La vida fuera de juego de Cristiano Ronaldo
El delantero del Real Madrid se comporta como una estrella desubicada cuando no est¨¢ en el c¨¦sped. El influjo de su protectora familia y su novia, la modelo Irina Shayk, moldean sus caprichos y arranques infantiles
A los 11 a?os, Cristiano Ronaldo dej¨® Madeira para entrar en las filas de la escuela de j¨®venes jugadores del Sporting de Lisboa. El ni?o lloraba mucho, sus compa?eros se burlaban de su acento isle?o, pero entre l¨¢grimas aprendi¨® a sufrir la presi¨®n, algo que marcar¨ªa su futura personalidad competitiva. Hijo de un jardinero municipal alcoh¨®lico que en sus horas libres era utilero del Andorihna, un pobre equipo de Funchal, Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro se prepar¨® a fondo para dejar de sufrir. Quer¨ªa ganar porque solo disfruta ganando. A sus 26 a?os, y despu¨¦s de tres temporadas en el Real Madrid, CR9 es un triunfador tocado por la ansiedad de los que a¨²n no han logrado todo lo que deb¨ªan. El s¨¢bado pasado, en la segunda parte del partido contra el Bar?a, ocurri¨® algo de lo que hasta ahora se hab¨ªa librado el astro portugu¨¦s. "No es la primera vez que la afici¨®n del Madrid le pita, pero s¨ª ha sido la primera que lo hace en un partido contra el Bar?a y en cada ocasi¨®n que tocaba el bal¨®n", asegura un veterano socio que se sienta a pocos metros de la tribuna y del banquillo del equipo de Mourinho.
Vive en una burbuja donde solocaben la pelota, Irina y, en sus palabras, "el 'shopping"
Le sentaron junto a Tilda Swinton. Ni un saludo, ni una palabra. Ni a ella, ni a nadie
Irina parece haber superado el f¨¦rreo muro de Mar?a Dolores, madre de Cristiano
Si Cristiano Ronaldo ha conquistado simpat¨ªas es a fuerza de evitar la falsa humildad que a veces resulta infinitamente m¨¢s cargante que esa sinceridad suya a pecho descubierto. Sus conocidas perlas ("Me pitan por ser rico, guapo y gran jugador" o "Si Dios no puede contentar a todos, yo tampoco") revelan una personalidad m¨¢s infantil que maliciosa, y aunque la afici¨®n del Madrid es m¨¢s dada a la filiaci¨®n por personalidades c¨ªnicas y tortuosas que a los aspavientos narcisistas, al final ha aceptado que su jugador no es un mal chico. Ni el f¨²tbol ya es lo que era, ni los jugadores tampoco. Los vestuarios se parecen m¨¢s a camerinos donde los deportistas, m¨¢s cerca de Justin Bieber que de Di St¨¦fano, viven la insondable dualidad que hoy marca a las estrellas del balompi¨¦.
Desde que lleg¨® a Madrid en 2009 gracias a un fichaje hist¨®rico de 94 millones de euros que en plena grieta econ¨®mica result¨® un gesto de imp¨²dica prepotencia, Cristiano Ronaldo (nombre que debe a la devoci¨®n de su madre, Mar¨ªa Dolores, por Ronald Reagan) ha vivido en una burbuja en la que solo hay lugar para la pelota, su familia, su novia (la espectacular modelo rusa Irina Shayk) y, en sus palabras, "el shopping", actividad que, despu¨¦s del deporte, es el ¨²nico vicio confeso del portugu¨¦s. En realidad, su vida apartada de todo no difiere tanto de la vida de otros jugadores de su nivel. "Messi entrena en Barcelona, pero sigue viviendo en Rosario", sentenciaban hace poco en el entorno del Bar?a para explicar la vida de su m¨¢ximo ¨ªdolo. "Su n¨²cleo, que le blinda, es absolutamente argentino y en su casa no hay ni un solo detalle que te haga pensar que est¨¢s fuera de su pa¨ªs".
LA TIENDA VA A MAHOMA
Mientras Zinedine Zidane, una de las personas dentro del club blanco que m¨¢s ha hecho para educar los h¨¢bitos egoc¨¦ntricos del luso, acude con discreci¨®n a un centro de yoga en la calle del Barquillo de Madrid acompa?ado por su mujer, o Mourinho aprovecha la ¨²ltima hora del d¨ªa para hacer sus compras a puerta cerrada en Serrano, Cristiano no puede poner un pie en la calle.
