria, pero no de la diferencia entre ricos y pobres. Martin Feldstein, de la Universidad de Harvard, responde por correo electr¨®nico que el aspecto importante de la desigualdad es la miseria y la pol¨ªtica p¨²blica debe centrarse en reducir ese problema, "y no la desigualdad en s¨ª misma". A su juicio, "el crecimiento econ¨®mico puede incrementar los ingresos y el bienestar de las clases medias mucho m¨¢s que la redistribuci¨®n". Puede hacerlo, pero no siempre ocurre. La bonanza reciente lo muestra.
Imaginen, propone Feldstein, que un p¨¢jaro m¨¢gico entrega a cada persona 1.000 d¨®lares, ello no reducir¨ªa ninguna desigualdad, pero no deja de ser una mejora para todos que no recae a expensas de nadie. Feldstein habla de "igualitarismo rencoroso", el sentimiento de rechazo de aquellos que, aunque vean mejorar sus ingresos, protestan porque los ricos a¨²n se alejan m¨¢s. Y a?ade que esos 1.000 d¨®lares significan m¨¢s para el pobre que para el rico, con lo que su situaci¨®n avanza m¨¢s en t¨¦rminos relativos.
Pero hay otro relato para esta fenomenal crisis financiera, y en ese, la desigualdad desempe?a un papel crucial como motor de deudas imposibles. Un trabajo de investigadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), Desigualdad, endeudamiento y crisis, analizaba hace un a?o el caso estadounidense.
Las dos grandes crisis de los ¨²ltimos 100 a?os, la Gran Depresi¨®n de 1929 y la Gran Recesi¨®n que empez¨® en 2007, vinieron precedidas de fuertes incrementos en la desigualdad de ingresos y un aumento similar en los ratios de endeudamiento entre los hogares de medios y bajos ingresos. "La crisis es el resultado ¨²ltimo, despu¨¦s de un periodo de d¨¦cadas, del shock del poder de negociaci¨®n sobre los ingresos de dos tipos de hogares, los de los inversores, que representan el 5% de la poblaci¨®n y cuyo poder de negociaci¨®n crece, y los trabajadores que supon¨ªan el 95% restante", explican los autores, Michael Kumhof y Romain Ranci¨¨re.
El mecanismo es el siguiente. La concentraci¨®n de la riqueza en una parte cada vez m¨¢s concreta de la poblaci¨®n redujo la capacidad adquisitiva del resto y, para poder mantener su nivel de consumo, se abarataron los cr¨¦ditos, alumbrando ese fen¨®meno de las hipotecas basura, de alto riesgo, porque se otorgaban a familias que dif¨ªcilmente iban a poder pagar. La burbuja de cr¨¦dito engord¨® el sector financiero y recort¨® inversiones productivas. Todo iba bien hasta que alguien un d¨ªa no pudo pagar la hipoteca, el precio de las casas se derrumb¨®, grandes bancos quebraron y se empez¨® a hablar de refundar el capitalismo y unas cuantas cosas m¨¢s.
"Creo que los cr¨¦ditos f¨¢ciles fueron una forma de redistribuci¨®n para la gente cuyos ingresos no segu¨ªan el ritmo. Nadie ten¨ªa incentivos para impedirlo, despu¨¦s de todo, exist¨ªa la ilusi¨®n de que el cr¨¦dito se pagar¨ªa", responde desde Chicago el economista Raghuram Rajan, execonomista jefe del FMI que advirti¨® en 2005 contra el desastre financiero que se avecinaba. "Por supuesto", a?ade el ahora profesor de la Universidad de Chicago, "la mejor pol¨ªtica hubiese sido mejorar la capacidad de la gente para ganar dinero, a trav¨¦s de la formaci¨®n, pero eso lleva mucho tiempo".
La brecha social y las clases medias se han convertido tambi¨¦n en un tema caliente en Estados Unidos. "Este tipo de desigualdad, un nivel que no se ve¨ªa desde la Gran Depresi¨®n, nos hiere a todo", dijo Obama en un discurso electoral en el que emul¨® a Theodor Roosevelt para defender una mayor justicia redistributiva.
Warren Buffet, uno de los hombres m¨¢s ricos del planeta, sorprendi¨® al mundo este verano al quejarse de que pagaba pocos impuestos, que se le hab¨ªa gravado el 17% por su fortuna, cuando los 20 trabajadores de su oficina pagan tipos del 33% al 41%. "Dejen de mimar a los s¨²per ricos", se titulaba el art¨ªculo del The New York Times en el que hac¨ªa semejante denuncia, un lema que bien podr¨ªa leerse en cualquier pancarta del movimiento Ocupa Wall Street, o ese somos el 99%, en referencia a que el 1% m¨¢s rico ha prosperado a expensas del resto.
