El qu¨¦ y el c¨®mo
"En Misi¨®n: Imposible, lo importante no es el qu¨¦, sino el c¨®mo", escribi¨® en su d¨ªa Bruce Geller, creador de la serie televisiva original. No hab¨ªa mejor manera de definir el esp¨ªritu del asunto: en ese cl¨¢sico que tuvo una vida can¨®nica en siete temporadas -de 1966 a 1973-, la materia prima eran los temas y arquetipos comunes del cine de esp¨ªas, pero la ejecuci¨®n de cada trama parec¨ªa abrir la puerta a la irrupci¨®n del delirio. Con un prodigioso manejo del suspense, los episodios de Misi¨®n: Imposible eran como una pel¨ªcula comprimida: un ilusorio puzle en el que todas las piezas encajaban, aunque estuvieran forjadas en la m¨¢s lib¨¦rrima locura.
En su nueva vida como saga cinematogr¨¢fica, Misi¨®n: Imposible parece empe?ada en no dar p¨¢bulo a la nostalgia televidente m¨¢s all¨¢ del uso del (irrepetible) tema musical de Lalo Schifrin. En la primera entrega, Brian de Palma le hizo un gui?o a la serie -el equipo como compa?¨ªa teatral de alto riesgo, especializada en simulacros de guerra fr¨ªa- para, acto seguido, instituir las hiperb¨®licas set-pieces de acci¨®n como sustancia b¨¢sica de la franquicia. Conviene reconocer el atrevimiento del Tom Cruise productor a la hora de seleccionar a los sucesivos directores de la saga: Woo sac¨® pecho con su ¨¦pica mutante y Abrams explor¨®, como en su serie Alias (2001-06), la vida privada y emocional de los arquetipos. Hab¨ªa, pues, una razonable expectativa para ver c¨®mo Brad Bird, hasta ahora director de joyas animadas como El gigante de hierro (1999), Los incre¨ªbles (2004) y Ratatouille (2007), iba a afrontar la tarea.
MISI?N: IMPOSIBLE 4. PROTOCOLO FANTASMA
Direcci¨®n: Brad Bird.
Int¨¦rpretes: Tom Cruise, Jeremy Renner, Simon Pegg, Paula Patton. G¨¦nero: thriller. EE UU, 2011.
Duraci¨®n: 133 minutos.
Da al p¨²blico lo que pide, pero no se advierte rastro de identidad
Misi¨®n: Imposible 4. Protocolo fantasma da al p¨²blico lo que pide, y con generosidad, recuerda el esp¨ªritu original de la serie en una secuencia casi vodevilesca ambientada en dos plantas de un hotel de Dub¨¢i y mantiene la tensi¨®n -y la atenci¨®n- hasta el ¨²ltimo plano. El problema es el c¨®mo del que hablaba Bruce Geller: visualmente, est¨¢ escrita en la lengua franca del mejor cine espect¨¢culo, pero no se advierte rastro de identidad estil¨ªstica. Secuencias como la de la fachada del hotel de Dub¨¢i, la carrera ante la tormenta de arena y el enfrentamiento en un aparcamiento automatizado merecen contarse entre los grandes hitos de la saga, pero, en el desenlace, Bird matiza la dimensi¨®n tr¨¢gica que Abrams le hab¨ªa dado al personaje de Ethan Hunt.
Da la impresi¨®n de que el cineasta ha preferido hacer un buen ejercicio de caligraf¨ªa que mantener un pulso entre su identidad de autor y el (ya colosal) peso de una marca.
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