La primera vez que intent¨® ir a la tienda madrile?a de una de sus marcas favoritas se top¨® con la realidad de una ciudad que disfruta sin disimulos del circo medi¨¢tico. El caos que se mont¨® fue tal que en el local entraron en p¨¢nico. "Por seguridad, es mejor que no se acerque. Gusta por igual a los ni?os, las madres, las hijas, los gais y los chicos de barrio, as¨ª que las que se montan con ¨¦l son tremendas. Cualquier jugador puede ir a una tienda sin provocar demasiado foll¨®n, pero Cristiano no puede".
Si Mahoma no va de tiendas, la tienda va a Mahoma. Por eso el jugador ("cuyo poder de consumo no se ve en Madrid", aseguran) recibe a la carta en su casa todo lo que desea de sus firmas favoritas. Uno de sus cu?ados, Jos¨¦ Pereira, hace de mediador, de conductor y de secretario del voraz comprador mientras ¨¦l espera la mercanc¨ªa en el chal¨¦ de La Finca, la urbanizaci¨®n de lujo de Pozuelo de Alarc¨®n donde vive entre piscinas, m¨¢rmoles color vainilla, coches de lujo y sus perros.
All¨ª, ha declarado a la televisi¨®n portuguesa, encuentra la tranquilidad que necesita. "Si quiere que le llevemos la tienda entera, se la llevamos. No solo por lo mucho que compra, para ¨¦l, para su hijo, para su familia, sino porque cuando aparece con cualquier prenda puesta, al d¨ªa siguiente se agota. Y no es que vengan solo chicos con la foto acompa?ados por su madre, muchas veces son sus propios compa?eros de equipo los que nos piden exactamente lo mismo que ¨¦l se llev¨®", asegura el relaciones p¨²blicas de una franquicia de lujo. Una barra libre que el jugador se ha ganado porque de una sentada puede gastarse de 5.000 a 200.000 euros.
Cristiano mam¨® la escuela Beckham en Inglaterra. Pero, a diferencia del ingl¨¦s, su vida ha sido mucho menos permeable a la sociedad madrile?a. Su noviazgo con Irina Shayk (la rusa a la que el rapero Kanye West dedic¨® en su canci¨®n Christian Dior denim flow el verso "quiero ver a Irina Shayk al lado de [la top model] Doutzen [Kroes]") no ha hecho m¨¢s que apuntalar el perfil m¨¢s reservado (y mimado) del futbolista.
ANGUSTIA Y OSTENTACI?N
Hija de un minero que perdi¨® la vida cuando ella ten¨ªa 14 a?os, Shayk comparte con su novio el gusto por el brillo m¨¢s opulento. El galard¨®n que la modelo recibi¨® el pasado mes de noviembre en los Prix de la Moda de la revista Marie Claire provoc¨® una inc¨®moda escena de la pareja en la residencia del embajador de Francia en Madrid. Aunque, seg¨²n una invitada, ¨¦l iba "bastante mono marcando cintur¨®n de Herm¨¨s", para otra se comport¨® como "un maleducado poligonero" con cero capacidad de empat¨ªa. El feo a la actriz brit¨¢nica Tilda Swinton, con la que compart¨ªan mesa, fue el mismo que al resto de los invitados y premiados. Ni un saludo, ni tampoco una sola palabra. "?l mont¨® el t¨ªpico numerito de exhibicionista, un numerito que consisti¨® en ser un autista, y a ella se la ve¨ªa muy angustiada. Se sentaron de perfil, se levantaron durante la entrega de premios, no dejaron un segundo sus m¨®viles y luego se fueron sin cenar. Si le preguntaban o saludaban, no contestaba. Se sent¨ªa m¨¢s all¨¢ del bien y del mal. Un dios, pero un dios desubicado".
En la entrega, la directora de la publicaci¨®n, Joana Bonet, record¨® durante su presentaci¨®n c¨®mo cuando sacaron a la modelo en la portada de la revista sus agentes solo pusieron una condici¨®n: que no se la vinculara con el futbolista. "Y nosotros les dijimos que, en todo caso, dir¨ªamos que Cristiano Ronaldo es el novio de Irina, y no al rev¨¦s". Para Bonet, el empe?o de los agentes de desmarcar a la rusa de su novio demuestra que ella ten¨ªa una buena carrera al margen del portugu¨¦s, con contratos con importantes marcas antes de conocerle.
Todo apunta a que Irina se casar¨¢ en el verano de 2012 con el portugu¨¦s. Nada parece impedirlo superado el bache de hace un a?o, cuando ella se top¨® con la sorpresa de que hab¨ªa un peque?o Cristiano Ronaldo en el mundo y que su chico ejercer¨ªa de padre y madre a la vez despu¨¦s de pagar, seg¨²n los tabloides brit¨¢nicos, 11 millones de euros a la madre por alejarla de por vida de su hijo. Parece que Irina incluso ha superado los muros del f¨¦rreo matriarcado de Mar¨ªa Dolores, esa madre atl¨¢ntica que pas¨® de ser limpiadora a millonaria gracias a su hijo peque?o y que deber¨ªa patentar la sopa con la que aliment¨® al fr¨¢gil cr¨ªo.