La crisis produce fen¨®menos extra?os, pero Rajan advierte contra estos ¨²ltimos alegatos sobre los impuestos. Una subida fiscal, a su juicio, "podr¨ªa usarse como fuente de ingresos para reducir el d¨¦ficit en tanto que haya el mismo ¨¦nfasis en gastar con cuidado en las cosas que importan, como una red m¨ªnima de seguridad y la mejora de capacidades para el futuro", pero "las subidas de impuestos no son una gran idea para financiar derroches o si se presentan como una medida punitiva". Es m¨¢s, explica que el incremento de tasas en segmentos muy peque?os de la poblaci¨®n tiende a restar responsabilidad en el gasto. "Despu¨¦s de todo, votar¨¦ para que haya m¨¢s gasto si s¨¦ que otros pagar¨¢n por ello, as¨ª que mientras a los ricos se les pida que paguen m¨¢s, creo que es una mala idea decir que nadie m¨¢s pagar¨¢ nada, y quiz¨¢ incluso lograr incluso rebajas", reflexiona.
Los impuestos que pagan los m¨¢s ricos han menguado en los pa¨ªses de la OCDE en los ¨²ltimos 40 a?os. Espa?a, sin ir m¨¢s lejos, aprob¨® en su ¨²ltima ¨¦poca de bonanza jugosas rebajas fiscales. Bajo el mandato de Pedro Solbes en Econom¨ªa, el Gobierno rebaj¨® el impuesto sobre sociedades, elimin¨® el de patrimonio y redujo el IRPF.
Y el tipo marginal en EE UU o Reino Unido, por ejemplo, se situaba por encima del 70% en los a?os setenta, antes de que los nuevos credos de Ronald Reagan o Margaret Thatcher diesen lugar a tijeretazos de 40 puntos en el transcurso de una d¨¦cada, seg¨²n un an¨¢lisis publicado en el foro de debate Vox, del Centre for Economic Policy Research (CEPR).
Este an¨¢lisis, firmado por Thomas Piketty junto a otros dos autores, se?ala que los pa¨ªses ricos han crecido aproximadamente al mismo ritmo durante los pasados 30 a?os, a pesar de los cambios introducidos en las pol¨ªticas fiscales y defiende que el tipo m¨¢ximo podr¨ªa situarse en el 80% para ese 1% m¨¢s rico de la poblaci¨®n sin que ello desincentivara la creaci¨®n de riqueza ni la productividad.
Tampoco hay conclusiones demasiado claras entre idearios pol¨ªticos -al menos, los escritos en discursos y programas electorales- y la reducci¨®n efectiva de la pobreza. Una investigaci¨®n de Wilkinson y Piketty analiza c¨®mo la brecha social variaba en periodos de Gobierno de Thatcher, Major y Blair en Reino Unido.
Cuando Milanovic, ahora profesor invitado en la Universidad Carlos III de Madrid, comenz¨® a investigar la desigualdad viv¨ªa en un pa¨ªs comunista, la antigua Yugoslavia. A aquellos pol¨ªticos, recuerda, les escoc¨ªa su trabajo porque mostraba que la igualdad universal era un mito bajo el socialismo. Cuando trabaj¨® en pa¨ªses capitalistas tampoco despert¨® pasiones.
"La desigualdad no es lo mismo que la pobreza y la brecha puede ensancharse tanto en la bonanza como en la crisis, impulsada por motivos diferentes en cada escenario", reflexiona Alfonso Novales, catedr¨¢tico de la Universidad Complutense de Madrid.
En la euforia, cuando todos los ingresos crecen de forma absoluta, pasa desapercibida, pero cuando estalla una Gran Recesi¨®n dispara la pobreza relativa por el latigazo del paro y la ca¨ªda de los salarios. En Espa?a, el a?o pasado hab¨ªa un 21% de los hogares por debajo del umbral de la pobreza y los ingresos de las familias bajaron un 4,4%. Tres de cada 10 personas que el a?o pasado pidieron ayuda a C¨¢ritas lo hicieron por primera vez y el peso de los inmigrantes, el colectivo m¨¢s castigado por el paro y vulnerable por la falta de red social y familiar, ha bajado del 60% al 50%.
Las clases medias en Espa?a siguen teniendo coches, y televisores, y adem¨¢s ahora pueden viajar en aerol¨ªneas de bajo coste (o podr¨¢n volver a hacerlo, una vez superada esta interminable crisis), pero un peque?o detalle ha cambiado en los ¨²ltimos 15 a?os: el peso de la deuda de las familias, que equival¨ªa al 32% del PIB en 1995, era m¨¢s del doble en 2010, un 85%. Por hacer una comparaci¨®n -odiosa-, en Alemania se manten¨ªa estable en el 61% en el mismo periodo.
Los hogares espa?oles, en fin, han acogido un nuevo miembro, una fenomenal deuda.
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