'L'haqueta del vicari' o cuanto peor, peor
Procede probablemente comenzar por unas aclaraciones respecto del t¨ªtulo de esta tribuna libre.
Entre los valencianos ha circulado desde hace muchos a?os una breve historia, que probablemente tiene correlatos similares entre otros pueblos y en otras lenguas. La an¨¦cdota nos refiere lo que le sucedi¨® a un vicario propietario de una peque?a jaca que le prestaba sus servicios. El buen capell¨¢n consider¨® que el animal no trabajaba lo suficiente como para compensar el coste del pienso con que lo alimentaba. Decidi¨® el hombre ir reduci¨¦ndole la dosis de alimentos paulatinamente, unos c¨¦ntimos cada d¨ªa de ahorro. El animal no pod¨ªa protestar, evidentemente, e iba encajando con resignaci¨®n la ca¨ªda de su dieta. El cura acumulaba las algarrobas que ahorraba mientras el caballito iba muriendo lentamente sin rechistar. Por fin el animal falleci¨® por inanici¨®n y el poco trabajo que hac¨ªa dej¨® de hacerlo.
En nuestra situaci¨®n actual, ese execrable principio tendr¨¢ un resultado perverso
Con respecto al t¨ªtulo inicial, ser¨ªa bueno recordar c¨®mo los extremismos e incluso los no tan extremos han puesto en pr¨¢ctica esa m¨¢xima tan abyecta de "cuanto peor, mejor"; lo han aplicado los anarquistas y los fascistas, la extrema derecha y los comunistas en diferentes situaciones pol¨ªticas.
En nuestra situaci¨®n social y econ¨®mica actual, ese execrable principio tendr¨¢ un resultado totalmente perverso.
Creemos todos en general que para salir del marasmo actual es necesario: animar la producci¨®n industrial, apoyar financieramente a las pymes, recuperar el consumo de familias y particulares y mantener un nivel aceptable de inversi¨®n p¨²blica no suntuaria. Todo ello se resume en poner m¨¢s recursos financieros a disposici¨®n de los ciudadanos espa?oles. (Y sin autonom¨ªa monetaria la cuesti¨®n es peliaguda).
Es una conclusi¨®n tan l¨®gica que no admite seguramente mucha discusi¨®n, pura racionalidad, pero en cambio parece que las recetas que se predican miran fundamentalmente hacia la austeridad no solo impuesta por el n¨²cleo duro de la UE, sino tambi¨¦n y sobre todo por el miedo del dinero a asumir ning¨²n tipo riesgo, porque dinero al parecer hay mucho en el mundo pero prefiere estocar a la espera de comprar m¨¢s poder y m¨¢s barato. ?C¨®mo es posible, c¨®mo se compadece, que los mismos pol¨ªticos, los mismos medios de opini¨®n, que aceptan la primera premisa, hay que animar la producci¨®n y el consumo, aceptan contradictoriamente privar a la sociedad del combustible necesario? O es estupidez o es maldad. El asunto, no siendo malpensado, resulta cuando menos absurdo y complejo. Si aceptamos que el dinero, siguiendo a los cl¨¢sicos, es el lubricante de la econom¨ªa, es probable que el motor no se pare porque le falte aceite en el c¨¢rter sino porque est¨¢ inundado de aceite hasta el cap¨® y no para lubricar precisamente, m¨¢s bien para ahogarlo, aunque sea una intenci¨®n suicida.
El dinero quebranta hasta el segundo principio de la termodin¨¢mica (¨²nica verdad absoluta revelada por la f¨ªsica) no solo cambia de estado (de bolsillo en este caso) y no se destruye, sino que incluso crece sin aportaci¨®n externa de energ¨ªa. Lo cual no nos evita pensar que quiz¨¢s est¨¦ siendo cada vez m¨¢s entr¨®pico.
Dec¨ªa Marx, cuya metodolog¨ªa ya est¨¢ siendo utilizada hace tiempo por los m¨¢s conspicuos economistas neoliberales, dec¨ªa en una de sus cartas que "si el capitalismo aprendiera a resolver sus crisis de superproducci¨®n no har¨ªa falta el socialismo". Evidentemente, Marx estaba convencido de la incapacidad del capitalismo para autoregularse y por tanto ¨¦l recurr¨ªa a la revuelta proletaria. Se equivoc¨®, las crisis de superproducci¨®n hace tiempo que se aprendi¨® a controlarlas. ?Pero todas las superproducciones? Podemos afirmar que no, la gran superproducci¨®n, la m¨¢s taimada, la que aparentemente no afectaba a los sectores productivos, ha sido la superproducci¨®n de dinero; seg¨²n los expertos, el dinero circulante o anotado es actualmente 10 veces superior al necesario para cubrir todas las transacciones mundiales. Es un invento realmente original, almacenar algod¨®n, az¨²car, carb¨®n o acero generaba problemas de todo tipo a los que se refer¨ªa Marx. Almacenar dinero no ocupa espacio f¨ªsico, no escandaliza a la vista, no se estropea, al menos por ahora, viaja sin coste, instant¨¢neamente. Tanta facilidad est¨¢ produciendo una miop¨ªa universal y, en nuestro caso, una ceguera casi total. Nuestra industria, lastrada mortalmente por el euro tender¨¢, est¨¢ tendiendo a desaparecer, porque es mejor y m¨¢s c¨®modo tener dinero que m¨¢quinas y personal. Y sin industria, como ya hemos dicho en alguna otra ocasi¨®n, no hay futuro.
El patrimonio espa?ol, que tanto ha costado de generar, hoy es comprable en su casi totalidad hasta por un particular que anota ceros a la derecha de un cardinal con m¨¢s facilidad que costar¨ªa de fabricar unas alpargatas.
Y as¨ª estamos, la jaca languidece y cuanto peor, mucho peor.
Vicent Albero fue ministro de Agricultura en el Gobierno del PSOE.
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