En la fiesta madrile?a de Marie Claire el problema no fue, en cualquier caso, el acoso de la prensa rosa. La explicaci¨®n del malestar de la pareja se debi¨®, seg¨²n argument¨® la propia modelo, a no poder sentar con ellos a sus seis acompa?antes, es decir, la madre y la hermana de ella, y los agentes y guardaespaldas de los dos. "Pero lo cierto es que ¨¦l, antes, no solo no quiso posar para los fot¨®grafos en el photocall, sino que pidi¨® una sala donde poder estar sin mezclarse con el resto de los invitados. Y eso en una fiesta en la que todos era tan vips como ¨¦l", declara uno de los organizadores de la gala, en la que intentaron en vano explicarle al jugador que exist¨ªa un protocolo pautado desde hac¨ªa semanas. "Era una fiesta para 10 premiados y ¨¦l no era ninguno de esos 10. Nadie era m¨¢s importante que nadie, pero fue imposible meterle en la cabeza que estaba teniendo una actitud que no le tocaba tener. Lo ¨²nico que consigui¨® fue robarle protagonismo a su novia y faltarle el respeto al embajador y a todos los invitados". "Hay que aprender a ser uno m¨¢s", a?ade otro invitado al evento. "Todos los ciudadanos nos hemos convertido en responsables de este tipo de actitudes, del endiosamiento desproporcionado de un chico que al final solo hace lo que se espera de ¨¦l".
Divinidad, genio o ni?ato. Un chico t¨ªmido o directamente un maleducado. Solo una cosa parece clara: si Cristiano Ronaldo, como suele decir, creci¨® ech¨¢ndole un pulso a la presi¨®n y bajo ella se hizo grande, la vida le supera a menudo fuera del campo. Lejos de la hierba, de los m¨²sculos perfectos y los logotipos millonarios.
Hasta el reposo final
Los deportistas de ¨¦lite suelen ser chicos con antecedentes de trastornos hiperquin¨¦ticos en su infancia. De ni?os no paraban quietos y de mayores siguieron igual, solo que convirtieron el movimiento en una fuente de ingresos. Como las usinas el¨¦ctricas o las turbinas donde desaguan los pantanos. Cristiano Ronaldo es el paradigma de esta especie. El hombre incapaz de sosiego que, a fuerza de combinar una herencia gen¨¦tica prodigiosa con unos niveles de actividad desproporcionados, ha logrado una evoluci¨®n f¨ªsica y t¨¦cnica extraordinaria. No es ¨¦l quien se mueve. Es el movimiento el que anima a Cristiano. Pocos futbolistas han canalizado esa fuerza interior con m¨¢s resoluci¨®n. Abundan los testimonios sobre sus m¨²ltiples obsesiones. Jugaba en el Manchester United cuando sus horas extras se hicieron m¨¢s famosas. Era el primero en saltar al campo a ejercitarse y el ¨²ltimo en volver a las duchas. Los futbolistas son gregarios por naturaleza. Necesitan el grupo para sentirse realizados. La soledad, m¨¢s que aburrirlos, los angustia. Cristiano es diferente. ?l permaneci¨® solo durante horas, tenazmente empe?ado en mejorar su relaci¨®n con la enigm¨¢tica pelota, su control, sus fintas sin patentar. Repitiendo miles de veces el mismo gesto, imaginando adversarios a los que burlar. Cristiano se encerr¨® con el bal¨®n en su mundo y sali¨® de all¨ª a duras penas para entrenarse y jugar. Casi sin abandonar la c¨¢psula de imaginaci¨®n y movimiento, consigui¨® en 2009 el Bal¨®n de Oro. Ten¨ªa 24 a?os. Su carrera acababa de despegar y, sin embargo, el patr¨®n de crecimiento estaba fijado. Ahora los aficionados al f¨²tbol asisten a la madurez de Cristiano con curiosidad. El hombre, muchas veces, parece un electr¨®n libre, desconectado de las incidencias que hacen del f¨²tbol una actividad colectiva. Como solista es fabuloso, siempre que sus referencias sean fijas y sus adversarios no sean parecidos a ¨¦l en poder¨ªo f¨ªsico y coordinaci¨®n. Entonces, cuando el devenir del juego exige buscar el apoyo de los compa?eros, el portugu¨¦s se muestra desconcertado con frecuencia. Un producto de la ambici¨®n personal condenado a repetir movimientos explosivos sin un efecto particularmente eficaz.
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