Paisajes devastados
El CAF muestra en Almer¨ªa fotograf¨ªas de conflictos b¨¦licos de Simon Norfolk
Las personas son las principales v¨ªctimas en un conflicto b¨¦lico, pero tambi¨¦n lo son el espacio que ocupan, sus pueblos, viviendas y el entorno en el que conviv¨ªan diariamente. Todo queda devastado tras la explosi¨®n de las bombas y el paso de los tanques. El fot¨®grafo Simon Norfolk (Lagos, Nigeria,1963) reflexiona sobre lo il¨®gico de la guerra en la muestra Genocidio, paisaje, memoria que expone el Centro Andaluz de la Fotograf¨ªa (CAF), en Almer¨ªa, hasta el 12 de febrero y en colaboraci¨®n con el Museo de Arte Contempor¨¢neo Gas Natural Fenosa.
Compuesta por 46 im¨¢genes, el autor -fot¨®grafo de prensa en medios como New York Times Magazine y The Guardian, y destacado fotodocumentalista- es testigo de la ruina que siembra la guerra a su paso y muestra su atrocidad en diversos escenarios, como los de Afganist¨¢n, Bagdad, Bosnia, Beirut, Israel y Palestina. A cada uno de ellos dedica una serie de im¨¢genes tomadas despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, fecha que marc¨® el inicio de varios enfrentamientos armados a¨²n no resueltos.
Un momento "muy especial para pensar en la creaci¨®n de un nuevo imperio global, la brutalidad necesaria para su construcci¨®n y lo que estas nuevas ruinas deben significar para nosotros", asegura Simon Norfolk.
El tema principal de la colecci¨®n es el paisaje. La figura humana queda "deliberadamente excluida", en opini¨®n de Xos¨¦ Garrido, comisario de la muestra. No existen rostros de dolor ni desolaci¨®n, ni siquiera en los campamentos de refugiados que componen la serie Refugio: El primer lugar seguro. Incluso ah¨ª el paisaje lo es todo. Norfolk contextualiza el hecho de ser refugiado, desde los campamentos improvisados en las tierras de Karabulak habitados por chechenos hasta los refugiados tibetanos que marcharon a territorio indio hace 50 a?os.
Los refugios son una nueva forma de vida que nace a partir de la destrucci¨®n. Pero lo que m¨¢s fascina al fot¨®grafo y a lo que dedica la mayor parte de la muestra es a las ruinas, a lo destruido. Sus fotograf¨ªas "plantean el sinsentido de la guerra, la huella del dolor" que permanece en un territorio, y lo hace de manera objetiva "con asepsia" y cierto distanciamiento necesarios para contar lo sucedido con perspectiva, entiende Xos¨¦ Garrido.
Es el caso de las fotograf¨ªas sobre Bosnia y Afganist¨¢n. Edificios parcialmente derribados, cines, teatros, sedes administrativas aniquiladas por las bombas o parques y glorietas en los que un tanque o aviones coloreados ya forman parte del mobiliario urbano son el objetivo de la c¨¢mara de Norfolk. Las im¨¢genes son de enorme belleza pese a abordar la destrucci¨®n y, al mismo tiempo, representan la memoria hist¨®rica de lo sucedido.
En el caso de Bosnia, el fot¨®grafo juega con los signos. El conflicto b¨¦lico fue en 1992 y las im¨¢genes las toma en 2001. En ese caso, el objetivo de su c¨¢mara son r¨ªos, lagos y campos que fueron empleados como fosas comunes y su sentido se corresponde con el tercer t¨¦rmino que da t¨ªtulo a la colecci¨®n: Memoria.
La metodolog¨ªa de trabajo empleada por el fot¨®grafo nigeriano -que utiliza c¨¢maras de placas- es pausado lo que "no implica que no tengan inmediatez", puntualiza el comisario, en referencia a im¨¢genes en las que a¨²n se pueden ver humo y llamas.
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